Israel y Judá
Cuando se termina el Templo, el cronista nos cuenta la visita de la reina de Saba y continúa describiendo la riqueza y la gloria de Salomón:
2 Crónicas 9.14.
... todos los reyes de Arabia ... recaudaban oro y plata para Salomón.
En los primeros libros de la Biblia, las tribus de las regiones áridas al sur y al oriente de Canán se mencionaban por separado, y así hay referencia a los amonitas, moabitas, idumeos, amalequitas, madianitas, etcétera.
Sólo en la actualidad se emplea el término genérico de Arabia. «Arabia» es la versión latinizada de «Arab», que es el término semítico general para designar a los habitantes del desierto al otro lado de Canán. Se desconoce el significado de «Arab». Tal vez signifique simplemente «nómada», pues la palabra se refiere al hebreo
arabah
, que significa «estepa». También podría significar algo jactancioso, como «hombre de la raza dominante».
En cualquier caso, Arabia es el nombre que se da en la actualidad a la enorme península, desértica en su mayor parte, situada al sur del Semicírculo Fértil, que tiene más de un millón y medio de kilómetros cuadrados de área y una población que en nuestros días se eleva a los diez millones de habitantes.
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Muchos creen que es la cuna original de los pueblos que hablan lenguas semíticas. Como no era una tierra fértil, su población se multiplicó fácilmente hasta el punto de que el territorio no pudo albergarlos a todos, y muchas tribus viajaron hacia el norte, a una parte u otra del Semicírculo Fértil. Esta tendencia quizá fuese más acusada en tiempos prehistóricos, cuando empezó a sentirse la desertización, pero continuó hasta bien entrados los tiempos históricos; la difusión más reciente y, en algunos aspectos, más grande se produjo el siglo siete dC, cuando los árabes extendieron el islamismo por vastas regiones de Asia y África.
Los acadios pudieron salir de Arabia en los albores de la historia para invadir Sumeria y dar a la zona su héroe conquistador, Sargón. Los diversos grupos cananeos tal vez procediesen de Arabia, como los arameos y caldeos posteriores, por no hablar de las propias tribus hebreas.
Durante el período posterior a la muerte de Salomón, el cronista habla única y exclusivamente de la historia de Judá. Salvo cuando se mezcla con la de Judá, se ignora la historia de Israel, porque en la época del cronista estaba claro que Israel había desaparecido para siempre. No se menciona ni a Elías ni a Eliseo. El cronista estaba convencido de que sólo a través de Judá se cumpliría la naturaleza eterna de las promesas de Dios.
La historia de Judá es la del Templo y la de la monarquía. El Templo constituye una gran constante; el lugar ideal del culto y el verdadero protagonista de la historia. Por otro lado, la monarquía es un péndulo oscilante. Hay reyes buenos que reforman el culto y se mantienen fieles al ideal del Templo; hay reyes malos que pervierten el culto y animan la idolatría. Hay reyes que unas veces son buenos y, otras, malos.
La tesis del cronista es que la religión verdadera y la prosperidad mundana van de la mano; los reyes buenos prosperan y los malos sufren. Para exponer claramente su argumento, exagera enormemente las prosperidad y el sufrimiento. Los reyes buenos vencen a innumerables hordas enemigas y son muy ricos; los reyes malos pierden grandes batallas. El arrepentimiento convierte en seguida al malo en bueno; la apostasía hace inmediatamente malo al bueno, y en cada etapa del juego hay algún profeta o sacerdote que apoya al bueno y denuncia al malo.
Por ejemplo, en el 1 Reyes, Roboam, sucesor de Salomón, recibe poca atención y se le describe como infortunado. Desencadena la escisión entre Israel y Judá por un acto de imprudencia temeraria, y sufre la invasión de Sesac de Egipto.
Pero en el 2 Crónicas, hay una oscilación del péndulo. Inmediatamente después de la escisión, se afirma que los levitas iban en tropel a Judá:
2 Crónicas 11.13.
Los sacerdotes y levitas de todo Israel venían a él
(a Roboam)
de todos sus términos.
El 1 Reyes dice que Jeroboam instala sus santuarios en Bétel y en Dan, nombrando sacerdotes que no son levitas:
1 Reyes 12.31.
... hizo sacerdotes a gentes del pueblo que no eran de los hijos de Leví.
Así, pues, parece lógico que los levitas emigraran a Judá, donde se les presentaba el culto del Templo y los honores sacerdotales. Esto no se especifica en 1 Reyes, pero al cronista le conviene recalcarlo y, posiblemente, exagerarlo, porque muestra que sólo en Judá continuaba la religión verdadera y que la de Israel era completamente falsa.
Al principio, Roboam y los levitas se comportaron bien:
2 Crónicas 11.17.
... pues tres años siguieron por el camino de David y Salomón.
Por lo que Roboam prosperó:
2 Crónicas 11.21.
... tuvo dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.
Pero luego tuvo un desliz:
2 Crónicas 12.1.
... Roboam... se apartó de la ley... y con él todo Israel.
2 Crónicas 12.2.
... subió Sesac, rey de Egipto, contra Jerusalén, por haberse rebelado...
2 Crónicas 12.3.
con mil doscientos carros y sesenta mil jinetes; y el pueblo... no tenía número: libios, suquios y cusitas
.
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El cronista exagera el volumen del ejército, pero por lo demás los detalles son plausibles. Sesac es el primero de la dinastía libia y los «libios» son, casi con toda seguridad, las cohortes libias que servían a su mando. Los etíopes son mercenarios del sur. Los suquios son menos identificables, pero pueden referirse a Sucot (o Sukkot), ciudad situada en la parte oriental del delta del Nilo (v. capítulo 2). Por tanto, los suquios podrían ser los egipcios naturales del delta.
A consecuencia de la invasión, Roboam y la nación se retractan en respuesta a una advertencia del profeta Semayas:
2 Crónicas 12.6.
Los príncipes de Israel y el rey se humillaron...
Como resultado de esto, mientras Jerusalén y el Templo eran saqueados, el rey y la nación no fueron destruidos por completo.
A Roboam le sucedió su hijo Abías, que tal vez sea su nombre de rey, pero el verdadero era Abiam, que es el que se emplea en 1 Reyes.
El cronista suele dar el nombre de la madre del rey en el momento de su subida al trono, ya que es un dato de interés genealógico. En el caso de Abiam parece haber cierta confusión en este sentido.
1 Reyes 15.2.
... Su madre
(de Abiam)
se llamaba Macá hija de Abisalón
.
2 Crónicas 11.20.
Tomó
(Roboam)
... a Maacá, hija de Absalón, que le parió a Abías...
2 Crónicas 13.2.
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... El nombre de su madre
(de Abías)
fue Michaía, hija de Uriel de Gabaa...
Absalón, el hijo rebelde de David, tuvo por madre a una mujer llamada Macá y tal vez tuviese una hija o nieta de ese nombre, aunque no se menciona en los capítulos que tratan de Absalón. Se desconoce quién pudiera ser Uriel. No hay posibilidad de que se aclare la confusión, pero es interesante que si Absalón es efectivamente abuelo o bisabuelo de Abías, a pesar de que sus esfuerzos por lograr el trono fueron inútiles, su sangre corre por todos los reyes de la dinastía davídica a partir de Roboam.
En 1 Reyes, se declara simplemente que Abiam (Abías) de Judá y Jeroboam de Israel estaban en guerra, sin añadir más detalles. Sin embargo, Israel, que era más fuerte, no logró derrotar al más débil, Judá, y el cronista emplea esto como ejemplo para demostrar sus tesis. Describe una batalla en que ochocientos mil hombres de Israel combatieron contra cuatrocientos mil hombres de Judá. Abías lanzó al enemigo un vehemente discurso en favor del Templo antes de la batalla, y aunque los israelitas doblaban en número a los judeos y los tenían rodeados, los hombres de Judá consiguieron una gran victoria y:
2 Crónicas 13.17.
... cayendo de Israel quinientos mil hombres...
De modo que Jeroboam se debilitó para siempre y murió pronto:
2 Crónicas 13.21.
Abías fue poderoso, tuvo catorce mujeres...
Asa, el hijo de Abías, es un rey reformista. En consecuencia, ha de esperarse que no tenga nada que temer respecto a una nueva invasión; una que no se menciona en 1 Reyes:
2 Crónicas 14.8.
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Salió contra ellos
(Judá)
Zeraj, cusita
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con un ejército de mil millares de hombres y trescientos carros, llegando hasta Maresa
.
La idea de un millón de hombres que entraran en masa en Judá (Maresa está a unos cuarenta kilómetros al suroeste de Jerusalén) en el siglo noveno aC es algo que escapa a la imaginación. Pero el cronista no hace sino destacar la gloria de la victoria final de Asa y no es preciso tomar esa cifra en serio.
2 Crónicas 14.10.
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Clamó Asa a Yahvé.
2 Crónicas 14.11.
[121]
Yahvé deshizo a los cusitas
[122]
ante Asa
.
2 Crónicas 14.12.
[123]
Asa... los persiguieron hasta Guerar...
2 Crónicas 14.13.
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... batiendo todas las ciudades que había cerca de Guerar...
El cronista quizá exagere y moralice, pero al parecer no inventa por completo las historias. En el 1 Reyes no se menciona ni a Zeraj ni a su invasión, y sin embargo ese libro se centra mucho en Israel; es posible que el ataque de Zeraj no fuese más que una incursión sin importancia a cargo de un cabecilla fronterizo.
Tras su penetración victoriosa, Sesac pudo dejar un destacamento del ejército en Guerar, al sur de Judá, y en tiempo de Asa tal vez hubiese un mercenario etíope al cargo del destacamento. La de éste sería la incursión derrotada.
Asa reinó del 915 al 875 aC, y en ese período reinaba el segundo faraón de la dinastía libia. Se llamaba Osorcón I, que reinó del 919 al 883 aC. No es imposible que Zeraj fuese Osorcón.
Sin embargo, en el caso de Asa el péndulo vuelve a retroceder. Basa de Israel ejerce sobre él duras presiones y, en consecuencia, establece una alianza con Siria. Tal fe en alianzas mundanas y no en el Señor ofende al partido profético. y el cronista se apresura a contar la muerte de Asa, debida a una enfermedad de los pies. Añade otro toque de desaprobación en un par de versículos que en la actualidad se utilizan a veces como un ataque a la profesión médica:
2 Crónicas 16.12.
... pero tampoco en su enfermedad buscó a Yahvé, sino a los médicos.
2 Crónicas 16.13.
Durmióse Asa con sus padres...
El cronista describe al rey siguiente, Josafat, como un gran monarca reformador y, en consecuencia, su reinado es una época de paz y de poder:
2 Crónicas 17.12.
Crecía, pues, Josafat grandemente...
El hecho de que Josafat fuese un aliado leal e incluso servil de Acab de Israel (la razón mundana de la paz y de la prosperidad de Judá en la época) se menciona en relación con su guerra conjunta en Ramot Galad, durante la cual murió Acab (v. cap. 11 ). Pero a Josafat sólo se le hace un reproche suave por ello.
Su continua reforma política conduce a una gran victoria sobre los moabitas y amonitas, pero se le censura su permanente alianza con Israel por el fracaso de su flota comercial (v. cap. 11).
Con Joram, marido de Atalía y yerno de Acab y Jezabel (v. cap. 12), y su hijo Ocozías (también hijo de Atalía) se produce una reacción seria. Bajo la influencia de Atalía, se traen cultos fenicios a Judá. En el reinado de Joram, filisteos y árabes toman y saquean Jerusalén y el rey murió poco después de una enfermedad incurable de los intestinos. En cuanto a Ocozías, murió asesinado en Israel durante la revolución de Jehú (v. cap. 12).
El cronista pasa luego a la usurpación de Atalía y a la salvación de Joás (v. cap. 12), y en este caso el héroe es Joyada, sumo sacerdote y marido de Josaba, tía del príncipe.
Joyada organiza la conspiración que acaba con Atalía y coloca a Joás en el trono, observando meticulosamente el ceremonial del Templo en todos sus detalles. Vuelve a instaurar la reforma y, mientras vive, todo va bien. Su muerte se describe de un modo que recuerda el Génesis:
2 Crónicas 24.15.
Murió Joyada viejo y, harto de días; tenía al morir ciento treinta años.
Seguidamente, Joás vuelve a caer en el error, y cuando Zacarías, hijo de Joyada, se lo reprocha, el rey ordena lapidarlo a muerte en el patio del Templo:
2 Crónicas 24.22.
No se acordó el rey Joás del bien que le había hecho Joyada.... y dio muerte a su hijo...
En consecuencia, un pequeño ejército sirio invadió el país y derrotó a las fuerzas que defendían Judá, más numerosas. Joás sufrió una enfermedad y, al final, lo asesinaron unos cortesanos.
El monarca siguiente, Amazías, empezó bastante bien su reinado. Tras decidir la reconquista de Edom, que se había rebelado a la muerte de Josafat, contrató a cien mil mercenarios israelitas. Cuando el partido profético protestó ante tal dependencia de ayuda mundana, Amazías los despidió y perdió el dinero con que los había pagado. Como consecuencia:
2 Crónicas 25.11.
Amazías ... deshizo a diez mil hombres de los hijos de Seir.
Pero la victoria causó problemas a Amazías, porque se sintió atraído por los dioses edomitas.
2 Crónicas 25.14.
... Amazías ... trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir ... prosternándose ante ellos...
Ésta es la causa que el cronista atribuye a la siguiente derrota de Amazías por Joás de Israel (v. cap. 12) y su asesinato final a manos de unos conspiradores.
A Amazías le sucedió su hijo:
2 Crónicas 26.1.
Todo el pueblo de Judá tomó a Ozías.... y le puso por rey...
Al parecer, Ozías es su nombre de rey, y su nombre auténtico, utilizado en 2 Reyes, es Azarías. Ozías fue un rey reformador y, a ojos del cronista, eso explica el hecho de que derrotara a filisteos y amonitas, que reorganizara espléndidamente el ejército de Judá y que dotara a Jerusalén de fortificaciones sólidas.