—No hay averías en el sistema de correos, ¿verdad? ¿El resto del transito… el resto está recibiendo los mensajes correctamente?
—Sí, señor. Ya lo he controlado. El flujo de información es normal de aquí a Jackson's Whole.
—Y realmente llenaron una solicitud de salto hasta Jackson's Whole… Volaron hasta el otro punto y saltaron…
—Sí, señor…
Hace cuatro días
. Pensó en su imagen mental del nexo de agujero de gusano. No había saltos conocidos que llevaran fuera de esa ruta estándar, la más corta entre Escobar y Jackson's Whole, nada que llevara a ningún lugar interesante. No se podía imaginar a Bel eligiendo ese momento para jugar a Investigación Astronómica Betanesa y salir a explorar. Era cierto que muy de vez en cuando una nave saltaba en una ruta absolutamente comercial y estándar y no se materializaba del otro lado… convertida en un grupo de quarks irrecuperables en el tejido espacio-tiempo a causa de algún defecto sutil en las varillas Necklin o en el sistema de control neurológico del piloto. Los correos de salto mantenían un control de tránsito en rutas comerciales y concurridas como ésa y hubieran informado inmediatamente de una desaparición así.
De modo que se vio obligado a tomar una decisión, y eso sólo consiguió calentarle la temperatura unos grados más. Estaba acostumbrado a verse arrastrado a la acción por hechos que él no controlaba.
Mierda, esto no estaba en los planes para hoy
.
—De acuerdo, Sandy. Convoque una reunión de personal. La capitana Quinn, la capitana Bothari-Jesek, el comodoro Jesek, todos en la sala de informes del
Triumph
en cuanto puedan.
Hereld alzó las cejas al oír la lista de nombres mientras sus manos se movían a la interfase de la comuconsola para cumplir la orden. Todos del Círculo Íntimo.
—¿Una mierda muy fea, señor?
Él se las arregló para sonreír e intentó utilizar un tono suave.
—Sólo un asunto serio, Sandy.
No exactamente. ¿Qué diablos tenía en su mente su hermanito idiota? ¿Qué quería hacer Mark con ese escuadrón comando? Una docena de Dendarii totalmente armados no eran fuego trivial. Pero comparados con los recursos militares de, digamos, la Casa Bharaputra…
suficientes para meterse en un lío terrible, aunque no suficientes como para después poder salir de ahí
. La idea de que su gente —¡Taura, por Dios! —siguiendo ciegamente al ignorante de Mark a alguna locura táctica, de su gente poniéndose a sus órdenes convencida de que Mark era él, lo estaba enloqueciendo por dentro. Las alarmas aullaban en su mente, las luces brillaban y giraban. Bel,
¿por qué no contestas?
Miles descubrió que tampoco podía dejar de caminar alrededor de la mesa de táctica de la sala de informes del
Triumph
. Quinn terminó por alzar el mentón para gruñir:
—Siéntate, por favor.
Quinn no estaba tan ansiosa como él, todavía no se estaba comiendo las uñas. Los bordes seguían siendo prolijas medias lunas sin eclipses. A Miles eso le dio una extraña confianza. Se dejó caer en una silla. Uno de sus pies empezó a golpear la superficie de fricción. Quinn lo miró y frunció el ceño. Él dejó el pie quieto y le mostró los dientes en una sonrisa rápida y falsa. Por suerte, justo en ese momento llegó Baz Jesek, apenas a tiempo de impedir que la energía nerviosa de Miles pudiera materializarse en otro tic compulsivo igualmente irritante.
—Elena está llegando desde el
Peregrine
—informó mientras se sentaba en el lugar de siempre y encendía por hábito la interfase de ingeniería de la Flota en la comuconsola—. Dentro de unos minutos estará aquí.
—Muy bien, gracias. —Miles asintió.
Lo había conocido hacía ya diez años, en el momento de fundar los Mercenarios Dendarii, cuando Baz era un hombre de veinte años, alto, delgado, de cabello negro, infeliz y tenso. En ese momento el grupo estaba formado por Miles, su guardaespaldas barrayarano, la hija del guardaespaldas, un carguero obsoleto salvado del destino de chatarra y el ingeniero piloto de salto, deprimido hasta el suicidio. Todo eso, más un plan mal concebido para hacerse-rico-y-conseguir-armas. Miles había tomado juramento a Baz como hombre de lord Vorkosigan antes incluso de concebir al almirante Naismith. Ahora, con más de treinta años, Baz seguía siendo delgado, con menos cabello negro y una confianza en sí mismo serena, tranquila y completamente nueva. A Miles le hacía pensar en un hurón acechando a su presa en las márgenes de un lago, entre los juncos: todo quietud prolongada, economía y precisión de movimientos.
Tal y como había prometido su esposo, Elena Bothari-Jesek entró en la sala poco después y se sentó junto a Jesek. Como los dos estaban de servicio, limitaron las muestras de afecto a un intercambio de sonrisas y un roce de manos bajo la mesa. Reservó también una sonrisa para Miles. En segundo lugar.
De todos los del Círculo Íntimo de los Dendarii que sabía que él era el teniente lord Vorkosigan, Elena era la más íntima, la más cercana. Su padre, el fallecido sargento Bothari, había sido guardaespaldas de Miles por juramento y su protector personal desde el día de su nacimiento. Miles y Elena, que tenían la misma edad, se habían criado juntos porque la condesa Vorkosigan se había interesado en la niña sin madre. Elena conocía al almirante Naismith, a lord Vorkosigan y al Miles-de-todos-los-días muy a fondo, quizá más a fondo que nadie en el universo.
Y había elegido como marido a Baz Jesek… Miles había descubierto que le resultaba muy útil y reconfortante pensar en Elena como su hermana, una hermana de adopción. Era tan alta como su esposo, y tenía el pelo corto y negro como el carbón y la piel pálida, de marfil. Miles aún veía el eco de la cara terrible del sargento Bothari en los rasgos pronunciados de Elena, pero por alguna alquimia genética, la fealdad plomiza de Bothari se había transformado en una belleza dorada.
Elena, todavía te amo, mierda
… pero eliminó el pensamiento. Ahora tenía a Quinn. O por lo menos, la mitad de su ser que rea el almirante Naismith tenía a Quinn.
Como oficial de los Dendarii, Elena era su mejor creación. Él la había visto crecer, pasar de niña tímida, furiosa, sin equilibrio, sin poder entrar en el servicio militar de Barrayar por ser mujer, a líder de escuadrón, luego a agente encubierta y finalmente a oficial de planta y capitana. El retirado comodoro Tung la había llamado su segunda mejor aprendiza de todos los tiempos. Miles a veces se preguntaba cuánto de la continuidad de los Mercenarios Dendarii era un servicio a Seguridad Imperial, cuánto autoindulgencia salvaje a un aspecto muy cuestionable de su propia personalidad, y cuánto un regalo secreto a Elena Bothari-Jesek. Los verdaderos orígenes de la historia podían ser muy confusos.
—Nada del
Ariel
todavía —empezó Miles sin preámbulos. No hacían falta formalidades con el grupo pues todos formaban parte de la entraña de la Flota y él podía pensar en voz alta ante ellos sin peligro. Sentía cómo se le relajaba la mente mientras unía otra vez al almirante Naismith y a lord Vorkosigan. Hasta podía dejar que su acento combinara el lento hablar betanés de Naismith con algunos deslices guturales barrayaranos en los insultos y las malas palabras. Iba a haber malas palabras en esa reunión de personal, de eso estaba casi seguro—. Quiero ir tras ellos.
Quinn hizo sonar las uñas sobre la mesa.
—Lo suponía. Y por lo tanto, ¿el pequeño Mark no podría estar esperando esa reacción? Te estudió. Tiene tu número. ¿No será una trampa todo esto? Acuérdate de cómo te manejó la última vez.
Miles hizo un gesto de dolor.
—Me acuerdo. Ya me ha pasado por la cabeza la posibilidad de que sea un ardid, y ésa es una de las razones por las que no me he ido hace veinte horas. —Justo después de la vergonzosa reunión de personal abortada. En aquel momento, había tenido el ánimo suficiente para el fratricidio—. Suponiendo, como parece razonable suponer, que Bel se confundió al principio, y no veo por qué no, todos los demás lo hicieron, el retraso temporal le dio a Mark la posibilidad de seguir adelante y a Bel de ver la luz. Pero en ese caso, la orden que mandé debería haber traído de vuelta al
Ariel
.
—Mark hace muy bien de ti —observó Quinn, por experiencia personal—. O por lo menos lo hacía hace dos años. Si no estás esperando a un doble, se parece mucho a ti en los días malos. Su apariencia exterior era perfecta.
—Pero Bel sabe lo del doble —interrumpió Elena.
—Sí —dijo Miles—. Así que tal vez Bel no está engañado. Tal vez Bel está muerto, en el espacio.
—Mark necesita a la tripulación para llevar la nave a puerto —dijo Baz—. Aunque podría haber tenido otra esperándolo.
—Si hubiera estado planificando esa piratería, ese asesinato, no se hubiera llevado a un escuadrón Dendarii. Se arriesgó a que ellos se resistieran. —La razón podía servir de consuelo, a veces. A veces. Miles respiró hondo—. O tal vez sobornó a Bel.
Baz alzó una ceja. Quinn cerró los dientes inconscientemente alrededor de la uña del dedo meñique de su mano derecha, pero no llegó a morder.
—¿Sobornarlo, cómo? —dijo Elena—. Dinero no. —Sonrió con ironía—. ¿Crees que Bel ya perdió la esperanza de seducirte y está pensando en otra posibilidad?
—Muy graciosa… —ladró Miles. Baz convirtió un bufido sospechoso en tos y lo miró a los ojos, pero luego desvió la vista—. De todos modos, es una broma vieja —concedió Miles—. Pero depende de lo que quiera hacer Mark en Jackson's Whole. El tipo de… bueno, esclavitud que se practica entre los escultores de cuerpos de Jackson es una ofensa profunda para el alma betanesa y progresista de Bel. Si Mark está pensando en morder a alguien en su planeta de origen, tal vez pueda convencer a Bel de que lo acompañe.
—¿A expensas de la Flota? —preguntó Baz.
—Sí, eso está al borde del… del motín —aceptó Miles sin ganas—. No estoy acusando. Estoy especulando. Tratando de pensar en todas las posibilidades.
—En ese caso, ¿es posible que el destino de Mark no sea Jackson's Whole? —se preguntó Baz—. Hay varios saltos que salen del espacio local de Jackson. Tal vez el
Ariel
está cruzando la zona.
—Físicamente es posible, desde luego —dijo Miles—. Psicológicamente… Yo también he estudiado a Mark, y aunque no puedo decir que tenga su número, sé que Jackson's Whole pesa mucho sobre su vida. Es una sensación, una intuición, en el estómago, pero es muy fuerte. —Como una indigestión.
—¿Cómo hizo Mark para cegarnos esta vez? —preguntó Elena—. Pensé que SegImp iba a seguirlo para nosotros.
—Y lo hacen. Me informan regularmente desde la oficina de Illyan —dijo Miles—. El último informe, que leí en los cuarteles generales de SegImp hace menos de tres semanas, decía que Mark todavía estaba en la Tierra. Pero es el maldito retraso temporal. Si se fue de la Tierra digamos… hace tres o cuatro semanas, ese informe todavía está en tránsito hacia Illyan en Barrayar para llegarme a mí después. Te apuesto dólares betaneses contra lo que quieras a que dentro de unos días vamos a recibir un mensaje en código de Cuarteles Generales diciendo que Mark salió de la Tierra y no saben dónde está. Otra vez.
—¿Otra vez? —dijo Elena—. ¿Había desaparecido con anterioridad?
—Un par de veces. Tres, en realidad. —Miles dudó—. En los dos últimos años, yo mismo traté de contactar con él en tres ocasiones. Lo invité a venir, a bajar a Barrayar, o por lo menos a verme. Siempre pasó lo mismo: se aterrorizó, desapareció, cambió de identidad. Es bueno en esas lides, después de sus años entre los terroristas de Komarr. A la gente de Illyan le lleva semanas o meses volver a encontrarlo. Illyan me pidió que no lo intentara de nuevo sin su autorización. —Se quedó en silencio, pensando—. Mamá tiene muchas ganas de verlo en Barrayar, pero no quiere que Illyan ordene un secuestro. Al principio yo estaba de acuerdo con ella. Ahora…
—Como tu clon, el… —empezó a decir Baz.
—Hermano —corrigió Miles, instantáneamente—. Hermano. Rechazo eso de «clon» para Mark. Lo prohíbo. Clon significa que es intercambiable. Un hermano es algo único. Y yo os aseguro que Mark es único.
—Cuando pensamos en los siguientes movimientos de… Mark —empezó Baz de nuevo, con más cautela—, ¿podemos usar la razón? ¿Es cuerdo?
—Si lo es, no es por culpa de los komarreses, os lo aseguro. —Miles se levantó de su asiento y empezó a caminar alrededor de la mesa, a pesar de la mirada exasperada de Quinn. Evitó los ojos de ella y se miró las botas, gris sobre gris contra la superficie de fricción—. Cuando finalmente descubrimos su existencia, Illyan hizo que sus agentes buscaran todo lo que pudieran sobre él y su vida. Yo creo que en parte para compensar por la vergüenza de que se les hubiera escapado durante tantos años. Yo vi los informes. Trataba de meterme en la mente de Mark. —Reanudó su deambular alrededor de la mesa—. Su vida en el criadero de Bharaputra no parecía tan mala, ellos cuidan de esos cuerpos con toda su alma, pero cuando lo recogieron los insurgentes de Komarr, supongo que fue una pesadilla. Lo entrenaban para convertirlo en Miles, en mí, pero cada vez que pensaban que lo habían logrado, yo estaba haciendo otra cosa y tenían que empezar de nuevo. Cambiaban de planes continuamente. El complot siguió así durante años, mucho más tiempo del que habían pensado en un principio. Eran un grupo pequeño, operaban en un hilo de todos modos. Creo que el líder, Ser Galen, estaba medio loco. —Otra vuelta. Y otra—. A veces Galen lo trataba como a la gran esperanza de los rebeldes de Komarr, lo mimaba y le decía que lo iba a hacer emperador de Barrayar con un golpe de estado. Pero en otros momentos veía a Mark como el representante genético de nuestro padre y lo convertía en blanco de su odio a los Vorkosigan y Barrayar. Disfrazaba los castigos más feroces, auténticas torturas, de «disciplina de entrenamiento». El agente de Illyan consiguió todo eso en un interrogatorio con penta a un ex subordinado de Galen, así que es la pura verdad. —Otra vuelta—. Por ejemplo, al parecer mi metabolismo y el de Mark no son iguales. Así que cada vez que el peso de Mark excedía mis parámetros, en lugar de hacer lo inteligente y ajustar el apetito de Mark con medicinas, Galen le quitaba la comida durante días y luego lo dejaba atiborrarse y lo forzaba a hacer ejercicio hasta que vomitaba. Cosas raras de ese tipo, ideas realmente perturbadoras. Galen tenía muy mal carácter, por lo menos con Mark. O tal vez estaba tratando deliberadamente de volverlo loco. Crear al Emperador Loco Miles, alguien que repitiera el reinado del Emperador Loco Yuri y destrozara el gobierno barrayarano de arriba a abajo. Una vez, dijo ese tipo, Mark intentó estar una noche fuera, una sola noche, y salió hasta que los guardias de Galen lo llevaron de vuelta. Galen se puso furioso, lo acusó de tratar de escapar, tomó el electrificador y… —pescó con el rabillo del ojo una imagen de la cara cada vez más pálida de Elena y cambió en el aire el estallido nervioso —y le hizo cosas… Cosas que no pueden haber ayudado mucho al crecimiento sexual de Mark. La «cosas» fueron de tal carácter que, según el informante, los guardias de Galen le rogaron que dejara de hacerlas.