Read Robopocalipsis Online

Authors: Daniel H. Wilson

Tags: #Ciencia ficción

Robopocalipsis (11 page)

—¿Sí?

—Hasta luego, Lucas.

Clic.

Dos horas más tarde, Lurker abandonó su casa sin avisar a su madre. Nunca volvió
.

CORMAC WALLACE, MIL#EGH217

8. Perforador

Tendremos cuidado y seremos prudentes como siempre…

Vamos a cobrar la prima de seguridad.

DWIGHT BOWIE

VIRUS PRECURSOR + 1 AÑO

Para grabar el siguiente diario sonoro se usó un dispositivo digital portátil. Aparentemente, estaba pensado para ser enviado a la esposa de Dwight Bowie. Desgraciadamente, el diario nunca le llegó. Si esta información hubiera salido a la luz antes, podría haber salvado miles de millones de vidas humanas
.

CORMAC WALLACE, MIL#EGH217

Lucy. Soy Dwight. Ahora mismo empiezo oficialmente mi trabajo como capataz —ya sabes, el jefazo— de la empresa de perforación fronteriza North Star, y te voy a poner al día de todo. Las comunicaciones todavía no están en marcha, pero en cuanto tenga ocasión, te mandaré esto. Puede que tarde un poco, pero espero que te guste, cariño.

Hoy es 1 de noviembre. Estoy en el oeste de Alaska, en un terreno de sondeo de exploración. He llegado esta mañana. Nos contrató la empresa Nova hará dos semanas. Un tipo llamado Black se puso en contacto conmigo. Te preguntarás qué demonios estamos haciendo aquí.

Ya que lo preguntas tan educadamente, Lucy, nuestro objetivo es lanzar una sonda de observación de agua subterránea al fondo de un pozo de un kilómetro y medio de profundidad y un metro de diámetro. Aproximadamente el tamaño de una tapa de alcantarilla. Es un agujero bastante grande, pero la perforadora puede llegar a los tres kilómetros de profundidad. Debería ser una operación de rutina, salvo por el hielo, el viento y el aislamiento. Estamos abriendo un agujero muy profundo y oscuro en medio de un vacío grande y helado. Menudo trabajo, ¿verdad?

El viaje hasta aquí no fue placentero. Vine en un viejo helicóptero de transporte pesado Sikorsky grande como una casa. Una empresa noruega se encargaba del traslado. Ninguno de los empleados hablaba una palabra de inglés. Puede que yo sea de Texas, pero puedo mantener una conversación con filipinos en español y chapurrear un poco de ruso y de alemán. Incluso puedo entender a los chicos de Alberta, ¿eh? (Risas.) ¿Y qué les pasa a esos noruegos? Es lamentable, Lucy.

El helicóptero nos trajo a otros diecisiete trabajadores de la base de Deadhorse y a mí. A duras penas. En mi vida había visto unos niveles de viento tan altos. ISA +10, nivel de tormenta-vendaval. Estaba mirando por la ventana el yermo teñido de azul y preguntándome si el sitio al que íbamos existía realmente cuando de repente caímos directos hacia abajo, como en una montaña rusa, hacia ese pequeño punto llano castigado por el viento.

No pretendo darme aires, pero este sitio está muy apartado, incluso para un terreno de sondeo de exploración. Cuando digo que no hay nada aquí fuera es que no hay nada. Desde el punto de vista profesional, sé que el aislamiento es un factor que hace la operación más compleja y, qué narices, más rentable. Pero mentiría si dijera que no me pone nervioso. Es un sitio muy raro para un pozo de observación como este.

Pero soy un viejo perforador: voy donde está la pasta.

Hola, Lucy, soy Dwight. 3 de noviembre. He estado ocupado unos días poniendo en funcionamiento la operación de la superficie. Despejando la zona y montando las instalaciones: dormitorios, cafetería, enfermería, comunicaciones, etc. Pero el trabajo ha valido la pena. He dejado mi tienda y ahora estoy en una cama sólida en un dormitorio, y además acabo de visitar la cafetería. La comida es buena. North Star hace las cosas bien en ese aspecto. Se asegura de que el personal vuelva. (Risas.) Aquí los generadores tienen potencia y mantienen el dormitorio muy calentito. Eso también es bueno. Ahora mismo afuera hay una temperatura de —34 grados. Mi turno empieza mañana temprano, así que dentro de poco tendré que cerrar los ojos. Solo es un aviso.

Deberíamos estar aquí un mes más o menos. Trabajaré en el turno de seis de la mañana a seis de la tarde, y pasaré las noches de guardia en este dormitorio prefabricado. Solo es un viejo contenedor de transporte acondicionado, de un tono naranja descolorido cuando no está cubierto de nieve. Hemos transportado este montón de chatarra por todo North Slope y más allá. Mis chicos lo llaman nuestro «infierno lejos de casa». (Risas.)

Esta mañana he tenido ocasión de revisar el terreno de sondeo. El GPS lleva a un sumidero de unos veinte metros de ancho. Una especie de hoyito en la nieve, a un paseo breve de los dormitorios prefabricados. Da un poco de miedo que este foso hecho por el hombre haya estado esperando aquí fuera en pleno páramo, como si estuviera preparado para tragarse un caribú o algo por el estilo. Creo que aquí se excavó otro pozo, pero se hundió. No entiendo por qué nadie me lo dijo antes. Me molesta mucho.

Le preguntaría al representante de la empresa, el señor Black, pero el chico se ha visto retrasado por la tormenta. (Risa nerviosa.) Bueno, parece un chico por teléfono. Mientras tanto, Black dice que dirigirá nuestros progresos a distancia por radio. Eso me deja a mí al mando y a mi perforador principal, el señor William Ray, haciendo los turnos de noche por mí. Conociste a Willy en Houston, en la plataforma de formación. Era el de la barriga grande y los ojos azules brillantes.

Como te he dicho, esto debería llevarnos un mes entero. Pero, como siempre, nos quedaremos aquí hasta que el trabajo esté acabado. (Inaudible.)

Ya sé que parece una tontería, pero el caso es que no me quito de encima la preocupación. Perforar en un agujero ya hecho tiene complicaciones añadidas. Podría haber material abandonado allí dentro que sobró de la vez anterior. Nada atasca más una barrena que chocar contra una vieja tubería de ademe o, Dios no lo quiera, toda una sarta de perforación. Alguien se tomó muchas molestias para abrir un gran agujero ahí fuera, pero no entiendo por qué. (Ruido de pies arrastrándose.)

Maldita sea, supongo que tendré que dejarlo correr. Pero sé que no descansaré hasta que averigüe qué hace aquí este agujero. Espero poder dormir.

No importa. Tendremos cuidado y seremos prudentes como siempre. Si no hay accidentes, no hay preocupaciones, Lucy. Vamos a cobrar la prima de seguridad.

Hola, nena, soy Dwight. 5 de noviembre. El último módulo de perforación importante llegó ayer en helicóptero. Mi equipo todavía está rociando el terreno del pozo. El agua viene de un lago situado a casi medio kilómetro de aquí. La capa de hielo permanente retiene el agua en la superficie del suelo; por eso Alaska está cubierta de lagos. El lago estaba helado, pero pudimos hacer un agujero en el hielo para bombear directamente el agua.

Después de una semana de helada, tendremos un relleno de hielo de un metro veinte de profundidad. Luego colocaremos la torre de perforación encima, firme como el hormigón. Cuando llegue la primavera ya hará mucho tiempo que nos habremos ido, y el relleno se derretirá y no quedará ningún rastro de que estuvimos aquí. Muy ingenioso, ¿verdad? Cuéntaselo a los ecologistas por mí, ¿vale? (Risas.)

Bueno, ahí va la plantilla. Willy Ray y yo hacemos funcionar la barrena. Nuestro médico, Jean Felix, también se encarga de las operaciones de campo. Se asegura de que todo el mundo reciba comida y bebida y de que nadie pierda los deditos de las manos. Willy y yo tenemos a cinco hombres cada uno en nuestros equipos: tres perforadores y un par de peones filipinos. Nuestro equipo se completa con cinco especialistas: un electricista, un encargado del motor de la barrena, otro de la tubería y un par de soldadores. Por último, tenemos un cocinero y un empleado de la limpieza vagando por aquí.

Hemos traído un equipo mínimo de dieciocho hombres, órdenes del representante de la empresa. Pero estoy cómodo con ellos. Hemos trabajado juntos antes y volveremos a coincidir.

La semana que viene, cuando la barrena esté conectada, trabajaremos sin parar en dos grupos de cinco hombres durante turnos de doce horas hasta que el agujero esté perforado. Debería llevarnos cuatro o cinco días. Hay un poco de bruma y un viento del demonio, pero cualquier clima es bueno para perforar.

Eso es todo, Lucy. Espero que todo vaya bien por Texas y que no te hayas metido en líos. Buenas noches.

Soy Dwight. 8 de noviembre. El hombre de la empresa todavía no ha venido y nos comunica que tampoco va a venir. Dice que nosotros lo tenemos todo bajo control. Solo me ha comentado que me asegure de que la antena de comunicaciones se mantiene estable, de que no esté expuesta al viento y de que siga bien atornillada. Ha dicho que si se interrumpen las comunicaciones entre nosotros, no le hará ninguna gracia. Yo le he respondido como haría cualquier perforador: «Lo que usted diga, jefe. Usted asegúrese de que cobremos».

Aparte de eso, ha sido un día sin incidentes. El relleno de hielo progresa más deprisa de lo esperado, y es que sopla un viento tan fuerte que podría derribar a un hombre hecho y derecho. Todos nuestros edificios están apretujados junto al terreno del pozo, lo bastante cerca para verlo desde allí. Aun así, les he dicho a los hombres que no se alejen demasiado. Con el viento que ruge sin parar, no oirías explotar una bomba atómica ni a cien metros. (Risas.)

Ah, una cosa más. Esta mañana he tenido ocasión de echar un vistazo al paquete de observación de agua subterránea. Es lo que tenemos que instalar. Está en la parte de atrás, colocado en palés y bien envuelto en lona negra. Te lo juro, Lucy, en mi vida había visto algo parecido. Es un montón de cables amarillos, azules y verdes retorcidos. Luego hay unas piezas de espejo pulido en forma de espiral. Todas son ligeras como la fibra de carbono, pero muy afiladas en los bordes. Me he cortado la manga con una. Es como uno de esos demenciales puzles de tu abuela.

Pero lo más raro… es que el equipo de observación ya está en parte conectado. Un cable une una caja negra que parece un ordenador con la antena de comunicaciones. No tengo ni idea de quién ha podido montarlo. Maldita sea, no sé cómo voy a armarlo. Tiene que ser algo experimental, pero entonces, ¿cómo es que no mandaron a ningún científico con nosotros para que participara en el proyecto?

No es normal y no me gusta. Según mi experiencia, lo raro es peligroso. Y este sitio no es muy clemente. En fin, ya te informaré de cómo van las cosas, cariño.

Lucy, cielo, ¿a que no sabes quién soy? Dwight. Es 12 de noviembre. El relleno de hielo está acabado, y mis chicos han armado más o menos una docena de piezas de la torre de perforación. No te creerías lo lejos que ha llegado la industria, Lucy. Esos pedazos de metal son futuristas. (Risas.) Son lo bastante pequeños para transportarlos en helicóptero, y luego solo tienes que juntarlos y colocarlos en la configuración correcta. Las tuberías y los cables se alargan unos hacia otros y las piezas se montan solas, así de simple. Antes de que te des cuenta, tienes una torre de perforación funcionando. No como en los viejos tiempos.

Mañana al mediodía ya deberíamos estar perforando en el primer turno. Vamos adelantados sobre la fecha prevista, pero eso no ha impedido al jefe echarme una bronca por teléfono. El señor Black cree que para Acción de Gracias ya tenemos que haber acabado, pase lo que pase. Eso es lo que ha dicho: «Pase lo que pase».

Yo le he contestado: «La seguridad es lo primero, amigo mío».

Y luego le he hablado del agujero que ya estaba hecho. Todavía no he descubierto qué es. Y no saberlo supone un grave peligro para mi equipo. El señor Black dice que él no sabe nada, que el Ministerio de Energía solicitó propuestas para la exploración y que Novus consiguió el contrato. Lo típico. Hay media docena de socios en este proyecto, de los cocineros a los pilotos del helicóptero. La mano derecha no sabe nada de la izquierda.

He revisado el estado de los permisos de perforación de Black, y la historia concuerda. Aun así, no dejo de darle vueltas a la pregunta: «¿Por qué hay ya un agujero?».

Mañana lo averiguaremos, supongo.

Soy Dwight. 16 de noviembre. Vaya, esto es difícil de decir. Muy difícil. Ni siquiera yo puedo creer que sea verdad.

Anoche perdimos a un hombre.

Entendí que pasaba algo cuando el zumbido constante de la barrena empezó a interrumpirse. Estaba profundamente dormido, pero me desperté. Para mí, el sonido de ese taladro es como dinero cayendo en mi cuenta corriente, y cuando se para, enseguida lo percibo. Mientras estaba en la cama parpadeando, el sonido pasó de un profundo murmullo que se podía notar en la boca del estómago a un chirrido como de uñas arañando una pizarra.

Me puse el equipo de protección a toda prisa y subí enseguida por la escalera a la torre de perforación.

Lo que ocurrió es que la sarta de perforación chocó contra una capa de cristal sólido y unos trozos de tubería vieja. No sé lo que hacía la tubería allí abajo, pero se resistió a la excavación. La barrena se desatascó sin problemas, pero los chicos tuvieron que sustituirla deprisa. Y mi perforador principal, Ricky Booth, fue a por ella muy rápido pero sin nada de juicio.

Hay que agarrar los cuernos y empujar, ¿sabes? Al tipo se le escapó de las manos la sarta de perforación y empezó a balancearse y a salpicar trozos de cristal por todo el suelo. Así que intentó rodearla con una cadena para sujetarla. Debería haber usado una barra conductora para introducir el eje con cuidado en la barrena en lugar de darle con una cadena como un paleto. Pero no puedes decirle a un perforador cómo tiene que hacer su trabajo. Él era un experto y se arriesgó. Ojalá no lo hubiera hecho.

El problema es que el eje todavía estaba girando. Cuando la cadena lo rodeó, el pivote la agarró deprisa. Y Booth tenía las cadenas cruzadas sobre las malditas muñecas. Willy no pudo detener el giro a tiempo y, en fin, el eje le arrancó a Booth las dos manos. El pobre chico retrocedió unos pasos tambaleándose, intentando gritar. Antes de que nadie pudiera cogerlo, Booth se desmayó y se cayó de la torre. Se golpeó la cabeza al caer y aterrizó sin vida en el relleno de hielo.

Es terrible, Lucy, verdaderamente terrible. Pero, aun así, este tipo de situaciones se producen. Ya tuve que enfrentarme a algo parecido en las arenas de Alberta, ¿te acuerdas? Lo importante es encargarte enseguida del asunto y tener la situación controlada. No puedes dedicarte a recoger los trozos del hombre muerto con una palanca a la mañana siguiente.

Other books

La Romana by Alberto Moravia
Happenstance by Abraham, M. J.
Mistress to the Prince by Elizabeth Lennox
A Rough Wooing by Virginia Henley
The Scarlet Cross by Karleen Bradford
A Long Way From You by Gwendolyn Heasley
PUCKED Up by Helena Hunting


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024