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Authors: Alphonse Daudet

Tartarín de Tarascón (12 page)

—¡Me da lástima ese dromedario! —dijo el capitán Barbassou, conmovido—. Estoy por subirlo a bordo… Sí; y llegando a Marsella lo regalaré al parque zoológico.

Con grandes esfuerzos de palancas y cuerdas izaron sobre el puente el camello, más pesado con el agua del mar, y el Zuavo se puso en marcha.

Los dos días que duró la travesía los pasó Tartarín solo en su camarote, y no porque la mar estuviese mala, ni la
chechia
tuviese mucho que padecer, sino porque el diablo de camello, en cuanto aparecía su amo en el puente, tenía para con él asiduidades ridículas. Nunca se vio a un camello que de tal manera comprometiese a una persona.

De hora en hora, por las portillas del camarote por donde Tartarín sacaba las narices algunas veces, el tarasconés veía palidecer el azul del cielo argelino. Por fin, una mañana, entre una bruma plateada, oyó cantar con indecible gozo todas las campanas de Marsella. Habían llegado… El Zuavo echó anclas.

Nuestro hombre, que no tenía equipaje, bajó sin decir nada, atravesó Marsella deprisa, siempre temeroso de que le siguiera el camello, y no respiró hasta que se encontró instalado en un departamento de tercera, corriendo a buena marcha hacia Tarascón… ¡Engañadora seguridad! A unas dos leguas de Marsella, todas las cabezas en las ventanillas. Gritos y manifestaciones de asombro… Tartarín mira también y ve… ¿Qué ve?… El camello, señores, el inevitable camello, corriendo por los rieles, en plena Crau, detrás del tren. Tartarín, consternado, se acurrucó en un rincón y cerró los ojos.

Después de tan desastrosa expedición, había hecho el propósito de entrar de incógnito en su pueblo; pero la presencia de aquel modesto cuadrúpedo se lo impedía. ¡Qué manera de volver, Dios mío! ¡Sin un céntimo, sin leones, sin más que… un camello!

—¡Tarascón!… ¡Tarascón!…

No hubo más remedio que bajar.

¡Oh, estupor!… Apenas asomó la
chechia
del héroe por la portezuela, un grito: «¡Viva Tartarín!», hizo temblar los cristales de la montera de la estación.

—¡Viva Tartarín! ¡Viva el cazador de leones!…

Y acordes de charanga, coros de orfeones, llenaron el aire… Tartarín se sintió morir; creía que se trataba de una burla. Pero, no: allí estaba todo Tarascón, alegre y simpático, con los sombreros en alto. Allí estaban el bizarro comandante Bravidá, Costecalde el armero, el presidente, el boticario y todo el noble cuerpo de cazadores de gorras, estrujándose alrededor de su jefe y sacándole en triunfo hasta la escalera…

¡Singulares efectos del espejismo! La piel del león ciego, enviada a Bravidá, era causa de todo aquel ruido. Con aquel modesto despojo, expuesto en el casino de los tarasconeses y, tras ellos, a todo el Mediodía de Francia, se le había vuelto el seso.
El Semáforo
había hablado. Llegó a inventarse un drama. No era un león lo que Tartarín había matado, sino diez, veinte leones, una mermelada de leones… Así, pues, cuando Tartarín desembarcó en Marsella, ya era ilustre sin saberlo, y un telegrama entusiasta dirigido a su ciudad natal se le había adelantado en dos horas.

Pero lo que elevó al colmo la alegría popular fue la presencia de un animal fantástico, cubierto de polvo y sudor, que apareció detrás del héroe y bajó a la pata coja la escalera de la estación. Por un instante, Tarascón creyó que volvía su Tarasca.

Pero Tartarín tranquilizó a sus compatriotas.

—Es mi camello —dijo. Y por el influjo del sol tarasconés, aquel sol tan hermoso que hace mentir ingenuamente, añadió, acariciando la giba del dromedario:

—¡Es un noble animal!… Él me ha visto matar todos mis leones.

Dicho esto, cogió familiarmente el brazo del comandante, ebrio de felicidad, y seguido de su camello, rodeado de los cazadores de gorras y aclamado por todo el pueblo, se dirigió apaciblemente a la casa del baobab. Por el camino empezó a referir sus grandes cacerías:

—Figúrense ustedes —dijo— que cierta noche, en mitad del Sahara…

Acerca del autor y de esta obra

Alphonse Daudet nació en Nîmes el 13 de mayo de 1840. Cursó sus estudios secundarios en Lyon. Fue secretario del Duque de Morny, personaje influyente del Segundo Imperio. La súbita muerte del Duque de Morny (1865), fue el detonante que influyó, de manera decisiva, en la vida de Alphonse. Desde ese momento Daudet se consagró por entero a la escritura: ejerció como cronista del periódico
Le Figaro
, y se dedicó también a la novela y la narración. Más tarde, y tras un viaje a Provenza, Alphonse empezó a escribir los primeros textos que formarían parte de los relatos
Cartas desde mi molino
(
Lettres de mon moulin
, 1866), evocaciones de su Provenza natal.

Obtuvo la autorización del director de
L’Événement
para publicar dichos relatos en forma de folletín durante el verano de 1866 con el título de
Crónicas provinciales
. Algunos de los relatos de esta colección forman parte de los cuentos más populares de la literatura francesa:
La cabra de M. Seguin
(
La chèvre de M. Seguin
),
Las tres misas menores
(
Les trois messes basses
),
El elixir del reverendo padre Gaucher
(
L’élixir du révérend père Gaucher
).

La primera novela de Alphonse Daudet fue una semiautobriografía:
Poquita cosa
(
Le petit chose
, 1868), en ella evocaba su pasado como maestro de estudios en el colegio d’Alès. En 1874 Daudet se inclina por las novelas de costumbres contemporáneas y escribe
Fromont hijo y Risler padre
(
Fromont jeune et Risler aîné
, 1874),
Jack
, (1876),
El nabab
(
Le nabab
, 1877),
Los reyes en el exilio
(
Les rois en exil
, 1879),
Numa Roumestan
(1881),
El evangelista
(
L’Évangéliste
, 1883),
Sapho
(1884),
El inmortal
(
L’immortel
, 1883). Como dramaturgo escribió varias obras de teatro:
El último ídolo
(
La dernière idole
, 1862),
Los ausentes
(
Les absent
s, 1863), etc. No olvida, sin embargo, su vocación de narrador y en 1872 escribe
Tartarín de Tarascón
, que fue su personaje mítico. Le siguieron
Tartarín en los Alpes
(
Tartarin sur les Alpes
, 1885) y
Port-Tarascon
, 1890.
Cuentos del lunes
(
Les contes du lundi
, 1873), una colección de relatos inspirados por la guerra franco-prusiana, dan testimonio de su inclinación por este género literario y por los cuentos fantásticos. Asimismo escribió dos libros de memorias:
Recuerdos de un hombre de letras
(
Souvenirs d’un homme de lettres
) y
Treinta años de París
(
Trente ans de Paris
). Fue miembro de la Academia Goncourt (1874-1880) y murió en París el 16 de diciembre de 1897.

En
Tartarín de Tarascón
, Alphonse Daudet describe las aventuras de Tartarín, héroe de los cazadores de gorras de Tarascón, en viaje a Argelia para cazar leones. Se trata de un héroe ingenuo, y en lugar de encontrar en África la tierra romántica y misteriosa que esperaba, encuentra un mundo sórdido suspendido entre Europa y el Medio Oriente.

Esta historia fue inspirada a Daudet por su primo que le contaba sus viajes luego de su retorno de África, así como por la vida de Jules Gérard, cazador de leones en Argelia.

Tartarín de Tarascón
se convirtió en un clásico, fue además adaptada al teatro, y llevada al cine en diversas oportunidades (1908, 1934 y 1962). También salió en historietas, y se crearon sellos postales en su nombre.

Fuente: Wikipedia

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