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Authors: Margaret Weis,Tracy Hickman

Tags: #fantasía

La Mano Del Caos

 

La Puerta de la Muerte ha sido abierta. Los cuatro mundos elementales en los que los sartán dividieron el Universo han quedado comunicados. Por fin, el Señor del Nexo podrá desarrollar su plan para adueñarse de ellos y, por eso, ordena a su fiel Haplo que regrese a Ariano con el pequeño Bane, el príncipe humano que ha descubierto el propósito de la extraordinaria máquina instalada en una de las islas flotantes. Iridal, la misteriarca, verdadera madre de Bane, descubre la presencia de surnhijo en Ariano y acude en su busca escoltada por Hugh "la Mano", el asesino, quien ha regresado misteriosamente de la muerte y debe cumplir su promesa de matar al príncipe. El proyecto de los sartán de dividir el Universo ha resultado un fraude. La interdependencia que debía producirse entre los mundos del aire, el fuego, la piedra y el agua ha fallado. Además, por la Puerta de la Muerte se han introducido en todos ellos unas siniestras criaturas, invencibles e inmortales, cuyo objetivo es sembrar el terror y la violencia... Por su parte, Haplo se ve atrapado en un conflicto de lealtades y, al tiempo, empieza a dudar de cuanto había tenido por cierto hasta entonces.

Margaret Weis & Tracy Hickman

La Mano del Caos

El Ciclo de la Puerta de la Muerte

Volumen 5

ePUB v1.0

geromar
09.07.11

Título original: The Hand of Chaos (Volumen 5 The Death Gate Cycle)

Traducción: Hernán Sabaté

© 1993 by Margaret Weis and Tracy Hickman

Published by arrangement with Bantam Books, a división of

Bantam Doubleday Dell Publishing Group, Inc., New York.

© Grupo Editorial Ceac, S.A. 1993, 1996

Para la presente versión y edición en lengua castellana.

Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S.A.

ISBN: 84–480–3065–6 (Obra completa)

ISBN: 84–480–3070-2 (volumen 56)

Depósito legal: B. 13.475-1997

Printed in Spain

A nuestro editor,

Amy Stout,

por sus consejos, su ayuda,

su aliento, su apoyo

y por los cambios en el título,

le dedicamos cariñosamente este libro.

«Porque mi hijo había muerto,

y ha vuelto a la vida;

estaba perdido y ha sido encontrado.»

Lucas, 15,24

INTRODUCCIÓN

A LOS CUATRO REINOS

Me llamo Haplo.

Mi nombre significa solitario, singular. Me lo pusieron mis padres como una especie de profecía, pues sabían que no sobrevivirían al Laberinto, la prisión dominada por una magia siniestra y terrible a la que mi pueblo, los patryn, había sido arrojado.

Con el tiempo, me convertí en un
corredor
, un patryn que se enfrenta al Laberinto. Y soy uno de los afortunados que consiguió cruzar la Puerta Final, aunque casi perdí la vida en el intento. De no ser por este perro ladrón de salchichas que yace a mi lado, no me encontraría aquí, escribiendo este relato. El perro me dio la voluntad de vivir cuando yo me habría dado por vencido y habría muerto. El perro me salvó la vida.

Sí, el perro me dio la voluntad de vivir, pero fue Xar, mi señor, quien me dio una razón para vivir, un objetivo.

Xar fue el primer patryn en escapar del Laberinto. Xar es viejo y poderoso, muy experto en la magia rúnica que nos proporciona nuestra fuerza tanto a los patryn como a nuestros enemigos, los sartán. Mi señor escapó del Laberinto y, de inmediato, volvió a entrar en él. Nadie ha vuelto a demostrar el valor necesario para hacer tal cosa, y aún hoy sigue arriesgando su vida cada día para rescatarnos.

Somos ya muchos los patryn que hemos emergido del Laberinto y vivimos ahora en el Nexo, que hemos transformado en una hermosa ciudad. Sin embargo,

¿Hemos sido rehabilitados como pretendían quienes nos encerraron en esa prisión?

En tan severa escuela, los patryn, un pueblo impaciente, aprendimos a tener paciencia. Egoístas, aprendimos a ser abnegados y leales. Y, por encima de todo, aprendimos a odiar.

El objetivo de mi señor Xar —el de todos nosotros— es recuperar el mundo que nos fue arrebatado, gobernarlo como siempre fue nuestro destino hacerlo e infligir el castigo más terrible a nuestros enemigos.

Los mundos que existen hoy fueron en otro tiempo uno solo, un hermoso mundo verdeazulado que nos pertenecía a nosotros y a los sartán, pues nuestra magia rúnica nos hacía poderosos. Las otras razas
inferiores
, a las que llamamos mensch —los humanos, los elfos y los enanos—, nos adoraban como a dioses.

Pero los sartán creyeron que los patryn estábamos consiguiendo demasiado dominio. El equilibrio de poder empezó a romperse a nuestro favor y los sartán, furiosos, hicieron lo único que estaba en su mano para impedirlo. Mediante su magia rúnica —la magia basada en las probabilidades—, separaron el mundo y nos encerraron en el Laberinto.

Con los restos del antiguo, los sartán formaron cuatro mundos nuevos, cada uno con un elemento del original: aire, fuego, piedra y agua. Los cuatro mundos están conectados por la mágica Puerta de la Muerte, un conducto por el cual pueden viajar sanos y salvos aquellos que poseen los secretos de la magia rúnica. Esos cuatro mundos deberían haber funcionado coordinadamente, complementándose unos a otros. Así, Pryan, el mundo del fuego, tenía que proporcionar energía a Abarrach, el mundo de la piedra. Abarrach proporcionaría rocas y minerales a Chelestra, el mundo del agua, etcétera. Y todo tenía que ser coordinado e impulsado por una máquina asombrosa, la Tumpa-chumpa, que los sartán construyeron en Ariano.

Sin embargo, los planes de los sartán se torcieron. Sus colonias en los mundos que habían creado empezaron a perder población y a extinguirse. Desde cada uno de ellos, lanzaron llamadas de auxilio a los demás, pero sus peticiones no tuvieron respuesta. En cada mundo, los sartán tenían sus propios problemas.

Yo descubrí lo sucedido porque Xar, mi señor, me encomendó la misión de viajar a cada uno de esos mundos para investigarlos y para descubrir qué había sido de nuestro enemigo ancestral. Y, así, he podido visitar todos esos reinos. La crónica completa de mis aventuras en ellos puede encontrarse en mis diarios, que han terminado por conocerse como
El ciclo de la Puerta de la Muerte
.

Lo que hallé en ellos fue una absoluta sorpresa. Mis descubrimientos han cambiado mi vida, y no para mejor. Cuando emprendí mis viajes, tenía todas las respuestas. Ahora, en mi cabeza sólo hay preguntas.

Mi señor achaca mi estado de ánimo inquieto y perturbado a un sartán al que conocí durante mis viajes, un sartán que utiliza un nombre mensch: Alfred Montbank. Y, al principio, estuve de acuerdo con mi señor: la culpa era de Alfred. Sin duda, el sartán me estaba embaucando.

Pero ahora no estoy tan seguro. Ahora dudo de todo: de mí mismo, de mi señor...

Permitid que intente resumiros lo que me sucedió.

ARIANO

El primer mundo que visité fue el reino del aire, Ariano, que está formado por continentes flotantes repartidos en tres niveles. El reino inferior es el hogar de los enanos y es allí, en Drevlin, donde los sartán colocaron la Tumpa-chumpa, esa máquina asombrosa. Pero antes de que pudieran ponerla en funcionamiento, los sartán empezaron a morir. Sobrecogidos de pánico, esos sartán colocaron a sus jóvenes en un estado de animación suspendida con la esperanza de que, cuando despertaran, la situación ya se habría normalizado.

Pero sólo uno de ellos, Alfred, sobrevivió al trance. Y, al despertar, descubrió que era el único aún con vida de todos sus amigos y parientes. El hallazgo lo dejó abrumado, aterrado. Alfred se sintió responsable del caos en el que se había sumido su mundo, pues los mensch, naturalmente, estaban al borde de una guerra abierta. Pese a ello, Alfred tuvo miedo de revelar su verdadera identidad. Su magia rúnica le proporcionaba el poder de un semidiós sobre los mensch, y tuvo miedo de que los mensch trataran de obligarlo a utilizar esa magia para sus propósitos destructores. Así pues, ocultó sus poderes y se negó a Utilizarlos incluso para salvarse a sí mismo. Ahora, cada vez que se siente amenazado, en lugar de responder con su poderosa magia, Alfred recurre a un oportuno desmayo. El perro y yo nos estrellamos en Ariano y estuvimos a punto de morir. Nos rescató un enano llamado Limbeck. Los enanos de Ariano son esclavos de la Tumpa-chumpa, de la que se ocupan ciegamente mientras la máquina trabaja, también a ciegas, carente de cualquier dirección. Pero Limbeck es un revolucionario, un librepensador. En la época de mi viaje, los enanos estaban bajo el dominio de una poderosa nación de elfos que habían establecido una dictadura en el Reino Medio de Ariano. Así pues, los elfos dominaban la única fuente de agua dulce de ese mundo, un agua que produce la Tumpa-chumpa.

Los humanos, que también habitan en el Reino Medio, han estado en guerra con los elfos por el agua durante la mayor parte de la historia de Ariano. La contienda estaba en pleno fragor durante mi estancia allí y continúa todavía, aunque ahora con una importante diferencia. Ha surgido un príncipe elfo que desea la paz y la unidad entre las razas. Este príncipe ha organizado una rebelión contra su propio pueblo, pero lo único que ha conseguido con ello, hasta el momento, ha sido provocar más caos.

Durante mi estancia allí, me las ingenié para ayudar a Limbeck, el enano, a encabezar una revuelta de su pueblo contra los humanos y los elfos. Y, cuando abandoné ese mundo, llevé conmigo a un niño humano, Bane, que había suplantado en la cuna al verdadero hijo de un rey. Desde entonces, Bane ha desentrañado el secreto de la Tumpa-chumpa. Una vez que la máquina empiece a funcionar como los sartán tenían pensado, mi señor utilizará su energía para empezar la conquista de los otros mundos.

También me habría gustado llevar conmigo a otro mensch, un humano llamado Hugh
la Mano
. Este Hugh, un asesino muy hábil y experimentado, era uno de los escasos mensch que he conocido al que podría aceptar como un aliado de confianza. Por desgracia, Hugh
la Mano
murió luchando contra el verdadero padre de Bane, un perverso hechicero humano. ¿Y a quién tengo ahora por compañero de viaje?

A Alfred.

Pero no nos adelantemos a los hechos.

Durante mi estancia en Ariano, tropecé con Alfred, que actuaba como sirviente del pequeño Bane. Me avergüenza reconocerlo, pero Alfred descubrió mi condición de patryn mucho antes de que yo supiera que él era un sartán. Cuando lo averigüé, me propuse matarlo pero, en aquellos momentos, bastante trabajo tuve para salvar mi propia vida...

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