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Authors: Jens Lapidus

Tags: #Policíaca, Novela negra

Una vida de lujo (70 page)

BOOK: Una vida de lujo
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Estaba en la biblioteca, esperando a que comenzara una reunión.

Ya no pensaba tanto en su padre. Ya no veía la cara de Melissa Cherkasova delante de ella tan a menudo antes de dormir.

Había hecho la única cosa posible. Había castigado a quien había que castigar.

Tras la primera estocada, allí, en la sala de conferencias, la cara de Stefanovic había expresado sorpresa. Después, le había entrado pánico.

El afilado mango del peine se había hundido en él con tanta facilidad. Solo le hizo falta otra estocada para asegurarse. Esperó unos minutos después de que cayera al suelo. El suelo estaba encharcado de sangre.

Nadie de fuera pareció reaccionar. Todos los hombres estaban esperando en la planta de abajo.

Y después, en el aparcamiento, se había encontrado con Semion Averin, cara a cara.

Pero, menos mal: la unidad de asalto de la policía había atacado desde todos los frentes a la vez.

Ya que el hotel estaba lleno a reventar de policías, Natalie había tenido que pasar tres meses en prisión. A pesar de todo, se lo agradecía; si ellos no hubieran estado allí, ella habría acabado como su padre. El Lobo Averin le habría pegado un tiro en la cabeza desde menos de tres metros de distancia.

Detuvieron a JW y a su chófer, Hägerström. Detuvieron a varios de los hombres, tanto a los de ella como a los de Stefanovic. No consiguieron detener a los rusos y al intérprete. Y tampoco a Averin. También a ellos el hecho de que él hubiera salido de la nada les habría sorprendido. O, si no, no tuvieron tiempo para descubrirlo.

No sabía.

Se acomodó en la butaca. En el minibar había botellas de Johnnie Walker Blue Label, Glenfiddich, vodka, ginebra, Coca-Cola y tónica.

Se echó un vaso de Blue Label.

Dentro de diez minutos deberían estar aquí.

Ella pensó en JW.

Tenía que haber habido una filtración. ¿Por qué, si no, estaban todos aquellos policías allí? Quizá fuera ese chófer, Hägerström. Jorge, el colega de JW, le había llamado en el vestíbulo. Comentando que no era de fiar.

JW llamó para cotejar algunas cosas, por ejemplo, con la hermana de Hägerström. Era verdad lo que decía Jorge; Hägerström había mentido sobre cosas extrañas. JW: con la paranoia por las nubes como siempre, no iba a asumir ningún tipo de riesgos. Llamó a Mischa Bladman directamente.

Fue la reacción correcta. Veinte minutos después del golpe en el hotel Radisson Blu Arlandia, la policía registró las oficinas de MB Redovisningskonsult. Parecía que también estaban al tanto de dónde estaba el local secreto.

Más de quince policías asaltaron el lugar, poniendo a Bladman contra la pared. Registraron tanto la oficina oficial como la extraoficial con lupa.

Pero no encontraron
nada
.

Bladman, un héroe. Él y algunos ayudantes habían tenido tiempo para borrar los discos duros, deshacerse de las carpetas más importantes y vaciar el archivo de la oficina y las estanterías de la oficina extraoficial en menos de un suspiro. Habían eliminado todo el material que pudiera aportar pruebas concluyentes.

Soltaron a JW de la prisión al mismo tiempo que a ella. Quedó libre como el viento.

Él la había llamado para contárselo. Los policías de la unidad de delitos económicos tenían muchas pruebas, pero su nombre, su cuenta o su firma no aparecían en ningún sitio. El testaferro, Hansén, había hecho un trabajo sólido. Y Bladman había actuado con extrema rapidez.

Y, ahora, JW estaba en algún lugar en el extranjero. Dejando que las cosas se enfriasen.

Ahora mismo había un pequeño superávit de gente cabreada en casa.

Ochenta millones de coronas desaparecidas tendían a crear cierta frustración.

Pero volvería; se lo había prometido a Natalie.

Ella estaba deseando que llegara el momento.

La puerta de la biblioteca se abrió.

Entró Göran.

Tres besos en las mejillas.

Natalie le echó un whisky. Él se sentó.

—Los demás vendrán en cualquier momento.

—Bien.

—El hombre de Ivan Hasdic llamó —dijo él—. Van a enviarnos cosas mañana. Deberían estar aquí el jueves.

Natalie se tomó un sorbo de whisky.

—Bien —repitió.

Estuvieron callados durante un rato.

—Luego he dejado que Darko fuera a hablar con tu exnovio, Viktor —dijo Göran.

—¿Y qué le dijo?

—Darko tuvo que explicárselo muy detalladamente. Pero ahora se han puesto de acuerdo, ha entendido las consecuencias. No hará nada que defraude a nadie.

Natalie se echó hacia atrás.

—Bien —dijo, por tercera vez. Sabía que JW estaría contento.

La biblioteca había quedado bonita. Había vuelto a tapizar las paredes. Papel de color verde claro en lugar del viejo, de color oscuro. Nuevas estanterías a lo largo de las paredes, más claras, con espacios cuadrados para los libros. Había dejado los cuadros. Europa y los Balcanes. El Danubio. La batalla de Kosovo Polje. Los retratos de los santos. Los mapas de Serbia y Montenegro.

Pero también había colgado un cuadro nuevo: un grabado enmarcado de un plano de Estocolmo de 1803.

Entonces la ciudad era considerablemente más pequeña. El casco antiguo, las partes del norte, Söder y algunas partes de Norrmalm estaban urbanizados. Todo lo demás eran huertas por aquel entonces.

Estocolmo: ahora era su territorio. Su territorio de negocios. Ella solía preguntarse quién era. ¿Una niña que se había visto obligada a madurar demasiado rápido? ¿Una mujer que había asumido el papel que le había sido asignado? ¿Una estudiante o una criminal? ¿Serbia o sueca?

Ahora sabía quién era ella; era holmiense. Al cien por cien.

Era Natalie Kranjic. La hija de Radovan Kranjic.

Era la nueva
Kum
.

Era la reina de Estocolmo.

* * *

Debería llegar en unos diez minutos. Ya conocía la rutina. El tribunal enviaba la sentencia por fax a la secretaría de la prisión. La secretaría de la prisión enviaba un mensajero hasta el pasillo. Alguien del pasillo la entregaba al interno.

El juicio había durado cuatro semanas.

Él, Javier, Babak, Robert y Sergio. Y el Finlandés. Alineados junto a sus abogados en la sala de seguridad del tribunal de primera instancia de Estocolmo.

Los medios de comunicación estuvieron presentes los primeros días, detrás del plexiglás. Perdieron el interés cuando comenzaron los largos interrogatorios.

El procesamiento era complejo. En resumidas cuentas, la fiscal quería aplastarles.

El 6 de junio, Jorge Salinas Barrio, Javier Fernández, Babak Behrang, Robert Progat y Sergio Salinas Morena actuaron conjuntamente y en colaboración con terceros, con violencia y con amenazas de violencia que los querellantes interpretaron como de peligro perentorio, para apropiarse indebidamente de una cantidad determinada de lo que se conoce como «maletines de valores», que contenían dinero en efectivo, bonos de restaurantes y billetes de lotería por un valor que asciende a 4.231.432 coronas (de las cuales, el valor del dinero en efectivo ascendía a 2.560.300 coronas), y en el proceso hirieron grave y premeditadamente al guardia Suleyman Basak al hacer estallar una carga explosiva cerca de él.

Anders, el
Finlandés
, Ohlsson ha instigado y dirigido las acciones arriba descritas al encargar el atraco e instruir a los autores del mismo.

Además, el auto contenía otros puntos relacionados con la pipa de juguete que Jorge había puesto contra la sien del taxista al huir por la ciudad, y también con el rescate de Javier. En el que Hägerström también había participado.

La fiscal había pedido ocho años para Javier, Babak y Sergio en su alegato final.

Pedía doce para Jorge.

Jorge sentía que el guardia hubiera perdido la vista y tuviera que pasar el resto de sus días en una silla de ruedas. Pero no había sido su puta intención; la culpa era del Finlandés y de su fallida planificación. Y lo del taxista: nunca había corrido ningún peligro. No era más que una pistola de aire comprimido: pero él no lo sabía, claro.

La fiscal y los abogados habían peleado como locos.

Pruebas de ADN: grasa de la palma de la mano de Jorge en el Range Rover.

Cabellos de Babak en un piso donde también habían encontrado un
walkie-talkie
.

Células de piel de Sergio en un pasamontañas encontrado.

SMS extraños en el móvil privado de Robert.

Mapas de la vía de Klarastrand en el disco duro del ordenador privado de Javier.

¿Y por qué la mayoría de ellos habían abandonado Suecia durante los días después del robo?

No había pruebas concluyentes contra ninguno de ellos.

Pero la estructura, las conexiones, las pobres explicaciones. Aun así, la fiscal necesitaba pruebas más sólidas. Y lo mejor para eso eran los testigos. Desgraciadamente, tenían un as en la manga; convocaron al hijo de puta de Viktor. El tipejo había cotorreado como un aficionado en los interrogatorios policiales. Sus palabras podrían sentenciarles a todos.

El abogado de Jorge dijo que no había nada que hacer en los casos de Babak y Sergio. Para Jorge, la cosa estaba
fifty-fifty
.

Mucho dependía de lo que Viktor llegara a decir en el interrogatorio de los testigos.

Y para el Finlandés: la fiscal se apoyaba en un billete manchado de tinta que habían encontrado en una de las pizzerías de su propiedad; una prueba más que débil. De todas maneras, condenarían al tipo por los disparos contra Jorge, Jorgito y Paola. El intento de asesinato, suficiente para enchironarlo al menos ocho años.

Jorge pensó en la gravera.

Había sobrevivido: abrió los ojos en una unidad de reanimación del hospital de Huddinge. Dio gracias a Dios por haberse puesto el chaleco antibalas. Los riñones y el hígado estaban bien, a pesar de que dos balas hubieran penetrado en su espalda.

Fuese cual fuese la sentencia, independientemente de los años que le pudieran caer, era un ser humano entero.

Paola había tenido tiempo de meterse en el coche.

Y Jorgito había sido protegido por el cuerpo de Jorge.

Estaban vivos.

Jorge ya había preparado un plan. Si le absolvían, se largaba. Quizá a otro país que no fuera Tailandia. Los maderos sabían que había estado allí. De alguna manera, también parecían saber que quería comprar un sitio allí. Igual el chorbo de Hägerström había cantado.

Por otro lado, no.

En parte: parecía que al propio tío le habían caído tres años por el rescate de Javier.

En parte: si el tío fuera un soplón, debería haber contado lo que hizo Jorge durante el rescate de Javier. Pero no, ni una palabra de Hägerström. Así que, por raro que pudiera parecer: gracias al exchapas, Jorge se libraría de esa acusación.

Javier le había susurrado algo extraño a Jorge en la sala de juicio el otro día.

—Si me condenan, voy a intentar ir al mismo trullo que Martin. Y si me sueltan, iré a verlo directamente.

Era una cosa rara. Jorge echó un vistazo a los papeles que estaban delante de Javier.

Había garabateado cosas. Monigotes y viejos tags de grafitero. Pero había otra cosa; en el margen, Javier había escrito: Martin.

Eran colegas más íntimos de lo que Jorge había pensado. Mucho más íntimos.

Jorge pensó en la llamada que acababa de hacer desde la cabina de la prisión.

Había memorizado el número: la tipa de las rastas que había visto en Phuket y en Arlanda.

Los tonos no eran los mismos que en Suecia.

Después oyó su voz.

—Sí, soy Sara.

—Qué tal, soy Jorge, nos vimos la última vez en Arlanda, no sé si te acuerdas de mí.

Por alguna razón, notaba un cosquilleo en la tripa. No de la manera chunga de siempre. Esto era diferente.

—Claro que me acuerdo. Estaba justo pensando en ti. ¿En qué parte del mundo estás?

—Todavía no lo sé. ¿Tú dónde estás?

—Indonesia. ¿Por qué no te vienes?

—Me encantaría. Solo que estoy esperando una cosa. Una cosa mogollón de importante que tengo que saber primero.

* * *

Tribunal de primera instancia de Estocolmo

SENTENCIA Juicio nº 931-11

Sección 55

PARTES

FISCAL:

Fiscal jefe Birgitta Söderström

Fiscalía de la City, Estocolmo

QUERELLANTES:

El guardia Suleyman Basak

Calle Gröndalsvägen, 172

117 69 Estocolmo

El guardia Peter Lindström

Calle Pilbågsvägen, 3

184 60 Åkersberga

El guardia Johan Carlén

Calle Backluravägen, 29 C

149 43 Nynäshamn

El taxista Pablo Gómez

Calle Bredängsvägen, 200

127 32 Skärholmen

El policía Olof Johansson

Calle Tätorpsvägen, 54

128 31 Skarpnäck

ACUSADO (número total de acusados 6)

Jorge Salinas Barrio

Dirección provisional: Prisión de Kronoberg

RESUMEN DE CONSIDERANDOS (Selección)

La fiscal, en lo que respecta a Jorge Salinas Barrio, se ha referido a una serie de pruebas indirectas. En primer lugar, que Jorge Salinas Barrio es amigo íntimo de varios de los otros acusados, que después del robo abandonó Suecia y que en su piso se ha encontrado cierto recibo. La fiscal también ha alegado interrogatorios con el testigo Viktor (confidencial).

Para empezar, el tribunal de primera instancia constata que la condición de ser amigo íntimo de varios de los acusados no es una circunstancia que suponga una prueba convincente de que Jorge Salinas Barrio haya participado en el atraco de Tomteboda de ninguna de las maneras expuestas por la fiscal.

Evidentemente, el hecho de que haya abandonado Suecia poco después del atraco sí indica que podría haber querido huir del país debido a su participación en el robo. Sin embargo, no se puede sacar una conclusión fiable de que así haya sido. Por lo tanto, tampoco este hecho supone una prueba convincente.

De las demás pruebas, las más importantes consisten en un recibo del supermercado Ica del centro comercial de Sollentuna, referente a treinta rollos de papel de aluminio, que ha sido encontrado en el piso de Jorge Salinas Barrio, así como un rastro de ADN encontrado en el coche quemado de la marca Range Rover, que fue utilizado para forzar las verjas en Tomteboda durante el robo. En el mismo coche se han encontrado huellas dactilares de Babak Behrang y Sergio Salinas Morena.

Para empezar, el tribunal de primera instancia quiere recordar las exigencias mínimas de pruebas en juicios penales. Para poder condenar a una persona acusada, no puede haber la más mínima duda de que los hechos hayan transcurrido tal y como la fiscalía expone en su descripción del delito. La carga de la prueba corre por completo a cuenta de la fiscalía.

La circunstancia de que se haya encontrado un recibo referente a rollos de papel de aluminio en casa de Jorge Salinas Barrio resulta muy embarazosa para él. Ante el tribunal de primera instancia, ha declarado que cree que el recibo ha podido acabar en su casa cuando un amigo, a quien no quiere nombrar, acudió a una fiesta en su casa. Se han encontrado huellas dactilares en el recibo, pero éstas no coinciden con las de Jorge Salinas Barrio. Hay que añadir que, según la fiscal, Jorge Salinas Barrio es amigo íntimo de varios de los acusados. Aunque la explicación de Jorge Salinas Barrio, hasta cierto punto, parece una reconstrucción a posteriori, sobre todo teniendo en cuenta que no quiere nombrar al amigo al que pertenece el recibo, el tribunal de primera instancia no puede descartar que haya podido suceder como dice el acusado.

La misma conclusión puede aplicarse al rastro de ADN encontrado en el Range Rover. Jorge Salinas Barrio ha declarado que es amigo íntimo de Babak Behrang, entre otros, y que en varias ocasiones ha tomado prestado el coche de este para su actividad hostelera. Esto también queda confirmado por una serie de testigos en el juicio. El tribunal de primera instancia no puede descartar que haya podido suceder como dice el acusado.

El tribunal de primera instancia pasa ahora a evaluar la credibilidad del testigo Viktor. Ante el tribunal de primera instancia, el testigo Viktor ha dado un testimonio totalmente diferente con respecto al que previamente había facilitado en los interrogatorios policiales, en los que la fiscalía se había apoyado. En los interrogatorios policiales ha declarado, entre otras cosas, que él mismo había estado implicado en la planificación del atraco en una fase inicial, y que Jorge Salinas Barrio era el que dirigía a los atracadores. La fiscal ha solicitado que los datos que Viktor proporcionó en los interrogatorios policiales prevalezcan ante lo que ha declarado bajo juramento ante el tribunal de primera instancia. La motivación para ello es que Viktor ha tenido que ser objeto de presiones de fuera, en forma de amenazas o coerción, para que se retracte de las declaraciones previas. Sin embargo, la fiscal no ha podido presentar nombres de la persona o las personas que supuestamente habían obligado a Viktor a cambiar su declaración ante el tribunal de primera instancia. Tampoco se han aportado otras pruebas de que así sea.

Los datos que Viktor ha dejado en los interrogatorios policiales, por un lado, y ante el tribunal de primera instancia, por el otro, resultan contradictorios. Además, en muchos casos resultan imposibles de verificar. En las partes que sí se han podido verificar, resulta que ambos relatos se desvían de lo demostrado por otras pruebas. Teniendo en cuenta lo arriba indicado, y teniendo en cuenta las estrictas exigencias de pruebas convincentes en los juicios penales, el conjunto de circunstancias presentadas en el presente juicio —a pesar de resultar muy embarazosas para Jorge Salinas Barrio— no son suficientes para que la acusación pueda considerarse demostrada más allá de toda duda.

Por lo tanto, la acusación contra Jorge Salinas Barrio referente a atraco a mano armada debe ser desestimada. También las acusaciones de amenaza ilícita grave e intento de agresión con arma referente al rescate de Javier Fernández deben ser desestimadas. Solo debe ser condenado por amenaza ilícita grave al taxista Pablo Gómez, violencia contra un funcionario público referente al policía Olof Johansson, así como por delito de daños, a un año de cárcel. De este tiempo hay que restar los cuatro meses que Jorge Salinas Barrio ya ha pasado en prisión preventiva.

Por lo tanto, suponiendo que será puesto en libertad condicional después de dos tercios de la condena, cumplirá una condena de cuatro meses.

CÓMO RECURRIR ESTA SENTENCIA, véase anexo (DV400).

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