DAVID EDDINGS, nació un 7 de Julio de 1931 en Spokane, Washington y se crió cerca de Seattle. Desde muy pequeño le gustó escribir, y en el instituto ya tenía claro que quería dedicarse a ello. De joven su tiempo libre lo dividía en escribir y en actuar en obras de teatro que él mismo creaba. Se graduó en la Universidad de Portland con veinte años, obteniendo la Licenciatura en Filosofía y Letras. Años más tarde consiguió el título de Maestro de Artes en la Universidad de Washington, después fue llamado a filas.
Tras dos años al servicio del Ejército de los Estados Unidos, Eddings trabajó como profesor de Universidad, pero acabó dejándolo muy descontento porque no recibía ningún aumento de sueldo con el paso de los años. Se mudó a Denver, donde acabó trabajando en un supermercado. Empezó a escribir su primera novela, La Alta Cacería (High Hunt). Eddings se basó en sus conocimientos de caza y de vida en la montaña para escribir ese libro, el cual seguiría el mismo patrón que algunas de sus obras posteriores, la madurez del protagonista.
Desde el principio contó con la ayuda de Leigh Eddings, su esposa. David escribía y después se lo leía en voz alta a su mujer, ella le daba su opinión y le señalaba las incoherencias de la trama y añadía detalles a la historia y pinceladas a los personajes. Desde un primer momento David quiso que su esposa apareciese como co-autora en los libros, pero su editor se negó en rotundo, afirmando que no estaba bien visto en el mercado que hubiese dos autores en un mismo libro. No fue hasta la salida del quinto libro de Belgarath, La Ciudad de las Tinieblas (Enchanter´s End Game) cuando por fin la autoría de Leigh Eddings quedó reconocida.
Una mañana, antes de ir a trabajar, empezó a garabatear en un papel una especie de mapa, el cual quedaría olvidado hasta que un día Eddings vio una copia de El Señor de los Anillos en una librería. Sorprendido al ver que era una 78ª edición se la llevó a casa. Tras la lectura, David supo que quería dedicarse a la literatura fantástica. Con la inspiración de Tolkien en su mente, Eddings terminó de dar los detalles al mapa que tiempo antes había dibujado. Así nació el mundo de Aloria, donde se desarrollan las aventuras de su saga más conocida, Belgarath.
El éxito de la pentalogía de Crónicas de Belgarath le dio la oportunidad de escribir otras sagas de fantasía en las que Eddings dejaba volar su imaginación. Tras Belgarath, escribió una continuación de otros cinco libros, Crónicas de Mallorea, después llegarían la saga de Elenium y su secuela, El Tamuli. En 1995 retomaría la historia de Belgarath para escribir dos precuelas y El Códice Rivano (apuntes y material de trabajo que utilizó para la saga). Su última aportación a la novela fantástica fue con la saga Los Soñadores, que terminó de escribir en el 2006, un año antes de la muerte de su mujer.
David nunca quiso escribir en un ordenador, ni siquiera a máquina, prefería hacerlo de la manera tradicional, con papel y pluma. Era un tipo afable y divertido, bastante humilde, le gustaba bromear diciendo que nunca ganaría un Premio Nobel de Literatura, era consciente de que la literatura fantástica estaba muy infravalorada en el mundo de la lectura. La verdad es que su obra no destacaba por su calidad literaria, sino que la fuerza residía en la historia y en la personalidad de sus personajes. Le encantaba saber que mucha gente que nunca había cogido un libro en su vida había acabado enganchada a sus novelas, solo por eso se sentía orgulloso de haberse hecho escritor y conseguir que la gente apreciase el valor de los libros. Una vez dijo, «Estoy aquí para enseñar a una generación o dos cómo leer. Después de que terminen conmigo pueden pasar a alguien importante como Homero o Milton».
En 1999 su mujer sufrió un ataque de corazón. A lo largo de los años seguiría sufriéndolos hasta que finalmente, en 2007 su corazón se detuvo finalmente. Debido a los ataques, la mente de Leigh se vio afectada, reduciéndose su edad mental aproximadamente a la de una niña de 3 años de edad. David se encargó siempre de cuidar él mismo de su mujer, con ayuda de su suegra y no quiso que su familia la viese en ese estado. A pesar del dinero que tenía, se negó a pagar a alguien para que la cuidase, siempre estuvo a su lado, hasta el fin de sus días.
Tras la muerte de Leigh, David ya no era el mismo, poco a poco fue desmejorando hasta que llegó su hora, algo que seguro que deseaba para poder reunirse de nuevo con ella y seguir creando historias para toda la eternidad.