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Authors: Kevin J. Anderson

Tags: #Ciencia Ficción

La espada oscura (17 page)

BOOK: La espada oscura
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El diagrama del núcleo principal del súper láser brillaba delante de él con un sinfín de líneas luminosas indicando la situación de las vigas de soporte: la pureza del diseño de su súper láser había quedado revelada al hacer desaparecer el cascarón exterior. Sí, era mucho mejor así.

Lemelisk entrecerró los ojos y se acercó un poco más a la proyección, recordando lo emocionado que se había sentido mientras contemplaba la zona de construcción de la primera estación de combate...

El Gran Moff Tarkin había llegado al lugar en el que se estaba construyendo la Estrella de la Muerte a bordo de una lanzadera de carga de la clase Lambda. Él y Lemelisk estaban sentados en los asientos de pasajeros y discutían asuntos muy importantes mientras el esclavo alienígena de Tarkin, un calamariano llamado Ackbar, pilotaba la nave dirigiéndola hacia aquella enorme masa de vigas y maquinaria de construcción cuyas dimensiones superaban a las de cualquier estación espacial jamás concebida.

Lemelisk no podía entender por qué Tarkin pasaba tanto tiempo con el alienígena de piel color rosa salmón, que siempre le había parecido bastante desagradable debido a sus grandes ojos redondos y el olor a pez que desprendía. Tarkin había aplastado Mon Calamar¡ y había obligado a aquellas extrañas criaturas a servirle. Después había convertido a Ackbar en su sirviente personal como otro medio de humillarle y herirle, atormentándole con los deberes que tanto odiaba.

Ackbar, completamente doblegado, obedecía dócilmente todas las órdenes de Tarkin. El calamariano pilotaba la lanzadera de la clase Lambda con una apática competencia, haciéndoles de chófer con el mínimo entusiasmo posible. El alienígena apenas reaccionaba a lo que le rodeaba, pero aun así Lemelisk se dio cuenta de que Ackbar parecía estar pendiente de cada palabra que decía Tarkin, como si estuviera almacenando información para luego darle cualquier posible uso que un esclavo pudiera encontrar a esos datos.

El astillero espacial en el que se estaba construyendo la Estrella de la Muerte orbitaba el mundo penal de Despayre, en el sistema de Horuz. Los territorios del Borde Exterior eran el coto personal de Tarkin..., y Tarkin cazaba en ellos con la máxima frecuencia y salvajismo posibles. El mundo que flotaba debajo de su lanzadera era de un color verde oscuro a través del que se distinguían las fisuras azules y marrones de los ríos y los mares de poca profundidad. Despayre parecía excesivamente tranquilo para ser un infernal planeta prisión, pero Lemelisk sabía que las junglas prehistóricas de aquel mundo eran un hervidero de temibles insectos y depredadores, plantas venenosas y crustáceos carnívoros. Los convictos se acurrucaban dentro de los muros de sus fortalezas, esperando no ser exilados nunca al salvaje exterior.

La colonia penal proporcionaba una fuerza laboral más que dispuesta a trabajar en la construcción de la Estrella de la Muerte. Las listas de voluntarios contenían cinco veces más hombres de los que podían llegar a caber en el astillero, y la consecuencia de todo ello era que los trabajadores de la instalación espacial se habían convertido en un recurso que podía ser consumido y sustituido sin ninguna dificultad..., pero por desgracia los trabajadores también eran apáticos y estaban faltos de educación, y carecían del adiestramiento necesario para el tipo de sofisticadas labores que exigía el proyecto.

Lemelisk dirigía las operaciones rutinarias desde su cómoda estación de control remoto. Como ingeniero en jefe, examinaba los informes sobre los progresos diarios para asegurarse de que todos los componentes encajaban correctamente. Pero prefería no exponerse directamente a los peligros de la zona de construcción: Lemelisk no era uno de esos directivos que se ensucian las manos.

Pero en aquel momento, mientras Ackbar pilotaba la lanzadera de la clase Lambda en un vector de aproximación directo al bosque de vigas, Lemelisk miró a su alrededor y vio los brillantes destellos de los soldadores láser y los extremos relucientes de las planchas de duracero recién templadas que emergían de las plantas procesadoras. Los hilillos de humo negro v el resplandor del calor residual se iban difundiendo por el espacio. El vapor brillaba en un diluvio de cristales de hielo diamantino.

Cuando la Estrella de la Muerte estuviera terminada, el mundo de Despayre quedaría envuelto en una capa de restos industriales que girarían a su alrededor en una órbita de gran altura como efecto colateral de los trabajos. Por desgracia para los convictos, los restos harían prácticamente imposible llegar hasta la colonia penal. Despayre se convertiría en un planeta inaccesible y los prisioneros tendrían que arreglárselas por sí solos..., hasta que se acabaran los suministros y las feroces junglas llegaran a las fortalezas penales.

—Está haciendo grandes progresos —dijo Tarkin mientras miraba por la ventanilla.

Lemelisk hizo crujir sus nudillos.

—Impresiona, ¿verdad?

Había visto los planos muchísimas veces y conocía de la manera más íntima imaginable todos los detalles, pero aun así la zona de construcción seguía dejándole sin respiración y le hacía sentir que todos sus años en la Instalación de las Fauces habían valido la pena. El pequeño prototipo de la Estrella de la Muerte también había sido asombroso, pero en realidad sólo era un modelo para poner a prueba el concepto básico. Funcionaba, pero no era la auténtica estación de combate que había ideado.

—Enviaré mi informe al Emperador —dijo Tarkin—. Siga trabajando tan bien como hasta ahora, ingeniero Lemelisk.

La lanzadera de la clase Lambda siguió avanzando a través del complejo enrejado de la Estrella de la Muerte y acabó saliendo por el otro lado para iniciar una lenta órbita del perímetro externo de la construcción. El ojo de centrado del súper láser se abrió ante ellos como un gigantesco cráter de meteorito. Ackbar permanecía silencioso e inmóvil en el sillón de pilotaje. El alienígena no parecía demasiado feliz ante la magnificencia de la nueva arma.

Lemelisk sonrió mientras la lanzadera viraba y volvía a la base. Todo iba a la perfección. Estaba viendo cómo sus sueños iban cobrando vida, y hacía años que no se sentía tan bien.

Lemelisk presentó el diseño modificado a Durga el Hutt mientras el general Sulamar inspeccionaba cada paso del proceso con su característica brusquedad e iba mirando por encima del hombro del ingeniero. Lemelisk fue hablando mientras el general se pegaba a él, frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos. El científico anhelaba una oportunidad de asestar un golpe «accidental» al estómago del general con su codo.

—Como ya saben, el diseño original consistía en una esfera gigante —dijo—, cuyo propósito principal era albergar el súper láser. La estructura general, las cubiertas y el cascarón exterior también lo convertían en una guarnición móvil para uno de los despliegues más grandes d:, tropas jamás llevados a cabo por el Imperio.

Durga, que estaba recostado sobre su plataforma flotante, se estiró para coger un puñado goteante de una gelatinosa sustancia azul de un cuenco y lo sorbió con su lengua y sus enormes y musculosos labios.

—Mmmm hmmmm —dijo——. Sí, todos sabemos eso.

—Pero ustedes no necesitan todo ese espacio desperdiciado —dijo Lemelisk—. No necesitan espacio habitable para un millón de tripulantes. No necesitan hangares de cazas TIE, escuadrones de apoyo, docenas de puertos de atraque... Lo único que quieren es el arma en sí.

El estómago de Lemelisk emitió un gruñido. El científico deseó haber comido, aunque por lo menos esta vez se había acordado de afeitarse. Se acarició el vello del mentón..., ¿o era ayer cuando se había afeitado? Lemelisk parpadeó y después carraspeó para aclararse la garganta. Hizo aparecer sus planos modificados en el proyector holográfico, y después señaló el nuevo diagrama.

—Como pueden ver, he reducido las dimensiones del casco exterior y al mismo tiempo he incrementado la potencia. En el diseño de la Estrella de la Muerte original, el súper láser formaba el eje de la esfera. Toda la energía del núcleo reactor se dedicaba a crear cada disparo.

»En este diseño he tomado el súper láser... —la imagen proyectó el tallo de lentes de centrado y multiplicadores de alta energía— y lo he colocado dentro de una estructura cilíndrica. Su nueva arma consistirá únicamente en el súper láser rodeado por un casco blindado, con las capacidades navegacionales necesarias y un pequeño anillo exterior de habitáculos. Incluso con unos sistemas secundarios tan reducidos, esta nave podría transportar a centenares de hutts junto con sus séquitos personales.

—Pero ¿dónde está el ojo de centrado del láser? —preguntó Sulamar, juntando las manos detrás de la espalda e inclinándose hacia adelante.

Lemelisk creyó ver una oportunidad de hacerle retroceder mediante un empujón de su afilado codo, pero el general se hizo a un lado para contemplar los planos desde una perspectiva distinta.

Lemelisk suspiró y respondió.

—Fíjese en el extremo del cilindro. He desplazado el ojo de centrado de tal manera que el haz puede surgir directamente del extremo, con lo que ese disparo directo a través del súper láser nos permite obtener un índice de conversión de energía más elevado que antes. Podemos proporcionar más potencia a nuestro ataque.

Los planos se hicieron más detallados y nítidos y acabaron convirtiéndose en una simulación del arma terminada, un negro cilindro blindado que giraba en el espacio. La secuencia de animación empezó a desarrollarse y la nueva arma disparó, y un haz resplandeciente brotó de un extremo del tubo.

El general Sulamar asintió.

—Parece una de esas armas de los antiguos Jedi..., una espada de luz —dijo.

Lemelisk sonrió, un poco sorprendido al ver que el pomposo general imperial había sido capaz de percibir la conexión.

—Sí —dijo—. Ahora comprenden por qué elegí como nombre en código para su arma el de Proyecto Espada Oscura. ¿verdad?

Durga soltó una risita de placer. —Un buen nombre, ingeniero.

Sulamar permanecía rígidamente inmóvil mientras reflexionaba sobre las posibilidades del arma. Sus facciones se fueron tensando en una nerviosa mueca de impaciencia.

—Con un arma semejante seremos invencibles. —Se volvió hacia Durga y le sonrió con una sonrisa lobuna—. Podremos obtener dinero en concepto de protección, impuestos..., lo que sea. Podremos tener como rehenes a sistemas enteros. Nadie será capaz de oponérsenos.

Durga sonrió con sus enormes labios de hutt y sorbió otro puñado de la pegajosa gelatina azul.

—¡Podremos convertirnos en los dueños y señores de toda la galaxia! Bevel Lemelisk desconectó el sistema de animación e hizo desaparecer los diagramas luminosos.

—Sí, noble Durga..., probablemente podrán hacerlo.

CORPORACIÓN MULAKO CANTERA DE AGUA PRIMORDIAL
Capítulo 15

Estaban en el hiperespacio e iban hacia un destino que Luke Skywalker esperaba fervorosamente se convertiría en el lugar donde se descubrirían a sí mismos, dirigiéndose hacia un momento en el que quizá volvería a encontrar aquel compartir interior que había experimentado con Calista.

Luke se recostó en el asiento de pilotaje del yate espacial con el que habían salido de Coruscant. Dejó escapar un suspiro de tranquila satisfacción, feliz de estar a solas con Calista sin preocupaciones, sin presiones y sin más misión que la de volver a encontrar su capacidad para emplear la Fuerza. Volvió la mirada hacia Calista, que estaba sentada junto a él, y Calista se la devolvió con sus impenetrables ojos grises. Unas puertas invisibles se habían cerrado de repente y sólo le permitían ver a Calista tal como la veían los demás, sin las claves y misterios añadidos de la Fuerza.

Calista sonrió, y Luke sintió deseos de besarla. Sus cortos cabellos rubios mostraban franjas de un color más oscuro, como un castaño teñido de malta, que daban una nueva y salvaje hermosura a su apariencia.

—Ele elegido un sitio especial —dijo Luke—. Es un lugar magnífico. Creo que te gustará.

Calista se encogió de hombros.

—Tú eres el Maestro Jedi. Guíame y te seguiré. Luke enarcó las cejas.

—Eso no suena muy propio de la Calista de la que me enamoré. Calista le estrechó la mano.

—Pues entonces vayamos en busca de esa Calista y volvamos con ella.

La nave seguía avanzando a través del hiperespacio, siguiendo su curso automatizado. Luke se levantó de su asiento y extendió la mano. Calista se levantó. Era alta. tenía las piernas muy largas y era muy atractiva. Luke se inclinó hacia adelante y rodeó delicadamente sus mejillas con las palmas de sus manos, sosteniendo el rostro de Calista entre ellas mientras la miraba a los ojos.

Calista le devolvió la mirada sin parpadear.

—¿Estás intentando sondearme con la Fuerza?

Luke movió la cabeza en una negativa casi imperceptible, pero no apartó los ojos de su rostro.

—No —dijo—. Sólo quería mirarte.

Pero el momento ya se había esfumado. Luke le tomó la mano y la llevó a la pequeña sala que había detrás del compartimiento de pilotaje.

—Vamos a probar unas cuantas cosas —dijo— Quiero usar algunas técnicas de aprendizaje que dieron muy buen resultado con los otros estudiantes Jedi.

—Pero ya las hemos probado —dijo Calista con visible frustración.

—No de esta manera —respondió Luke—. Eres distinta de mis otros estudiantes..., dejando aparte el hecho de que te amo, por supuesto —añadió con una maliciosa sonrisa—. Ya has recibido el adiestramiento de los Caballeros Jedi. Conoces las técnicas, y lo único que ocurre es que ya no puedes usarlas. Pero hay una cosa que todavía puedes utilizar.

—¿Cuál? —preguntó Calista, no entendiendo qué podía haber planeado para ella.

Luke fue hasta el compartimiento mural rectangular donde guardaba sus objetos personales y sacó dos cilindros. Arrojó uno a Calista, y la joven lo pilló diestramente al vuelo.

—Vamos a hacer un poco de esgrima con las espadas de luz —dijo—. Eso hará que vuelvas a moverte y a pensar como una Jedi. Puede que eso sea un comienzo.

Luke conectó su arma, y la hoja de energía verdosa surgió de la empuñadura.

Calista bajó la mirada hacia su espada de luz, sintiéndose un poco intimidada.

Luke sonrió para darle ánimos.

—Vamos, vamos... No te estoy pidiendo que desvíes rayos desintegradores con los ojos cerrados. Vigílame, y anticípate a mis movimientos. No tienes que usar la Fuerza: basta con que utilices tus ojos v tus reflejos.

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