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Authors: Martin Gardner

Tags: #Ciencia, Ensayo

¿Tení­an Ombligo Adan y Eva? (10 page)

En lo referente a la EPC (energía del punto cero), Puthoff menciona a tres físicos que «sentaron las bases» de sus esfuerzos por obtener energía ilimitada del vacío del espacio. A Andréi Sajarov lo cita sólo porque en cierta ocasión especuló que la gravedad podría ser consecuencia de la EPC alterada por la materia, una conjetura disparatada que no ha conducido a ninguna parte. A Paul Davies no me explico por qué lo menciona. ¿Ha olvidado Puthoff que yo cité a Paul Davies diciendo que era una locura intentar construir una máquina de EPC? Robert Lull Forward es el único de los tres físicos del que se podría decir con fundamento que ha aportado «trabajo de base» para la investigación de Puthoff. Forward es un físico excéntrico, más conocido por sus novelas de ciencia-ficción «dura» como
Dragon's Egg, The Flight of the Dragón Fly, Martian Rainbow
y
Timemaster
. Su obra de divulgación
Future Magic
(Avon, 1988) contiene, efectivamente, algunas sugerencias para la construcción de máquinas EPC.

Forward describe también aparatos para repeler la gravedad, para viajar hacia atrás en el tiempo y otras fantasías. Avon presenta el libro diciendo que trata de la identificación de los límites del alma humana, de volar hasta las estrellas en rayos de luz, trepar por una mata mágica de habichuelas hasta el espacio, deslizarse a través del sistema solar sobre materia mágica y enfrentarse a la gravedad.

Forward termina su libro prediciendo que algún día la mecánica cuántica proporcionará una explicación «natural» de la percepción extrasensorial que la sacará «de las páginas de la prensa sensacionalista» para instalarla en «las páginas de las publicaciones científicas». Defiende la opinión de que el patrón de las moléculas de nuestro cerebro constituye un alma inmortal. Y termina diciendo: «Es posible que algún día mágico del futuro, en lugar de negar la existencia del espíritu, la ciencia demuestre que el espíritu tiene una realidad física y que existe vida después de la muerte». Ni que decir tiene que la investigación sobre la naturaleza de la EPC debe continuar, pero no era ése el objeto de mi columna.

Lo que quería decir era: ¿Es Puthoff, con su historial de investigaciones psíquicas y sus creencias sobre lo paranormal, un hombre en quien se pueda confiar, dotándole de cuantiosos fondos para intentar construir un aparato que la mayoría de los científicos opina que sería tan incapaz de aportar energía gratuita como una máquina de movimiento perpetuo? Permítanme repetir la pregunta que planteaba en mi columna: «Puthoff, ¿sigues creyendo que Uri Geller es un auténtico psíquico con notables poderes paranormales?». Todavía estoy esperando la respuesta.

El físico Steven Shore, director de
The Astrophysical Journal
, escribió al
Skeptical Inquirer
, diciendo que es posible que la
Physical Review
aceptara sin discusión los artículos de Puthoff, pero que todos los que había remitido al
Astrophysical Journal
fueron sistemáticamente rechazados, por considerarse que sus investigaciones eran defectuosas y triviales.

Phil Klass me envió una copia de la reseña que hizo Puthoff de un libro de Paul Hill titulado
Unconventional Flying Objects
, una obra de 1995 que especula acerca de la tecnología de los sistemas de propulsión de los ovnis. Puthoff elogia el libro, diciendo que es «el resumen más fiable y conciso» de los datos disponibles sobre avistamientos de ovnis. La reseña apareció en el
Journal of Scientific Exploration
(vol. 10, n." 4, 1996), editado por la Sociedad Peter Sturrock para la Exploración Científica. Esta sociedad, de la que Puthoff es miembro, publica trabajos sobre ufología y otras ciencias marginales y cuestionables.

El artículo más reciente de Puthoff sobre la utilización de la energía del punto cero en la propulsión de naves espaciales es «Can the Vacuum be Engineered for Spaceflight Applications? Overview of Theory and Experiments» («¿Se puede manipular el vacío para aplicarlo al vuelo espacial? Repaso de la teoría y los experimentos»), publicado en la revista de Sturrock (vol. 12, n.° 2, 1998). Puthoff termina citando el aforismo de Arthur Clarke «la tecnología avanzada es indistinguible de la magia». «Afortunadamente —concluye Puthoff— esta magia parece estar aguardando entre bastidores de nuestro conocimiento, cada vez mayor, del vacío cuántico en el que vivimos». Arthur Clarke sigue siendo optimista en lo referente a la posibilidad de captar energía del punto cero. Clarke fue entrevistado en
Free Inquiry
(primavera de 1999). Al preguntársele sobre las posibilidades de una nueva gran revolución energética, respondía:

No sé si vendrá de la fusión fría, de la fusión caliente o de alguna otra cosa. Sospecho que podría ser algo completamente inesperado; tal vez un método para obtener energía de las fluctuaciones cuánticas del espacio: la energía del punto cero, como se la llama algunas veces. Ahora bien, este nuevo descubrimiento podría quedarse en una curiosidad experimental de laboratorio que no llegara a más. Pero recuerden que la energía nuclear comenzó siendo una pequeña curiosidad de laboratorio.

El efecto Casimir ocurre cuando dos finísimas láminas metálicas están muy próximas. Las partículas virtuales de longitud de onda larga, excluidas del espacio intermedio entre las láminas, generan fuerza suficiente para juntar las láminas. En 1999, el ingeniero eléctrico Jordan Maclay obtuvo una subvención de la NASA para trabajar en una máquina Casimir para extraer energía del punto cero. Ver «Energy Unlimited» («Energía ilimitada») de Henry Bortman, en
New Scientist
, 22 de enero de 2000, pp. 32-34.

El físico Víctor Stegner, en un artículo titulado «The Phantom of Free Energy» («El fantasma de la energía gratuita»), publicado en
Skeptical Views
(junio de 1999), mira con escepticismo el trabajo de Puthoff. Calcula que si se utilizara el efecto Casimir para extraer energía del vacío, se necesitarían dos planchas cuadradas, cada una de 200 kilómetros de lado y separadas por una millonésima de metro, para encender durante un segundo una bombilla de cien vatios. «Si encontráramos en el espacio unos treinta millones de estructuras así, podríamos conectarlas a nuestra bombilla y mantenerla encendida durante un año». Stegner termina diciendo: «No les recomiendo que inviertan sus fondos de jubilación en empresas que prometan desarrollar esta tecnología».

7. David Bohm: la onda dirigida

Cuando a tus ojos renovados
todas las cosas, por un poder inmortal,
cercanas o lejanas,
de un modo misterioso,
estén tan ligadas unas a otras
que no puedas sacudir una flor
sin perturbar una estrella

FRANCIS THOMPSON
The Mistress of Vision

Estoy elaborando una teoría cuántica al respecto, porque se trata de una situación verdaderamente exasperante.

JAMES JOYCE
Finnegans Wake

No cabe duda de que el formalismo matemático de la mecánica cuántica (MC) es correcto y preciso. Ninguna otra teoría física ha tenido éxitos tan espectaculares en la predicción de sucesos. Algunas predicciones son exactas hasta el último decimal. En lo que discrepan los expertos no es en las matemáticas de la MC, sino en la manera de interpretar sus ecuaciones. Más aún que la teoría de la relatividad, la MC está erizada de paradojas desconcertantes que atentan radicalmente contra el sentido común, y para las que, por ahora, no hay soluciones universalmente aceptadas.

La más notable de dichas paradojas es la EPR, siglas que corresponden a las iniciales de Einstein y sus dos colaboradores, Boris Podolsky y Nathan Rosen. En 1935 publicaron un explosivo artículo en el que argumentaban que su paradoja demostraba que la MC es incompleta y está destinada a ser sustituida o radicalmente modificada por una teoría más profunda.

La paradoja EPR adopta varias formas, pero la más fácil de comprender es la propuesta por el difunto físico estadounidense David Jacob Bohm. (Fíjense en que su apellido sólo se diferencia en una letra del de Bohr). Tiene que ver con una misteriosa propiedad de las partículas llamada spin. El spin es más o menos similar al giro de una peonza, porque tiene un momento angular que siempre adopta una de dos formas posibles, que reciben nombres diversos: derecho o izquierdo, positivo o negativo, arriba o abajo.

Imaginemos una reacción cuántica que genera dos partículas idénticas, A y B, que salen en direcciones opuestas. En la MC típica, cada partícula tiene sus spins derecho e izquierdo «superpuestos».

Cuando se mide el spin de la partícula A, se dice que su «función ondulatoria» (una fórmula que especifica las probabilidades de que se hallen ciertos valores al medir una propiedad de una partícula) se «colapsa» (se desvanece). La partícula adopta inmediatamente un spin derecho o izquierdo, con igual probabilidad.

Ahora viene la magia. Para conservar el momento angular, después de haber medido A, que así adquiere un spin definido, B tiene que adquirir el spin contrario. Supongamos que A, medida en Chicago, tiene un spin izquierdo (recuerden que no tiene un spin definido hasta que se mide). En un planeta de una lejana galaxia, un físico mide la partícula B cuando ésta llega allí. Infaliblemente, tiene un spin derecho. ¿Cómo «sabe» B el resultado de la medición de A? ¿Envía A algún tipo de señal telepática a B, bien instantáneamente o bien a una velocidad igual o superior a la de la luz? Einstein ridiculizaba esto, diciendo que era «acción fantasmal a distancia». Creía que el experimento propuesto, que por entonces sólo era un experimento imaginado, demostraba que la MC no era completa. Tenía que haber «variables locales ocultas» que dotaban de spins definidos a ambas partículas antes de que se midiera una de ellas.

La interpretación normal de la MC, o interpretación de Copenhague, basada en las opiniones de Niels Bohr, es que, independientemente de lo separadas que lleguen a estar A y B, siguen formando un único sistema cuántico con una sola función ondulatoria.

Cuando se mide A, desaparece la función ondulatoria de todo el sistema, y las dos partículas adquieren simultáneamente spins contrarios. Se dice que las partículas están «correlacionadas» o, en terminología más moderna, «enredadas».

¿Resuelve esto la paradoja? Pues no. Sigue en pie el misterio de cómo A y B pueden permanecer enredadas cuando se encuentran a años luz de distancia, a menos que exista algún tipo de conexión entre ellas que permita el flujo de información de A a B.

Todos los físicos están de acuerdo en que no existe ninguna posibilidad de enviar mensajes codificados utilizando el fenómeno EPR. La situación es equivalente a la de dos personas, una en Nueva York y otra en París, que arrojan una moneda al aire al mismo tiempo. Por razones desconocidas, si una moneda cae en cara, la otra tiene que caer en cruz, y viceversa. Si se pudiera controlar el resultado de una medición en Chicago, se podría enviar desde allí un mensaje en un código binario, de unos y ceros. Pero no hay manera de controlar el resultado de una medición de spin.

Como la cara y la cruz de una moneda lanzada al aire, el spin puede salir derecho o izquierdo con igual probabilidad. En cada extremo, la secuencia de derechos e izquierdos es siempre una secuencia al azar, sin significado alguno. Si fuera de otro modo, tal vez se pudieran enviar mensajes cifrados a una velocidad superior a la de la luz, violando así una ley básica de la relatividad.

La paradoja EPR no se pudo confirmar hasta hace pocos años, cuando el difunto físico irlandés John Stewart Bell ideó un ingenioso método para comprobarla en el laboratorio, a distancias cortas. Desde entonces, la paradoja ha sido completamente ratificada muchas veces. Las dos partículas enredadas se comportan exactamente como predice la MC.

La paradoja EPR se ha intentado explicar de varias maneras, algunas de ellas incompatibles con las otras. Estos comentarios se limitan a la explicación aportada por la teoría de la onda piloto, o teoría de la onda dirigida (TOD). Evidentemente, no soy un experto en mecánica cuántica, sino sólo un periodista científico, así que no tengo ni la menor idea de si la TOD se confirmará algún día.

No obstante, esta teoría, que durante mucho tiempo no fue tenida en cuenta por los científicos, está ganando cada vez más partidarios. Merece la pena conocerla mejor.

[Ver, por ejemplo, la enérgica defensa que hace David Z. Albert de la teoría de Bohm en «Bohm's Altemative to Quantum Mechanics» («La alternativa de Bohm a la mecánica cuántica»),
Scientific American
(mayo de 1994). Albert es profesor de filosofía en la Universidad de Columbia y tiene el título de doctor en física. Se puede encontrar más sobre la teoría de Bohm en su libro
Quantum Mechanics and Experience
(Harvard University Press, 1992)].

Louis de Broglie, uno de los arquitectos de la MC, fue el primero que propuso la teoría de la onda dirigida. La abandonó muy pronto, ante las feroces burlas de la escuela de Copenhague, pero volvió a adoptarla después de que fuera perfeccionada por Bohm.

Ahora se la conoce como teoría de la onda dirigida de Broglie/Bohm, y se ha convertido en la interpretación de la MC favorita de muchos expertos, entre los que figuran Bell, Jeffery Bub, el físico francés Jean-Pierre Vigier y otros muchos. Hasta ahora, sus predicciones son exactamente las mismas que las de la escuela de Copenhague, aunque se podría poner a prueba mediante difíciles experimentos que aún no se han llevado a cabo.

En la MC típica, cada partícula se puede observar como partícula o como una onda. La onda no es física, como las ondas del agua o las sonoras, sino una onda de probabilidad en un espacio abstracto. Cuando un fotón pasa por una ranura en una barrera y es registrado en una pantalla de detección, es una partícula. Cuando hay dos ranuras abiertas, el fotón se comporta como una onda, y resulta imposible decir por cuál de las dos ranuras pasa sin destruir la onda. Si se envían muchos fotones a través de una barrera con dos aberturas, cada uno de ellos se registra en la pantalla como una partícula, pero presentan un patrón de interferencia que sólo puede ser producida por una onda que pase por las dos ranuras. El fotón es una entidad misteriosa. No es una onda ni una partícula, sino algo que puede actuar como una cosa o como la otra, dependiendo del aparato con el que se mida.

En la revolucionaria teoría de Bohm, perfeccionada por su colaborador Basil Hiley, las partículas son tan reales como pelotas de golf. En todo momento poseen propiedades precisas y nada confusas, como la posición y la cantidad de movimiento, y trayectorias precisas a través del espacio-tiempo. Las partículas nunca son ondas. Pero asociada con cada una hay una onda invisible e indetectable, en un campo que Bohm llamaba «el potencial cuántico».

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