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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Intrépido (8 page)

—¡Que te jodan! —blasfemó Geary.

—Eso ya lo hizo usted —repuso su resobrino.

Geary se dispuso a cortar la conexión, pero antes clavó una mirada gélida en el rostro que había al otro lado.

—¿Se siente capaz de seguir mis instrucciones lo mejor que sepa? —preguntó Geary.

—Oh, sí. Eso sí que puedo hacerlo —repuso su resobrino.

—Si me entero de que está obstaculizando o poniendo en riesgo de alguna manera al resto de naves por sus acciones, lo relevaré de su puesto en un abrir y cerrar de ojos. ¿Me entiende? Me da igual que me odie. —Lo cual era mentira y tanto era así que Geary estaba seguro que su resobrino sabía que era mentira, pero había que decirlo—. Lo que no voy a tolerar es que nadie haga nada que pueda poner en peligro a las naves y a los tripulantes de esta flota.

El otro Geary arqueó la boca forzando una media sonrisa.

—Le aseguro que me haré cargo de mis obligaciones como si el mismísimo
Black Jack
Geary estuviese al mando —repuso.

El Capitán Geary se quedó mirándolo otra vez.

—Dime que no es una frase hecha —imploró John.

—Es una frase hecha —corroboró Michael.

—No sé si mandarte a tomar por culo otra vez o pegarme un tiro —se lamentó John.

La sonrisa de su resobrino se hizo más grande.

—¿Tú también lo odias, verdad? —inquirió Michael.

—Claro que sí —aseveró John.

—Entonces quizá, aunque solo fuese por el abuelo, debería desearte lo mejor —dijo su resobrino—. Es duro, y será más duro teniendo en cuenta que te veo más joven que yo, pero ahora tú también tendrás que vivir con el estigma de
Black Jack
Geary.

—Estás cruzando los dedos para que fracase, ¿verdad? —apostó John.

—El fracaso es algo relativo. Yo he tenido que lidiar con exigencias muy altas a lo largo de mi vida. Tú vas a tener que enfrentarte a exigencias aún mayores.

Geary asintió con la cabeza, un asentimiento que iba tanto como para él mismo como para responder a su viejo y cortante resobrino.

—Y ahí vas a estar tú para ver cómo fracaso en mi intento de estar a la altura de un semidiós. Muy bien. Tengo trabajo por hacer. Y tú también —recordó John.

—Sí, señor. Pido permiso para regresar al trabajo —solicitó Michael—. El
Resistente
quedó gravemente dañado en la batalla, como a buen seguro ya sabe.

No, a buen seguro no lo sé. Son tantas cosas de las que enterarse en tan poco tiempo…

—Muy bien, comandante.

Geary cortó la conexión y después se quedó sentado mirando a la pantalla apagada durante un buen rato antes de intentar de nuevo ponerse de pie. La pierna izquierda le temblaba un poco, así que cerró el puño y empezó a golpearse el muslo tan fuerte que no hubiese resultado descabellado pensar que le fuese a acabar saliendo un cardenal. Después se dirigió al puente de mando del
Intrépido
. agradecido incluso por esa distracción menor que le provocaba el dolor persistente en la pierna.

Los tripulantes que abarrotaban los pasillos del
Intrépido
durante los momentos inmediatamente posteriores a la batalla ya se habían ido en parte, pues la mayoría de ellos ya habían llegado a las posiciones en las que tenían que estar y se habían metido en faena para completar las labores que tenía que hacer cada uno. El resto abrió paso a Geary, pero había cambiado algo en la manera en la que lo miraban. En sus rostros no solo estaba ya esa admiración y ese anhelo que no le gustaba nada ver, sino también una confianza creciente. Confianza en él o por él, no importaba. El caso era que ahora tenía que ser su comandante, así que su mirada se cruzó con la de ellos y trató de devolverles la misma confianza con sus gestos.

El puente de mando semicircular no era tampoco un compartimento muy grande, pero no tenía sentido poner compartimentos muy grandes en una nave espacial, sobre todo en un navío de guerra. El asiento del capitán, que normalmente presidía el recinto, había sido desplazado hacia un lado, mientras que otro asiento, este con una bandera del mando de la flota puesta en relieve sobre su parte trasera, estaba sujeto al escritorio junto al del capitán. La capitana Desjani estaba sentada en su sitio con el cinturón abrochado y miraba atentamente las pantallas virtuales que flotaban delante de ella, dando alguna que otra orden o haciendo alguna pregunta de vez en cuando a alguno de sus oficiales o al personal alistado que ocupaba los distintos puestos de vigilancia que completaban el medio arco del compartimento que tenía delante de ella. Geary necesitó un momento para absorber toda la escena, pero descubrió una sensación agradable y reconfortante en aquella observación de los rituales de mando de los navíos que tan familiares le resultaban.

En ese momento, un consultor de guardia se percató de su presencia y le hizo un gesto a la capitana Desjani, que se giró lo suficiente como para ver a Geary, y asintió levemente con la cabeza a modo de saludo antes de volver a supervisar las reparaciones y la preparación para los combates posteriores. Geary caminó hacia el asiento del almirante con cierta rigidez, deteniéndose un instante para recorrer con los dedos de una mano la bandera en relieve. Le daba la sensación, en cierto modo, de que sentarse allí representaba un paso para el que ya no habría marcha atrás posible. Llegados a ese punto, estaría comandando la flota sin ningún género de dudas. Era un muy mal momento para recordar que el período de mando más largo que había tenido con anterioridad había sido al frente de una fuerza de acompañamiento compuesta únicamente por tres naves.

Geary se sentó y miró a su alrededor, tratando de acostumbrarse a su nuevo papel.

—Capitana Desjani, ¿está la copresidenta Rione a bordo ya?

—Eso me han dicho. —Desjani le lanzó una mirada rápida y estudiadamente neutral—. Su transbordador atracó hace varios minutos.

Geary revisó la hora.

—Debe de habernos permitido ganar algo de tiempo ya. El plazo de los síndicos expiró hace más de diez minutos.

—Tal vez. —Desjani se inclinó hasta colocarse más cerca de Geary y bajó el tono de voz—. ¿Cuánto sabe Rione? ¿Algo del
Intrépido
.

Geary intentó responder sin inmutarse.

—Demasiado —espetó Geary.

—Es bien posible que el almirante Bloch ya se lo hubiera contado, ya sabe —apuntó Desjani.

Geary no había pensado en eso, pero parecía razonable que Rione pudiera haberle puesto a Bloch las mismas exigencias que le había puesto a él y que por tanto ya supiera dónde estaba ubicada la llave.
¿Entonces por qué me preguntó? Tal vez para descubrir lo sincero que podía llegar a ser con ella. Supongo que aprobé el examen.

—Al menos no se ha venido aquí con nosotros al puente de mando —se consoló Geary.

—Estoy segura de que sigue hablando —observó Desjani con cara de póquer.

Geary se dio cuenta de que estaba esbozando una sonrisa a pesar de todo, pero enseguida volvió a recuperar el rictus de seriedad y volvió a pedir los visualizadores. Cuando aparecieron flotando al nivel de sus ojos, pudo comprobar que las naves síndicas seguían manteniendo su posición en la formación. Los vectores de velocidad y dirección, en cambio, mostraban que una buena parte de las naves de la Alianza estaban moviéndose en varias direcciones: los navíos más lentos tendían a acercarse hacia el punto de salto y el resto se movía hacia otros lados a fin de ocultar las intenciones de la flota.
Hay muchas naves en esta flota. Si me centro demasiado en una sola zona, dejaré de tener una perspectiva general.
Inmerso en sus pensamientos, Geary desplazó la mirada hacia la formación del enemigo sin poder evitar que se le hiciese un nudo en el estómago.
Y muchas naves síndicas. ¿Y si ellos son más rápidos, o nosotros más lentos
,
o qué pasa si alguien simplemente hace lo que no debe?

¿Y si soy yo ese alguien?

Geary escrutó los botones del cuadro de mandos con la intención de encontrar el que le proporcionase información sobre las naves de la Alianza. En lugar de eso, le aparecieron los ficheros personales de todos los oficiales de la flota. Geary farfulló algo que puso de relieve su enfado y volvió a probar con otro botón. Esta vez lo que le salió fue un fichero con las estadísticas de cada clase de nave. No era exactamente lo que quería, pero aun así era útil. Ahora solo le faltaba tener unos pocos minutos más para saber algo más de las naves, por ejemplo cuáles eran las diferencias principales con respecto a las que él conocía. Acto seguido le hizo una señal a Desjani.

—Le estaba echando un vistazo a las especificidades de las naves y me he dado cuenta de que la mayoría de las armas las conozco —explicó Geary.

Desjani ordenó rápidamente algo a uno de sus subordinados y después asintió con la cabeza.

—Sí —confirmó Desjani—. Los conceptos básicos de armamento no han cambiado en la mayoría de los casos, si bien lo que ha mejorado mucho son las capacidades de esas mismas armas. Las lanzas infernales siguen siendo nuestra principal arma, pero ahora las puntas con carga de partículas son más rápidas, tienen un mayor alcance, contienen más energía y los lanzadores se pueden recargar mucho más rápido que las que tuvo usted en su última nave.

—Y todavía se usa la metralla —añadió Geary.

—Por supuesto. Se trata de un arma sencilla y mortal. Eso sí, ahora las armas de rieles pueden imprimir más velocidad a la metralla que en su época. Además, las mejoras en el sistema de blanco nos permiten emplear la metralla con un alcance ligeramente superior. Aun así, sigue siendo un arma que solo es eficaz a corta distancia, porque una vez que los proyectiles se dispersan, las probabilidades de dañar las defensas del enemigo de manera significativa son muy pequeñas —argumentó Desjani.

—¿Qué son los espectros? —preguntó Geary.

—Básicamente una versión más destructiva de los misiles a los que usted estaba acostumbrado —respondió Desjani.

—¿Se refiere a los aparecidos? —insistió Geary.

—Sí. Los espectros son misiles autónomos, lo mismo que los aparecidos de antes; solo que se manejan mejor, contienen una ojiva múltiple, lo que les da más opciones de atravesar los escudos y penetrar en el casco del enemigo, y sobreviven mejor a sus defensas activas. —Desjani señaló hacia el exterior—. Las defensas también han mejorado. Los escudos son más fuertes, reconstruyen y ajustan la cobertura de una manera más rápida. Además, los cascos físicos de las naves también han adquirido características de supervivencia mejoradas.

O sea que no había habido cambios radicales en lo que a armamento se refería, entonces. Las naves seguían usando misiles de largo alcance, además de las lanzas infernales y la metralla cuando el enemigo se acercaba lo suficiente. Armamento más pesado pero cargado también contra defensas más potentes.

—¿Y esto qué es…? —continuó preguntando Geary.

—¿Capitán? —Tanto Geary como Desjani giraron las cabezas para ver al tripulante que había llamado su atención, aunque a Geary le costó un momento darse cuenta de que el llamamiento debía de ir dirigido expresamente hacia él. El tripulante, en cambio, no parecía muy seguro de a quién debía informar—. La flota síndica está exigiendo a cada una de las naves por separado que anuncien su rendición una a una de manera inmediata.

Geary contuvo las ganas de hacer una mueca, ya que era consciente de que todos los ojos estaban posados en él a la espera de observar su reacción. Era obvio que los esfuerzos de Rione por entretener a los síndicos habían llegado hasta donde podían llegar. Geary se preguntó entonces si el mero hecho de seguir callados podría provocar que los síndicos perdieran el tiempo repitiendo sus exigencias.

—Capitana Desjani, le agradecería que me dijera qué piensa usted que podría ocurrir si no respondemos —instó Geary.

Desjani dudó por un momento, y después dijo rápidamente:

—No puedo estar segura de qué van a hacer los síndicos; pero, si no respondemos, existe la opción de que algunas de nuestras naves respondan por su cuenta —apuntó Desjani—. Y si se empiezan a rendir algunas…

—Mierda —blasfemó Geary.

Por mucho que odiase admitirlo, Geary sabía por lo que había visto en la sala de juntas que Desjani tenía razón. No podía quedarse callado y arriesgarse a que sucediera eso.

—Quiero hablar con el comandante de los síndicos —resolvió Geary.

—¿Canal privado, señor? —inquirió Desjani.

—No. Quiero que todo el mundo nos vea y nos escuche —espetó Geary.

—Llamaremos al buque insignia de los síndicos —respondió Desjani—. Está a pocos minutos luz de aquí.

Desjani señaló con el dedo al panel de comunicaciones, trasladando la orden con su movimiento. El tripulante que estaba allí asintió con la cabeza y se puso a manejar los mandos. Varios minutos después, el tripulante empezó a hacer gestos indicando algo que tenía delante. Geary siguió el gesto con los ojos y vio como aparecía una nueva imagen. En el centro se podía ver una figura que le resultaba familiar: el director general de los síndicos que anteriormente se había ocupado de anunciar los asesinatos del almirante Bloch y del resto de sus colegas de alto rango de la Alianza.

—¿
Intrépido
? —preguntó el director general—. Ustedes eran el buque insignia de Bloch, ¿no? ¿Serán capaces entonces de ordenar una rendición generalizada de la flota?

Geary se enderezó, tratando de no enfurecerse, pero tampoco se molestó en ocultar demasiado lo que le pasaba por la cabeza.

—No habla con el capitán del
Intrépido
. Habla con el comandante de la flota —lo corrigió Geary.

El buque insignia de los síndicos se encontraba ligeramente detrás de los elementos de vanguardia de la flota enemiga, a unos tres minutos luz del
Intrépido
. Geary acortó la respuesta todo lo que se atrevió y después esperó a que la respuesta llegase a la otra nave, consciente de que el tiempo de demora intrínseco a la comunicación iba a ayudar automáticamente a conseguir ganar más tiempo para su flota.

Tres minutos desde el
Intrépido
hasta el buque insignia del enemigo y después tres minutos más de vuelta. Unos seis minutos después de la respuesta de Geary, finalmente el comandante vio cómo los ojos del director general de los síndicos se llenaban de irritación.

—Me da igual cómo se denomine usted a sí mismo. He sido muy generoso preocupándome humanitariamente por el bienestar de compañeros humanos, pero se les ha acabado el tiempo. Transmitan la señal de rendición, bajen sus escudos y desactiven todos los sistemas de armamento ofensivo y defensivo inmediatamente o serán destruidos —amenazó el director general.

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