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Authors: Jasper Fforde

Algo huele a podrido (15 page)

BOOK: Algo huele a podrido
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—Hola —dijo—, ¿puedo ayudarla?

—Soy yo, Thursday.

—¿Thursday? —repitió con los ojos bien abiertos mientras se ponía en pie—. ¿Mi hija Thursday?

Asentí, y él se acercó más.

—¡Cielos! —exclamó, examinándome con gran interés—. ¡Qué maravilloso volver a verte! ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Seis siglos?

—Dos años. —Dije dos años para evitar embrollar las cosas mencionando la conversión de esa mañana—. Pero ¿por qué vuelves a trabajar para la CronoGuardia? Creía que eras un renegado.

—¡Ah! —dijo, indicándome que me acercase y bajando la voz—. Se produjo un cambio de dirección y dijeron que prestarían atención a mis quejas si trabajaba para ellos en el Cuerpo de Preservación Histórica. Tuve que aceptar ser degradado y no me reactualizarán hasta que no acaben con el papeleo, pero por lo demás va muy bien. ¿Tu marido sigue erradicado?

—Me temo que sí. ¿Alguna posibilidad…?

Hizo una mueca.

—Me encantaría, garbancito, pero la verdad es que tengo que tener mucho cuidado durante algunas décadas. ¿Te gusta la oficina?

Miré la decoración anticuada de la salita.

—Un poco pequeña, ¿no?

Mi padre, que estaba sin duda de un humor excelente, sonrió.

—Oh, sí, y eso que aquí trabajamos más de setecientos. Como no podemos estar todos dentro a la vez, extendemos el uso por el flujo temporal como si fuese un trozo de elástico. —Separó las manos todo lo posible, en plan demostración—. Lo llamamos tiempo compartido. —Se frotó la barbilla y miró a su alrededor—. ¿Qué fecha es aquí fuera?

—Es 14 de julio de 1988.

—Qué golpe de suerte —dijo, bajando aún más la voz—. Es providencial que te hayas presentado. Me han echado la culpa por la guerra entre Alemania y Dinamarca de 1864.

—¿Fue culpa tuya?

—No… fue cosa del zoquete de Bismarck. Pero no importa. Me han trasladado a otra división del Cuerpo de Preservación Histórica para darme una segunda oportunidad. Mi primera misión es en julio de 1988, así que ahora mismo toda información sobre la situación local es una bendición. ¿Has oído hablar de alguien llamado Yorrick Kaine?

—Es canciller de Inglaterra.

—Eso me suponía. ¿San Zvlkx regresa mañana?

—Es posible.

—Vale. ¿Quién ha ganado la Superhoop?

—Eso será dentro de una semana a partir del sábado —expliqué—. Todavía no ha pasado.

—No es estrictamente cierto, garbancito. Todo lo que hacemos sucedió en realidad hace mucho, mucho tiempo… incluso esta conversación. El futuro ya está allí. Los pioneros que abrieron los primeros surcos históricos en la línea temporal virgen murieron hace eones. Ahora simplemente nos limitamos a intentar preservarla más o menos como debería ser. Por cierto, ¿has oído hablar de alguien llamado Winston Churchill?

Pensé un momento.

—Fue un estadista inglés que se puso en evidencia durante la Gran Guerra. Murió en 1932 atropellado por un taxi.

—Por tanto, ¿no era nadie fundamental?

—La verdad es que no. ¿Por qué?

—Ah, por nada. Es sólo una teoría en la que estoy trabajando. En cualquier caso, todo ha sucedido ya… de no haber sido así no habría necesidad de gente como yo. Pero las cosas salen mal. En el curso normal de los acontecimientos, el tiempo vuela de un lado a otro, desde el final del entonces hasta el comienzo del ahora, como la lanzadera en el telar, entretejiendo los hilos de la historia. Si se encuentra con un obstáculo podría doblarse un poco y nadie apreciaría el cambio. Pero si el obstáculo es grande, y Kaine es uno muy grande, créeme, entonces la historia se desvía. Y eso es lo que tenemos que corregir. Me han trasladado a la División de Prevención del Armagedón, y se acerca un desastre apocalíptico de Nivel III capaz de acabar con toda la vida. —Un momento de silencio—. ¿Sabe tu madre que llevas el pelo tan corto?

—¿Se supone que debe suceder?

—¿Lo de tu pelo?

—No, el Armagedón.

—En absoluto. Tiene un Índice de Probabilidad Final de sólo el veintidós por ciento: «no es muy probable».

—Entonces, no es como ese incidente con la Crema Maravillosa —comenté.

—¿Qué incidente?

—Nada.

—Vale. Bien, como estoy a prueba, más o menos, les pareció que debía empezar por algo pequeño.

—Sigo sin comprenderte.

—Es muy simple —dijo mi padre—. Dos días después de la Superhoop, el presidente Formby morirá por causas naturales. Al día siguiente, Yorrick Kaine se proclamará dictador de Inglaterra. Dos semanas después, tras el tradicional secuestro de la prensa y la ejecución sumaria de los antiguos partidarios, Kaine declarará la guerra a Gales. Dos días después de una larga batalla con tanques en la frontera con Gales, los Clanes Unidos de Escocia lanzarán un ataque contra Berwick-upon-Tweed. Resentido, Kaine bombardeará Glasgow y el Imperio sueco entrará en la guerra en apoyo de Escocia. Rusia se unirá a Kaine después del saqueo de su asentamiento colonial en Fetlar… y la guerra se trasladará al continente europeo. No tardará en convertirse en una lucha apocalíptica entre las superpotencias africanas y americanas. En menos de tres meses la Tierra no será más que un montón humeante de cenizas radioactivas. Claro está —añadió—, que eso no es más que el panorama peor. Probablemente nada de esto suceda nunca y, si tú y yo hacemos bien nuestro trabajo, así será.

—¿No puedes limitarte a matar a Kaine?

—No es tan fácil. El tiempo es el pegamento del cosmos, garbancito, y hay que retirarlo con cuidado. Te sorprendería saber con qué insistencia la línea temporal histórica cuida de los déspotas. ¿Por qué crees que dictadores como Pol Pot, Bokassa e Idi Amin viven tanto y gente como Mozart, Jim Henson y la madre Teresa mueren relativamente jóvenes?

—No creo que podamos considerar joven a la madre Teresa.

—Al contrario… se suponía que viviría hasta los ciento veinte.

Una pausa.

—Vale, papá… ¿Cuál es el plan?

—Bien. Es increíblemente complejo y también increíblemente simple. Para evitar que Kaine se haga con el poder, debemos descarrilar al máximo a su patrocinador, la Corporación Goliath. Sin ella, no tiene poder. Para lograrlo, tenemos que garantizar… que Swindon gane la Superhoop.

—¿Y eso cómo?

—Está relacionado con la causalidad. Sucesos sin importancia tienen grandes consecuencias. Ya verás.

—No, me refiero a cómo voy a lograr que gane Swindon. Aparte de Kapok, Aubrey Jambe y quizá
Biffo
Mandible, los jugadores son todos, bueno, una mierda… por no dar más detalles. Sobre todo cuando los comparas con sus oponentes en la Superhoop, los Machacadores de Reading.

—Estoy seguro de que se te ocurrirá algo, pero cuida de Kapok… es el primero al que intentarán eliminar. Tendrás que hacerlo sola, garbancito, yo tengo mis propios problemas. Parece ser que la muerte de Nelson al comienzo de la batalla de Trafalgar no fue, después de todo, obra de Revisionistas Históricos franceses. Hablé con un conocido en la CronoGendarmería y le hizo gracia sólo la idea de que los Revisionistas fuesen a intentar hacer algo así; los modelos avanzados de flujo temporal con Napoleón como emperador de toda Europa no dan muy buenos resultados para Francia… a la larga están mucho mejor con las cosas tal y como sucedieron.

—Entonces, ¿quién mató a Nelson?

—Bien, el propio Nelson. No me preguntes la razón. Bueno, ¿para qué querías verme?

Tuve que pensar con cuidado.

—Bien… en realidad para nada. Te he visto hace tres horas y me has dicho que habíamos hablado, así que he venido a verte. Ahora supongo que debería pedirte que descubras quién intentaba matarme esta mañana, cosa que no podría hacer si no me hubiese encontrado contigo esta mañana, y te he visto esta mañana porque acabo de decirte que intentaban asesinarme —Papá rio.

—Es un poco como tener una secadora en la cabeza, garbancito. A veces no sé si estoy allá o ahora. Pero será mejor que compruebe lo del asesinato, por si acaso.

—Sí —dije, más confundida que nunca—. Supongo que será lo mejor.

9 Erradicaciones Anónimas

GOLIATH APOYA A KAINE Y AL PARTIDO WHIG

Ayer la Corporación Goliath reafirmó su apoyo al canciller Kaine en una fiesta para honrar al líder inglés. Durante una cena lujosa a la que asistieron más de quinientas personalidades importantes del comercio y los departamentos gubernamentales, Goliath aseguró su inquebrantable apoyo al canciller. En respuesta, Kaine agradeció cortésmente ese apoyo y anunció el proyecto de un paquete de medidas destinadas a ayudar a la Goliath en su cambio, muy deseable aunque difícil, a corporación basada en la fe, así como a financiar varios programas actuales de armamento, cuyos detalles han sido declarados secretos.

The Toad
, 13 de julio de 1988

Cuando Hamlet y yo llegamos a casa un equipo de televisión de Swindon5 me esperaba en la acera.

—Señorita Next —dijo el periodista—, ¿puede decirnos dónde ha estado estos dos últimos años?

—Sin comentarios.

—Pueden entrevistarme a mí —dijo Hamlet, que había comprendido que allí fuera era un famoso.

—¿Y quién es usted? —preguntó el periodista, sin entender nada.

Yo le miré y se desinfló.

—Soy… soy… su primo Eddie.

—Muy bien, primo Eddie, ¿puedes decirnos dónde ha estado la señorita Next durante los últimos dos años?

—Sin comentarios.

Y recorrimos el camino del jardín hasta la puerta principal.

—¿Dónde has estado? —exigió saber mi madre en cuanto cruzamos el umbral.

—Siento llegar tarde, mamá. ¿Cómo le ha ido al pequeñín?

—Agotador. Dice que su tía Mel es una gorila que puede pelar plátanos con los pies colgada de una lámpara.

—¿Ha hablado?

Friday empleaba la ancestral e internacional señal infantil para pedir que lo cogiesen —levantar los brazos— y, cuando lo hice, me estampó un beso húmedo en la mejilla y se puso a parlotear de un modo ininteligible.

—No es que haya dicho mucho —admitió mamá—, pero me ha hecho un dibujo de la tía Mel bastante explícito.

—¿La tía Mel una gorila? —Reí, mirando el dibujo, que era claramente de… bien, un gorila—. ¡Vaya imaginación!

—Vaya que sí. Me lo encontré subido al aparador, dispuesto a columpiarse de las cortinas. Cuando le dije que eso no se hace me señaló el dibujo de la tía Mel, con lo que entiendo que ella le deja.

—Te deja, ¿eh? Es decir, que se columpió, vaya.

Pickwick
entró con cara de disgusto, ataviado con un gorro de papel pegado con cinta adhesiva.


Pickwick
es un compañero de juegos muy tolerante —dijo mi madre, a quien evidentemente no se le daba muy bien entender las expresiones de los dodos.

—Tengo que buscarle una guardería. ¿Le has cambiado el pañal?

—Tres veces. Sale todo directamente, ¿no?

Olisqueé las perneras de sus pantalones.

—Sí. Directamente.

—Bien, tengo reunión con mi grupo de metal repujado —dijo, poniéndose el sombrero y cogiendo el bolso y las gafas de protección para soldar—, pero será mejor que te busques alguna cuidadora de confianza. Yo puedo ocuparme una hora de vez en cuando, pero no puedo días enteros… y la verdad es que no quiero cambiar más pañales.

—¿Crees que lady Hamilton cuidaría de él?

—Es posible. —Lo dijo en un tono que daba a entender todo lo contrario—. Puedes preguntárselo.

Abrió la puerta y recibió un
plun
furioso de
Alan
, que estaba algo de malas y arrancaba flores del jardín delantero. Con velocidad increíble, mi madre lo agarró por el cuello y entre
plunes
y a pesar de su resistencia furiosa le metió sin contemplaciones en el cobertizo y cerró la puerta con llave.

—¡Pajarraco horrible! —dijo mi madre, dándole un beso a Friday—. ¿Tengo el monedero?

—En el bolso.

—¿Llevo el sombrero?

—Sí.

Sonrió, me dijo que no debía molestar a Bismarck ni comprar nada a ningún vendedor puerta a puerta a menos que fuese una verdadera ganga, y se fue.

Cambié a Friday, luego le dejé que fuese a buscar algo que hacer. Preparé té para Hamlet y para mí. Hamlet había puesto la tele y miraba el canal Shakespeare de MOLE-TV. Yo me senté en el sofá y miré el jardín. Un mamut lo había destruido la última vez que había estado allí y comprobé que mi madre lo había replantado con especies no demasiado agradables al paladar de los
Proboscidea;
muy conveniente, teniendo en cuenta las migraciones. Mientras miraba,
Pickwick
pasó anadeando, posiblemente preguntándose dónde se había ido
Alan.
En términos de un día de trabajo, había logrado muy poco. Seguía siendo detective literario pero debía 20.000 libras y no estaba más cerca de recuperar a Landen.

Mi madre volvió como a las ocho y el primero de sus amigos de Erradicaciones Anónimas apareció a las nueve. Eran diez, y tan pronto como atravesaron la puerta se pusieron a charlar sobre los que describían como sus «perdidos». Emma Hamilton y yo no estábamos solas en eso de tener a cónyuges con problemas de existencia. Pero aunque daba la impresión de que Landen y el Horacio de Emma persistían en forma de recuerdos intensos, mucha gente no tenía tanta suerte. Algunos sólo tenían la vaga sensación de que debería haber alguien que no estaba. Para ser sincera, la verdad es que no quería estar allí, pero se lo había prometido a mi madre y vivía en su casa, por lo que no había más discusión.

—Gracias, damas y caballeros —dijo mi madre dando una palmada—. Si toman asiento podremos comenzar la reunión.

Todos se sentaron, provistos de té y Battenberg, y pusieron cara de expectación.

—Primero, me gustaría dar la bienvenida a un nuevo miembro de nuestro grupo. Como saben, mi hija ha estado fuera un par de años… ¡Me gustaría dejar claro que no ha estado en la cárcel!

—Gracias, madre —murmuré entre dientes mientras el grupo reía cortésmente, dando instantáneamente por supuesto que precisamente allí era donde había estado.

—Y ha aceptado amablemente unirse a nuestro grupo y decir unas palabras. ¿Thursday?

Respiré hondo, me puse en pie y dije apresuradamente:

—Hola a todos. Me llamo Thursday Next y mi esposo no existe.

Aplausos y alguien dijo:

—Así se hace, Thursday.

No se me ocurrió nada más que pudiese, o quisiese, decir, así que me senté. En silencio, todos me miraron, esperando con amabilidad a que siguiese hablando.

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