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Authors: Michelle Nielsen

Creando a Matisse

 

CREANDO A MATISSE, Michelle Nielsen – Un sistema práctico y eficaz para manifestar y crear realidades, usando las leyes espirituales cuánticas.

Creando a Matisse es un sistema práctico para crear realidades, una interesante obra que trata sobre la capacidad que tenemos los seres humanos de construir nuestra propia vida.

De Michelle Nielsen, la coautora del libro In Service de Wayne Dyer, Creando a Matisse es la historia de cómo una madre, usando las leyes espirituales cuánticas, manifestó la curación de su hijo de un severo retraso, daños neurológicos y problemas de vinculación.

Creando a Matisse es un proceso simple y práctico que puedes usar para manifestar absolutamente cualquier visión de naturaleza material, emocional, espiritual o altruista, para ti mismo/a y para otros.

Se trata de un programa de manifestación probado y progresivo que te hará pensar en tu batería de recursos personales de maneras nuevas y emocionantes.

Un «Entrenamiento básico» en las técnicas empleadas por los grandes Maestros Manifestadores como Oprah Winfrey, Pau Casals, Tina Turner y Nelson Mandela para realizar sus sueños y fortalecer a otros para que pueda hacer lo mismo.

Finalmente, también descubrirás El Sistema que gente de todo el mundo está llamando «La Guía del Usuario para El Secreto».

Michelle Nielsen

Creando a Matisse

ePUB v1.2

Piolín.39
24.11.11

© Copyright 2008
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares de Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
Autora: Dra. Michelle Kathy Nielsen

Dedicatoria:

Este libro está dedicado a Tahlia, el mejor regalo de Navidad que he recibido nunca.

Agradecimientos:

Quiero dar las gracias a toda mi familia y a mis amigos por su apoyo en este proyecto. Un agradecimiento especial para Baba y Tía por estar siempre allí para Matisse y Tahlia y para mi compañero en la vida, Adrian, por creer siempre en mí más de lo que yo soy capaz de creer en mí misma. Gracias al equipo de Solana por "vigilar la casa", el equipo de mi casa, el equipo de SCB, todos los escritores, mentores y conferenciantes que me han inspirado y me iniciaron en este viaje, y que aparecen mencionados en los recursos recomendados.
Y
un sincero y gran agradecimiento para mi correctora y profesora de escritura, Michelle Reé de
www.ThePeacefulArtist.com
, por su increíble creatividad, genialidad e inspiración.

Sobre Dra. Michelle Nielsen:

Michelle Nielsen es doctora en Chiropracitc (EE UU), empresaria inmobiliaria y conferenciante. En sus populares cursos ofrece formación a "futuros Maestros Manifestadores" en sus técnicas prácticas y contrastadas de creación de la realidad. También es una investigadora e innovadora muy respetada en su campo profesional, y está involucrada activamente en el desarrollo de la primera universidad quiropráctica de Barcelona.

Recientemente ha sido coautora, junto con Wayne Dyer y otros profesores y líderes del crecimiento personal, de In Service (que se publicará en abril de 2009).

Michelle es una ciudadana internacional viviendo en España, y está casada con el doctor Adrian Wenban, un compañero excepcional que manifestó usando los principios expuestos en Creando a Matisse. A ambos les gusta el snowboard, el surf y jugar con sus preciosos hijos, Matisse y Tahlia.

 

Un mensaje de la autora...

Antes de que empieces a leer Creando a Matisse, quiero compartir algo sobre mi propio desarrollo como Maestra Manifestadora de Realidades. Tengo la esperanza de que mi historia te ayude a hacerte una idea de quién es la persona cuyas palabras estás leyendo y, lo que es más importante, alguna idea de cómo podría avanzar tu propio desarrollo.

(Con esto me refiero al camino posible, y no al ritmo de tu avance. Con la explosión de conocimientos sobre la manifestación que se está produciendo actualmente, y teniendo a mano mi sistema, probablemente podrás desarrollar tus habilidades con mucha más rapidez de lo que yo lo he hecho hasta la fecha.)

Gracias a que me formé en el Método Silva Ultra-Mind y a que mi madre trabajaba muchas horas, en mi infancia dispuse de las herramientas y el tiempo necesarios para experimentar con la realidad. De hecho, empecé a usar las habilidades que comparto contigo en este libro para manifestar las cosas que quería y necesitaba, como ropa, libros, lecciones y otros "extras", antes de salir de la escuela elemental. Cuando llegué a secundaria, el dinero y los recursos venían a mí constantemente, en un flujo cada vez mayor.

A medida que me hacía mayor, continué desarrollando mis habilidades de manifestación. Superé obstáculos significativos para estudiar una profesión que me encanta y cree una próspera consulta quiropráctica antes de cumplir los treinta. Durante ese tiempo, también manifesté un compañero de vida excepcional, aventuras emocionantes, una reputación destacada como experta en mi campo y mucho, mucho más.

A lo largo de la última década he usado mis habilidades para acumular riquezas invirtiendo en propiedades inmobiliarias, mientras continúo expandiendo mi consulta, aunque he reducido mi horario considerablemente para reflejar mis prioridades como esposa y madre. He vivido un milagro tras otro en todas las áreas de mi vida.

Con cada visión que manifestaba, crecía mi capacidad de co-crear, principalmente porque hice del arte de manifestar el objetivo prioritario de mi energía emocional y mental.

Por tanto, no es sorprendente que hace un par de años empezara a compartir lo que sé con otros: como "entrenadora" de clientes privados, ofreciendo cursos y aconsejando a grupos de líderes en todos los aspectos del proceso de manifestación, y en mi sistema en particular.

Finalmente, en solo un año he usado mis habilidades para manifestar la visión más importante que he concebido nunca: la libertad de mi hijo del severo retraso, del daño neurológico y de los problemas emocionales causados por su nacimiento extremadamente prematuro.

Al manifestar la curación de Matisse, he manifestado a mi hijo tal como verdaderamente es, la persona que estaba destinado a ser. Y me he manifestado a mí misma, una nueva visión de servicio... y el libro que ahora tienes entre las manos.

No me cabe duda de que cuando pongas en práctica en tu vida estos simples pasos, manifestarás una nueva visión para ti mismo, el tú que siempre estuviste destinado a ser... ¡Y muchos otros milagros!

¡Sujétate el sombrero! ¡Va a ser un viaje emocionante!

CREANDO A MATISSE

CONTENIDOS

Prefacio:
Matisse

Introducción:
Los Maestros Manifestadores y tú<


Primer Paso:
Clarificar una visión

Segundo Paso:
Haz un escrito de la visión

Tercer Paso:
Crea un collage de la visión

Cuarto Paso:
Desarrolla un plan de manifestación

Quinto Paso:
Despeja un espacio en tu mente y en tu vida

Sexto Paso:
Conecta con tu espíritu

Séptimo Paso:
Conecta con la inteligencia Universal

Octavo Paso:
Retira los bloqueos emocionales

Noveno Paso:
Acumula fe y ríndete

Décimo Paso:
Revisa y Re-visiona

Manifestar un Nuevo Mundo

Los diez pasos de un "vistazo"

Fuentes

Resumen: Manifestación

Los seres conscientes hacen que surjan realidades específicas del océano (metafórico) de infinitas realidades posibles dirigiendo consistentemente su energía emocional y mental hacia ellas.

Prefacio: Matisse

Oigo a Matisse agitarse y llorar en su habitación y miro al reloj. Son las 6:15 a.m. Un cálculo rápido me confirma que sólo he dormido cinco horas desde que di la última comida a Tahlia. Su llanto se hace más audible por momentos. A menudo despierta en este estado de agitación.

Salgo de la cama y me dirijo hacia su habitación, esperando ser capaz de confortarle. Sin embargo, cuando me ve abrir la puerta, reacciona como suele hacerlo, gritando: "¡N-n-no! ¡N-n-no! ¡Tú! ¡N-n- no!" Me acerco a él y trato de darle un abrazo que ayude a calmarlo, pero me aparta. Sus brazos flaquean, está enrabietado.

Tengo los ojos llenos de lágrimas. ¿No está el lugar de una madre al lado de su hijo, confortándole? ¿No es un deseo natural de todos los niños pequeños que su madre les abrace, les quiera y disipe sus miedos? Bueno, parece que Matisse está desarrollándose a toda velocidad al menos en un área: ya detesta a su madre tanto como podría hacerlo un adolescente. Y parece que siempre se ha sentido así. A estas alturas ya debería estar acostumbrada. El rechazo no debería afectarme tanto, una y otra vez. Pero me afecta.

No puedo dejar de ir a él, de esperar, de rezar, de intentar forjar una conexión con mi hijo, este hijo que deseo sobre todas las cosas tener en mis brazos. A veces se muestra enfadado y temperamental con otros, pero a mí me rechaza consistentemente. "¡P-a-p-a! ¡P-a- pa!" dice llorando, reclamando la presencia de su padre. El hecho de que tartamudee menos cuando está disgustado no nos reconforta en lo más mínimo.

Mientras su padre viene por el pasillo hacia nosotros, mi mente repasa todas las razones por las que Matisse podría sentir lo que siente hacia mí, todas las explicaciones que los médicos y otros especialistas me han dado de su conducta. Fue extraído de mi vientre seguro y cálido tres meses antes de que su cuerpo y su espíritu estuvieran preparados para afrontar el mundo externo. Pasó los tres meses siguientes en una incubadora, casi completamente aislado de cualquier contacto humano. Era demasiado frágil para que pudiera sostenerlo en mis brazos hasta dos meses después de su traumático nacimiento. Todo esto dio como resultado un "vínculo insuficiente" (un término frío y cruel).

Y ahora está enfadado y frustrado por sus limitaciones cada vez mayores, y se lo echa en cara a la persona con la que, paradójicamente, está más conectado: su madre.

Cuando Adrián entra en la habitación y se sienta en la cama de Matisse, éste deja de llorar, va hasta él, le da un gran abrazo y se acomoda en su brazos.

El resto de la mañana se desarrolla con normalidad. Matisse me rechaza y se rebela contra mí, y la hora que todos pasamos tratando de salir de casa por la mañana parece más como tres o cuatro. Siento un alivio culpable cuando le dejo en manos de su profesora tras nuestro tenso paseo hasta el colegio.

Mientras vamos hacia el trabajo, el taxista me pregunta:

-¿Le importa si escuchamos la radio? -y yo suspiro mientras inclino mi cabeza contra el respaldo.

-Bien.

Poco después de elegir una emisora, los compases de una dulce balada que no he oído en casi cinco años inundan el coche y me transportan en el tiempo...

En verano de 2003, mi marido Adrian y yo estábamos relajándonos felizmente en una preciosa playa española después de un mes muy ajetreado en la consulta. De vez en cuando uno de nosotros pasábamos la mano sobre mi vientre cada vez más abultado, y ambos sonreíamos:

-¡Cualquier día debe empezar a notársete más! -me aseguró varias veces. (Mi vientre aún estaba tan plano que una camisa suelta o un jersey ocultaban mi embarazo.)

De repente me sentí mareada y tuve náuseas.

-Cree que tengo que irme del sol -dije.

Cogimos las cosas y fuimos hacia el coche. Cuando giré la llave para abrir el maletero, empecé a perder fluidos corporales. No goteaba,
salía a chorros.
Me miré los pies. Ellos, y el suelo debajo, eran de color carmesí brillante. Tenía sangre por todas partes. En el transcurso de un latido me di cuenta de que mi vida nunca volvería a ser la misma.

Estuve 16 horas pasando de la conciencia a la inconsciencia antes de que abrir los ojos definitivamente para contemplar la cara bondadosa y preocupada del médico.

-Señora Nielsen -dijo amablemente- su vida está en peligro, y también la de su bebé. Siento comunicarle que tenemos que acabar con su embarazo cuanto antes o sacar al niño lo antes posible. Si decide no acabar con la vida de su bebé, debe saber que tiene pocas probabilidades de sobrevivir. Y si sobrevive, debe estar preparada para ser la madre de un niño con necesidades especiales. Es posible que sea ciego o sordo, o podría sufrir parálisis cerebral. Probablemente será retrasado, tal vez mucho.

Matisse sobrevivió. Sólo pesó 800 gramos, y era tan pequeño que cabía fácilmente en una mano, y tan frágil que los médicos nos dijeron que no podíamos tocarlo en absoluto. Posteriormente una de mis amigas dijo que tenía el tamaño de una "taza de té", y su descripción era precisa. Cuando por fin pude verle tres días después de nacer, me sentí desolada. No podía creer que hubiera ninguna esperanza real de llevarlo alguna vez a casa. Todo mi cuerpo ardía en deseos de tenerlo en mis brazos.

Hay bebés prematuros, bebés muy prematuros y bebés extremadamente prematuros. Con sólo 29 semanas de gestación cuando nació, Matisse era un bebé extremadamente prematuro. Su supervivencia misma fue un milagro, y dimos las gracias a Dios y al Universo por ella. Pero los tres primeros meses de su vida, que pasó en el hospital, fueron, como mínimo, duros y traumatizantes.

El día que por fin le trajimos a casa, sentimos que nuestras vidas empezaban. Y también empezó nuestra lucha como familia. Después de ser un bebé tenso y difícil de aliviar (¿quién no lo sería con sus comienzos?), Matisse pasó a ser un niño frágil y frustrado. Hasta la edad de tres años y medio, sus horas de vigilia estaban marcadas por una lucha constante por mantener la cabeza erguida sobre su fino y subdesarrollado cuello y sus hombros. Cuando su cuerpo se fortaleció suficientemente para aliviarle de esta inmensa tarea diaria, su padre y yo también nos sentimos aliviados.

En todo momento, y durante años, observamos y esperamos. Contuvimos la respiración, apartando los ojos de los indicadores que marcan el desarrollo normal, que llegaban muy lentamente o no lo hacían en absoluto. Le dimos ajustes quiroprácticos, le dimos comida saludable y le quisimos. Le compramos juguetes educativos y otras herramientas, y tratamos de interesarle en ellos, con poco efecto. Jugamos con él, trabajamos con él, le leímos...

Ahora, casi cinco años después del nacimiento de mi hijo, voy de camino al trabajo, escuchando la canción que sonaba en la radio el día que la sangre me cubrió los pies en la playa. Y pienso en los primeros días y semanas de su vida.

No pienso en cómo seguimos haciendo todo lo que he descrito anteriormente, aunque nada parece cambiar nunca. No pienso en cómo pretendemos que simplemente va un poco retrasado y pronto se pondrá a la altura.

-Está hablando mejor, ¿cierto? -dice uno de nosotros, y el otro siempre concede.

No pienso en que sus "mejoras" se miden en milímetros, mientras que otros niños de su edad progresan a saltos. No estoy pensando en estas cosas porque no puedo.

Pero muy pronto tendré que pensar en ellas. Y cuando afronte la verdad, no me partiré en dos, como temía... Me romperé. A partir de ahí empezarán a ocurrir los
milagros
...

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