Misty todavía lleva el cuchillo ensangrentado para filetes en la mano.
Ahora la gente del mostrador de recepción se gira para mirar. Una empleada de recepción, una Burton o una Seymour o una Kincaid, se gira, le susurra al oído a otra empleada y levanta el auricular del teléfono interno.
Misty se dirige al comedor, pasando por entre las caras lívidas y la gente que hace gestos de dolor y mira a otra parte. Por entre las veraneantes que se tapan los ojos con los dedos arácnidos. Pasa junto a la encargada del restaurante. Más allá de las mesas tres, siete, diez y cuatro está el detective Stilton, sentado a la mesa seis con Grace Wilmot y el doctor Touchet.
Comen rollitos de frambuesa. Café. Quiche. Pomelos cortados en mitades. Están desayunando.
Misty va hasta ellos, con el cuchillo ensangrentado en la mano, y dice:
—Detective Stilton, se trata de mi hija. Mi hija, Tabbi. —Misty dice—: Creo que sigue viva.
Con la cuchara llena de pomelo a medio camino de la boca, Stilton dice:
—¿Su hija había muerto?
Se ahogó, le dice Misty. Tiene que escucharla. Hace una semana, tres semanas, Misty no lo sabe. No está segura. La han tenido encerrada en la buhardilla. Le pusieron una escayola enorme en la pierna para que no se pudiera escapar.
Debajo de la falda de lana, tiene las piernas cubiertas de sangre, que le sigue manando.
A estas alturas todo el comedor está mirando. Y escuchando.
—Es una conspiración —dice Misty. Estira los dos brazos para contrarrestar la expresión asustada que tiene Stilton en la cara. Misty dice—: Pregúntele a Ángel Delaporte. Algo terrible está a punto de suceder.
La sangre seca en sus manos. Su sangre. La sangre de sus piernas empapándole la falda a cuadros.
La falda de Tabbi.
Una voz dice:
—¡La has estropeado!
Misty se gira y ve a Tabbi. En la puerta del comedor, vestida con una blusa de volantes y unos pantalones negros cortados a medida. El pelo corto estilo paje y un pendiente en la oreja, el corazón rojo esmaltado que Misty vio cómo Will Tupper se arrancaba de la oreja hace cien años.
El doctor Touchet dice:
—Misty, ¿has estado bebiendo otra vez?
Tabbi dice:
—Mamá... mi falda.
Y Misty dice:
—No estás muerta.
El detective Stilton se limpia la boca con la servilleta. Dice:
—Bueno, al menos hay una persona que no está muerta.
Grace se pone azúcar en el café. Se pone leche, lo remueve todo y dice:
—Así pues, ¿cree usted de verdad que fue esa gente de la AOPL quien cometió el asesinato?
—¿Los que mataron a Tabbi? —dice Misty.
Tabbi se acerca a la mesa y se inclina sobre la silla de su abuela. Se le ven manchas amarillas de nicotina entre los dedos cuando levanta un platillo e inspecciona el borde pintado. Es dorado con una corona repetida de delfines y sirenas, Tabbi se lo enseña a Grace y dice:
—Fitz and Floyd. El diseño de la corona marina.
Le da la vuelta, lee lo que pone en la parte de debajo y sonríe.
Grace la mira, sonriente, y dice:
—Estás progresando tanto que no tengo palabras, Tabitha.
Solamente para que conste en acta, Misty quiere abrazar y besar a su hija. Misty quiere abrazarla y correr hasta el coche y conducir directamente hasta la caravana de su madre en Tecumseh Lake. Misty quiere decir adiós con el dedo corazón a toda esta puta isla de lunáticos remilgados.
Grace da unos golpecitos en la silla vacía que hay al lado de la suya y dice:
—Misty, ven a sentarte. Pareces preocupada. Misty dice:
—¿A quién ha matado la AOPL?
La Alianza Oceánica por la Libertad. Los que quemaron las pintadas de Peter en todas las casas de la playa. Tus pintadas.
—Por eso estoy aquí —dice el detective. Se saca el cuaderno del bolsillo interior de su chaqueta. Lo abre sobre la mesa y saca el bolígrafo para escribir. Mira a Misty y dice—: Si no le importa contestar a unas preguntas... ¿Sobre el vandalismo de Peter?
—Anoche asesinaron a Ángel Delaporte —dice—. Podrían ser ladrones, pero no descartamos nada. Lo único que sabemos es que murió apuñalado mientras dormía. En la cama de ella. En nuestra cama.
Tabbi estaba muerta y ahora está viva. La última vez que Misty vio a su hija, la vio en esa misma mesa, debajo de una sábana y sin respirar. Misty tenía la rodilla rota y ahora la tiene bien. Un día Misty sabe pintar y luego ya no sabe. Tal vez Ángel Delaporte era el novio de su marido, pero ahora está muerto. Tu novio.
Tabbi coge de la mano a su madre. Lleva a Misty al asiento vacío. Saca la silla y Misty se sienta.
—Antes de que empecemos... —dice Grace. Se inclina sobre la mesa para darle una palmadita al detective Stilton en el puño de la camisa y dice—: La exposición de Misty se inaugura dentro de tres días y contamos con la presencia de usted.
Mis pinturas. Están aquí, en alguna parte. Tabbi mira a Misty, sonriente, y pone la mano dentro de la mano de su abuela. El anillo de peridoto emite un destello verde sobre el mantel blanco de la mesa.
Grace mira fugazmente en dirección a Misty y hace un gesto de dolor como si acabara de meterse dentro de una tela de araña, con la barbilla pegada al pecho y las manos palpando el aire. Luego dice:
—Han pasado tantas cosas desagradables en la isla últimamente. —Respira hondo, con un gesto que le mueve las perlas hacia arriba, luego espira y dice—: Confío en que la exposición nos dé la oportunidad de empezar de nuevo.
En un baño de la buhardilla, Grace llena la bañera de agua y sale a esperar al pasillo. Tabbi se queda en la habitación para vigilar a Misty. Para proteger a su propia madre.
Solamente para que conste en acta, da la sensación de que este verano ha durado años enteros. Años y años. La chica a la que Misty vio desde la ventana, flirteando. Esa chica podría ser una desconocida de dedos amarillos.
Misty dice:
—No deberías fumar, de veras. Aunque ya estés muerta.
Lo que no te enseñan en la facultad de bellas artes es cómo reaccionar cuando descubres que tu única hija está confabulada para romperte el corazón. Porque ahora que están solas las dos en el baño, tal vez el trabajo de su hija sea cabrear a Misty.
Tabbi se mira la cara en el espejo del baño. Se lame el dedo índice y lo usa para arreglarse el borde de la pintura de labios. Sin mirar a Misty, dice:
—Podrías tener más cuidado, madre. Ya no te necesitamos.
Se saca un cigarrillo del paquete que lleva en el bolsillo. En las narices de Misty, enciende el mechero y da una calada.
Con las bragas que le vienen grandes en las piernas flacas, Misty se las baja por debajo de la falda, se las quita sacudiendo los zapatos y dice:
—Te quería mucho más cuando estabas muerta.
En la mano que sostiene el cigarrillo, el anillo de su abuela, el peridoto, suelta un destello verde bajo la luz que hay sobre el lavabo. Tabbi se agacha para recoger del suelo la falda a cuadros manchada de sangre. La sostiene con dos dedos y dice: —La abuelita Wilmot necesita que me prepare para la exposición. —Y mientras se marcha, dice—: Para tu exposición. En la bañera, los cortes y arañazos del cuchillo para filetes se llenan de jabón y escuecen hasta el punto de hacer que a Misty le rechinen los dientes. La sangre seca tiñe el agua del baño de un color rosa lechoso. El agua caliente hace que empiece de nuevo la hemorragia y Misty estropea una toalla blanca llenándola de manchas rojas cuando intenta secarse. De acuerdo con el detective Stilton, esta mañana un hombre ha llamado a la comisaría del continente. No ha dado su nombre, pero ha dicho que Ángel Delaporte estaba muerto. Ha dicho que la Alianza Oceánica por la Libertad seguiría matando a turistas hasta que las multitudes dejaran de maltratar el medio ambiente local.
Las piezas de plata tan grandes como herramientas de jardinería. Las botellas vetustas de vino. Los cuadros antiguos de los Wilmot. No se han llevado nada.
En su buhardilla, Misty marca el número de teléfono de su madre en Tecumseh Lake, pero le sale la operadora del hotel. Se ha roto un cable, dice la operadora, pero lo arreglarán pronto. El teléfono interno sí que funciona. Lo único que no puede hacer Misty es llamar al continente.
Cuando mira debajo de la alfombra, el sobre lleno de dinero de las propinas ha desaparecido.
El anillo de peridoto de Tabbi. Regalo de cumpleaños de su abuela.
La advertencia de la que Misty no hizo caso: «Marchaos de la isla mientras podáis».
Todos los mensajes ocultos que deja la gente para no ser olvidada. Las formas en que todos intentamos hablar con el futuro. Maura y Constance.
«Morirás cuando hayan acabado contigo.»
Es fácil entrar en la habitación 313. Misty ha sido doncella, Misty Marie Wilmot, la puta reina de las esclavas. Sabe dónde encontrar la llave maestra. Es una habitación doble, con una cama king-size y vistas al océano. Los mismos muebles que en el resto de habitaciones. Un escritorio. Una silla. Una cajonera. En la mesilla para el equipaje hay la maleta abierta de algún veraneante. En el armario cuelgan unos pantalones de esport y una prenda de seda floreada. Un biquini húmedo echado encima de la barra de la cortina de la ducha.
Solamente para que conste en acta, es el mejor empapelado que Misty ha visto nunca. Además, el papel de pared de la 313 es bastante bueno, a rayas de color verde pastel alternándose con hileras de rosas de mayo rosadas. Un diseño que ya parecía antiguo cuando se imprimió. Lo manchan con té para que parezca amarillento por el paso del tiempo.
Lo que lo delata es que el papel es demasiado perfecto. Demasiado liso, recto e igualado, de arriba abajo. Los bordes de las hojas están demasiado bien alineados. Está claro que no lo ha hecho Peter.
No es tu obra. Querido Peter perezoso de mi alma, que nunca se tomó el arte muy en serio.
Sea lo que sea que Peter dejó aquí para que alguien lo encontrara, emparedado en esta habitación, cuando levantó el muro sobre la puerta, ya no está. La gente de la isla de Waytansea ha borrado su pequeña cápsula temporal o su pequeña bomba de relojería. Igual que la señora Terrymore ha borrado lo que había escrito en los libros de la biblioteca. Igual que todas las casas del continente han sido quemadas. Por obra de la AOPL.
Igual que está muerto Ángel Delaporte. Apuñalado en la cama, mientras dormía.
En la cama de Misty. En tu cama. Sin que se llevaran nada y sin señales de allanamiento de morada.
Solamente para que conste en acta, en cualquier momento podía pasar un veraneante. Y encontrar a Misty allí escondida, con un cuchillo ensangrentado en la mano.
Con la hoja serrada, Misty elige una juntura y arranca una tira de papel. Usa la punta afilada y arranca otra tira. Arranca lentamente una tercera tira larga de papel de pared y puede leer: «... enamorado de Ángel Delaporte, y lo siento pero no voy a morir por...».
Y solamente para que conste en acta, eso no era realmente lo que ella quería encontrar.
Con toda la pared hecha jirones, todas las vetustas rosas de mayo y las rayas de color verde claro arrancadas a tiras largas, he aquí lo que dejó Peter para que alguien lo encontrara.
Lo que tú dejaste.
«Estoy enamorado de Ángel Delaporte, y lo siento, pero no voy a morir por nuestra causa.» Escrito una y otra vez por todas las paredes, dice: «No dejaré que me matéis igual que habéis matado a todos los maridos de las pintoras desde Gordon Kincaid».
El suelo de la habitación está lleno de jirones y tiras de papel de pared. Lleno de polvo de cola reseca. Se oyen voces en el pasillo y Misty espera paralizada en la habitación destruida. Espera a que los veraneantes abran su puerta.
Por toda la pared hay escrito: «Ya no me importan nuestras tradiciones».
Dice: «No amo a Misty Marie, pero no se merece que la torturen. Amo nuestra isla, pero necesitamos una forma nueva de salvar nuestro estilo de vida. No podemos seguir cosechando gente».
Hay escrito: «Esto es un asesinato colectivo ritual y no lo voy a aprobar».
Las cosas de los veraneantes han quedado enterradas, sus maletas y sus cosméticos y sus gafas de sol. Enterradas bajo la basura hecha jirones.
«Para cuando encontréis esto —dicen las pintadas—, ya me habré ido. Me voy esta noche con Ángel. Si estáis leyendo esto, lo siento pero es demasiado tarde. Tabbi tendrá un futuro mejor si su generación se tiene que buscar la vida.»
Escrito debajo de las tiras de papel de pared dice: «Lo siento mucho por Misty, de veras».
Tú escribiste: «Es verdad que nunca la quise, pero no la odio lo bastante como para llevar a cabo nuestro plan».
Y dice: «Misty merece algo mejor. Papá, es hora de liberarla».
Los somníferos que el detective Stilton dijo que había tomado Peter. Las recetas que Peter no tenía. La maleta que había hecho y había metido en el maletero. Estaba planeando abandonarnos. Marcharse con Ángel.
Estabas planeando marcharte.
Alguien lo drogó y lo dejó en el coche con el motor encendido, encerrado en el garaje para que lo encontrara Misty. Alguien que no sabía nada de la maleta lista y metida en el maletero para la huida. Que no sabía que el depósito de gasolina estaba medio vacío.
«Papá» se refería a Harrow Wilmot. El padre de Peter, que estaba supuestamente muerto. Desde antes de que naciera Tabbi.
Por toda la habitación hay escrito: «No desveléis el trabajo del diablo».
Las pintadas dicen; «Destruid todos sus cuadros».
Lo que no te enseñan en la facultad de bellas artes es a entender una pesadilla.
Y va firmado: «Peter Wilmot».
En el comedor del hotel, un equipo de gente de la isla está colgando la obra de Misty, todos sus cuadros. Pero no por separado, ya que todos encajan, las acuarelas y los lienzos, formando un largo mural. Un collage. Los miembros del equipo mantienen el mural tapado mientras lo van montando, dejando solamente un extremo al descubierto, lo justo para añadir la siguiente hilera de pinturas. No se ve lo que es. Lo que parece un árbol también podría ser una mano. Lo que parece una cara podría ser una nube. Es una escena de multitud o un paisaje o bien una naturaleza muerta de flores y frutas. En el momento en que añaden una pieza al mural, el equipo mueve un telón para taparlo.