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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

Pigmeo (30 page)

Leyendo en voz alta la carta, el hermano-huésped dice:

—«Probablemente sea mejor así».

Y dentro de su cráneo este agente recita: «... fermio, fluoruro, fórmica...».

Y el hermano-puerco sigue leyendo:

—«Es mejor estar muerto, supongo, que vivir sabiendo lo que no puedo tener. ¿Me entiendes? —Sigue leyendo—: Tal vez sea mejor vivir tal como te imaginas la vida cuando eres niño. Antes de volverte demasiado listo».

Este agente se refleja un millón de veces, y también el hermano perro-puerco, mientras pasan entre todos los artículos nuevos y relucientes. El plástico bruñido. Las expansiones atiborradas de vinilo. Todas las cosas americanas que te suplican que te las lleves a casa.

El hermano-puerco lee del papel:

—«Si me ofrecieran volver al día antes de que tú y yo estuviéramos en aquel baño, te aseguro que no dejaría pasar la oportunidad. El problema es que es imposible —sigue leyendo—. Si no quieres compartir mi vida conmigo, tal vez compartirás mi muerte».

Con la mirada posada sobre la carta, sigue leyendo:

—«Siento lo que va a pasar mañana en las Naciones Unidas, cómo te engañaré para que me mates. —Sigue leyendo—: Tú me has hecho un hombre nuevo. Y eso es mucho. —Sigue leyendo—: Gracias».

Y para terminar, escrito en el papel: «Te quiere», seguido de «Trevor Stonefield».

Los dedos del agente-yo palpan la ampolla que lleva metida en el pantalón, con la toxina. Dentro de su cráneo recita la oración del héroe benévolo y salvador altruista Mao Tse-Tung: «¡Si tienes que cagar, caga! ¡Si tienes que tirarte un pedo, tíratelo! Así te sentirás mucho mejor».

—Ese dinero que me diste en el Wal-Mart —dice el hermano-puerco—. Olía a culo... —dice—: ¿Cómo es posible?

Desde la lejanía, desde el distante pasillo terminal, el único testigo es el anciano esqueleto Doris Lilly. Observando con sus cataratas, sin parpadear. Al momento siguiente, su amenazadora cabeza arrugada se inclina hacia delante y lo vuelve a hacer para repetir ese gesto de la cabeza que quiere decir «sí». Los pies del ominoso cadáver se ausentan, deambulando para terminar con su presencia, eclipsándose por detrás de un montón de alimentos absurdos para el desayuno, de muchos montones de nutrientes en proceso de expirar.

Objetos moribundos. Clientes moribundos. Tristeza desesperante.

En ese momento llega el agente Chernok para impartir una porción generosa de fondos abundantes en papel moneda legal americano. Billetes con retratos impresos de los presidentes Lincoln, Jackson y Washington.

Cita: «¡Si tienes que cagar, caga! ¡Si tienes que tirarte un pedo, tíratelo! Así te sentirás mucho mejor».

Las manos del agente-yo hurgan mucho más adentro del pantalón, y sus dedos agarran la ampolla de cristal. La extraen a fin de presentársela al perro-puerco. Y la voz de este agente, empleando un tono informal, le explica que la ampolla contiene Listerine: una colonia eficaz para volver locas a todas las señoritas. Despliega la ampolla para hacerla más apetecible. Y anuncia que ha inventado un afrodisíaco super-mega-eficaz, tal como el hermano-puerco le pidió. Sostiene en alto la ampolla con la toxina letal, acercando la mano más y más a la cara del hermano-huésped.

COMUNICADO TRIGESIMOCUARTO

Empieza aquí el informe trigesimocuarto del agente-yo, número 67, sobre su partida del aeropuerto del área metropolitana de XXXXX en el interior americano. Vuelo XXXXX. Fecha XXXXX. El destino es la final de la competición de la Feria Nacional de las Ciencias, que se celebra en la ciudad de Washington, Distrito de Columbia, la sede nacional de la muy odiada nación americana.

Con el objeto de ejecutar el clímax de la Operación Estrago.

Los agentes-compañeros que están presentes en el interior del aeropuerto son el agente Tibor, la agente Magda y el agente Ling. Todos: Sheena, Bokara, Chernok y Mang. Otto y Oleg.

El único miembro de la familia Cedar que ha venido para presenciar la partida de este agente es la madre-huésped. La esmirriada madre-pollo, con su cara picuda muy irritada y de color rojo, a causa del reciente derramamiento de agua abundante de los ojos. El padre-huésped: detenido bajo la custodia de la policía federal. El hermano-puerco huésped: desaparecido. La hermana-gata huésped: odia a muerte al agente-yo.

El anciano cadáver viviente Doris Lilly también ha venido para hacerme de acompañante durante el viaje a la feria de las ciencias.

Las zarpas de pollo de la madre-huésped retuercen un pañuelo de papel frente a su pico. Estruja el pañuelo saturado de agua ocular y dice:

—Que tengas un buen viaje... —Dice—: Te echaremos de menos... —Su cuerpo de pollo se estremece por culpa de los fuertes sollozos, y su cara está roja por culpa del rubor de la sangre.

Dentro de su cráneo, este agente recita: «... manganeso, mosquetero, Modesto...».

La madre-huésped sufre violentos sollozos. Se seca el agua que le inunda la cara.

La voz secreta del agente-yo recita: «... xenón, xilófono, Xanax...».

La madre-pollo se seca la piel facial saturada de agua. Inhala profundamente con unos orificios nasales cargados de mocos infinitos. Y con una terrible voz borboteante dice:

—¿Pigmeo? —Dice—: ¿Te acuerdas de que te dije que te convertiríamos en americano o moriríamos en el intento?

Esbozando una tenue sonrisa con la boca de pollo y con los ojos inundados, dice:

—Pues bueno, si ahora cogieras el primer avión de vuelta a tu país, no te culparía en absoluto. —Haciendo trizas el pañuelo mojado, dice—: Esta familia... todo este país es un desastre total.

El padre detenido. El hijo desaparecido. La madre llorando.

Parpadeando con los ojos inundados, dejando caer trocitos de papel con el pico, la madre huésped dice:

—Entendería del todo que no quisieras que te adoptemos, o sea... —Los hombros le tiemblan y se le convulsionan. Con sus codos de pollo pegados a los costados. Y añade—: Ahora mismo, todo es un desastre absoluto.

Los dos brazos temblorosos de la madre-huésped salen lanzados para abrazar a este agente. Agarran el torso del agente-yo y aplican presión a la cabeza de este agente entre las glándulas mamarias de la madre-huésped. Humedeciendo el pelo del agente-yo con tanta agua ocular materna. El sonido de las contracciones, pim-pam, pim-pam, pim-pam, de las convulsiones sistemáticas normales del músculo cardíaco de la madre, llega al oído de este agente.

Con el pulso cardíaco batallando contra la máquina de pensar, el agente-yo recita los elementos químicos básicos:«... neón, nylon, Nashville...».

Al momento siguiente, la acompañante Doris Lilly se acerca. Los pasos tambaleantes de la momia arrugada llegan, y su cara de cera dice:

—Lo siento, queridos, pero es hora de que cojamos nuestro vuelo...

La multitud reunida de estudiantes clamorosos se pone a cantar con una sola voz:

—¡Pig-me-o!

Cantan:

—¡Pig-me-o!

Aclaman:

—¡Pig-me-o!

Las zarpas de Doris Lilly pellizcan el hombro del agente-yo, sus dedos de loro le aferran el hueso de la clavícula para que se separe de la madre-huésped. A continuación orientan a este agente para que se dirija por el camino del embarque en el avión. Despidiéndose de la madre-huésped cada vez más lejana con una mano vetusta. Haciendo gestos de despedida, Doris Lilly dice:

—«Después te arrepentirás de haber sido tan amable».

Para que conste en acta... esto no es posible.

La señora marchita ha citado con exactitud al furioso líder e implacable general Adolf Hitler.

Este agente va ataviado con su túnica negra que dice «Propiedad de Jesús», llena de grabados de agua ocular que ha dejado en ella la madre-huésped.

La madre-huésped se inclina hasta poner su cara al nivel de la cara del agente-yo. La madre frunce sus labios faciales y ofrece el gesto de poner en contacto los labios con la piel facial de este agente a fin de expresar una demostración de afecto.

Cita: «Después te arrepentirás de haber sido tan amable».

Al contrario que en la ocasión pasada, el día infame en que fue separado de su progenitora femenina para el test vocacional, los pies del agente-yo se retiran ahora de la aeronave para esprintar huyendo de regreso hasta la madre-huésped. Este agente acepta el abrazo que la madre le ofrece. Presiona sus labios contra la mejilla facial de la madre-pollo y prueba su agua ocular con sabor a cloruro de sodio. Frunce los labios para realizar el gesto que denota afecto.

Al momento siguiente, el agente se aleja en dirección al vuelo, con el sabor persistente en la boca de la sal del gran dolor de la madre. Camino a la destrucción infinita.

COMUNICADO TRIGESIMOQUINTO

Empieza aquí la jornada de la noble desaparición de este agente.

Para que conste en acta, el agente-yo despilfarra su último amanecer albergado en el hotel de lujo XXXXX. Observa en el aparato de visionado televisivo el programa XXXXX. Presencia cómo el presidente americano XXXXX lleva a cabo un pequeño anuncio; lo más seguro es que para la noche de hoy el presidente también esté difunto. Millones de muertos. Con cuidado, las manos del agente-yo empaquetan los preparativos finales, dentro de un recipiente de acero del tamaño aproximado de un cubo para desechos. En realidad se trata de un antiguo cubo galvanizado para albergar basura. Con un estampado de palabras inglesas que rodea el exterior del cubo: «Máquina de la paz». Ejecutado mediante pintura de color rosa fosforescente. Adornado con muchas representaciones de plantas de margaritas y pajarillos azules cantores que trinan notas musicales. Decorado con una plétora de arcoíris. Inscrito con letras más pequeñas que dicen: «Sendero a la paz global permanente».

La invención debe erradicar todos los conflictos en el margen de una sola generación de la humanidad. Construir un mundo de feliz paz soleada. Una paz de flores encantadoras y benéficas.

En el espejo de la sala del retrete, la cara de este agente ofrece una resplandeciente expresión facsímil de sonrisa. Los labios del agente-yo practican repetidamente la creación múltiple de esa misma sonrisa falsa.

Al momento siguiente, este agente programa el temporizador del proyecto de la feria de las ciencias. Lo ajusta para que explote en medio del clímax vespertino de la exposición, rodeado de la multitud más numerosa. Este agente activa el gatillo del mecanismo explosivo. Se frota los dientes usando pasta dental. Se organiza el pelo capilar con la ayuda de un peine. Se atavía introduciendo las piernas a través de los agujeros de los calzones interiores estériles. Se pone un blusón blanco asociado a la asistencia a la capilla del culto y se ata el cuello con una banderola de seda anudada. Emprende un pequeño desfile, cargando con la máquina letal, en dirección al ascensor del hotel. Los brazos del agente-yo abrazan el cubo para transportarlo, y su oído permanece pegado al acero para escuchar el flojito tic-tac del mecanismo temporizador que hay escondido dentro.

Completamente distinto del pulso del músculo cardíaco de la madre.

Para que conste en acta, escoltado por la acompañante Doris Lilly, este agente ha viajado en automóvil taximétrico hasta el enorme palacio de asambleas llamado Instituto Smithsonian. Enorme recinto abovedado. El agente se incorpora a un número infinito de compañeros-estudiantes condenados a morir. Todos de camino, cargando con sus proyectos bien agarrados. Los músculos del agente-yo tensados en todo momento en previsión de una posible explosión prematura de la «Máquina de la paz». Preparado en todo instante para una muerte inminente. Inundado todo el tiempo de sudor hasta que el artefacto mortal se encuentra acomodado en el centro del recinto de exposiciones, rodeado de multitudes de venenosas víboras americanas.

En secreto, nervioso, este agente recita en voz baja los elementos:

—Mercurio, molibdeno, marihuana...

Se encuentra presente toda mi generación de agentes: Magda, Tibor y Ling. Tanek, Chernok y Sheena. Bokara, Oleg y Otto. Vaky, Metro y Mang. Todos encogidos en espera de su inevitable desaparición, con radiantes expresiones sonrientes en la cara. Abordando a los babuinos americanos e invitándolos a que examinen más de cerca la «Máquina de la paz».

Muchos ciudadanos de Estados Unidos sumidos en la ignorancia se acercan a este agente y le preguntan si es realmente el famoso Pigmeo que ejecutó el rescate en la escuela. El reverenciado Pigmeo, renombrado por haber frustrado la matanza de los delegados. Los curiosos mirones hacen cola para obtener un papel con la marca autográfica de este agente. Se apiñan densamente rodeando el débil tic-tac de la máquina letal.

Los labios rojos de cera de la acompañante Doris Lilly sonríen. Los agentes congregados sonríen.

El día de hoy es la culminación de una vida entera. El propósito determinado como mejor servicio al Estado.

Infiltrado en la guarida misma, en la colmena, en la mina de los depredadores americanos. Para asesinar a los viles caciques.

Para vengar la salvaje matanza terrorista de los progenitores del agente-yo.

A fin de borrar el recuerdo de la hermana-gata, la máquina de pensar del agente-yo recita:«... escandio, estroncio, Esther Williams...».

Recita:

—... librio, litio, látex...

Recita:

—... radio, radón, Rachel Stodard...

Con la mano estampa la palabra «Pigmeo» encima de los papeles. Con la mano agita las manos que le ofrecen los desconocidos americanos.

Al momento siguiente, una voz dice:

—Eh.

Una voz femenina. La cara de la hermana-huésped.

Insertada entre la multitud de sabandijas americanas a asesinar... la hermana-gata. En este momento preciso... la hermana se hace presente. Y haciendo la mueca de una media sonrisa, la hermana-huésped dice:

—Tú te cargaste mi proyecto de ciencias... —Dice—: Y yo he venido a devolverte el favor.

La voz estridente del agente-yo habla con tono agudo e insiste en que es de una importancia crucial que la hermana-gata huya de este local. Que escape volando en este mismo instante. Y a continuación se pone a susurrar con la voz comedida y explica que la «Máquina de la paz» va a detonar muy pronto, provocando una lluvia de muerte encima de todos los asistentes.

La hermana-gata se limita a hacer girar el cráneo en una dirección y a hacerlo rotar en la contraria, a continuación repite la rotación craneal para llevar a cabo el gesto que significa «no».

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