Read Blonde Online

Authors: Joyce Carol Oates

Tags: #Biografía, Drama

Blonde (118 page)

Z y los demás hombres miraron a la Actriz Rubia como si les hablase en una lengua demoníaca, desconocida. Rollo Freund intervino rápidamente, fingiendo estar de acuerdo con ella.

—¡Experimenta emociones de verdad, señorita Monroe! Por eso es una actriz brillante. Por eso sus admiradores la ven como una imagen ampliada de sí mismos. Se engañan, claro está, pero la felicidad se basa en el engaño. Porque usted vive en su alma como una vela en el acto de consumirse. Usted vive en nuestra alma estadounidense. No sonría, señorita Monroe. Hablo en serio. Quiero decir que usted es una mujer inteligente y no simplemente una mujer «emocional»; es una artista, y como todos los artistas sabe que la vida no es más que material para su arte. La vida se desvanece, mientras que el arte permanece. Sus emociones, la angustia que le ha causado el divorcio, la muerte del señor Gable, o lo que sea… —abarcando con un ademán impaciente el mundo entero que ella había habitado, incluso imaginado, durante sus treinta y cinco años de vida: el propio recuerdo del Holocausto evocado en ajados libros de segunda mano rescatados en una librería de viejo, vehículos de fortaleza, sufrimiento y elocuencia incluso en el dolor; los rancios olores de los manicomios de California donde había estado confinada su madre; todos los recuerdos de la vida personal de la Actriz Rubia, como si no tuvieran más significado que una película—, debería ver su propia tragedia como un documental, porque otros lo verán así.

—¿Un documental? ¿Qué documental?

—La conferencia de prensa será grabada. No sólo por nosotros, sino también por los medios de comunicación, desde luego. Algunos fragmentos se emitirán muchas veces. Será un documento valiosísimo —al ver que la Actriz Rubia cabeceaba, Rollo Freund continuó con pasión—: Señorita Monroe, bien podría conceder a sus emociones puras un formato definitivo. La vida real no es más que un medio para encontrar un formato.

Norma Jeane estaba demasiado sorprendida para responder. Miró fijamente a su viejo amigo Otto, que nunca había sido su amante y, de hecho, tampoco su amigo. Era lo único que le quedaba de sus días de juventud. Con la voz suave y melodiosa de Marilyn, tan queda que fue casi inaudible, dijo:

—Ay, su razonamiento es tan convincente que no tengo más remedio que darme por vencida.

4

¿Y eso en un sobre decorado como una tarjeta de San Valentín?

Al ver la demudada cara de la Actriz Rubia, Rollo Freund se apresuró a quitárselo de las manos.

—Oh, señorita Monroe.
Lo lamento
.

Era un cuadrado de papel higiénico en el que alguien había escrito cuidadosamente, con lo que parecía excrementos verdaderos:

Mi casa. Mi viaje

La escena debe estar bien iluminada. Más allá del escenario, existe una oscuridad ignota.

El manual del actor y la vida del actor

12305 Fifth Helena Drive, Brentwood, California

Día de San Valentín, 1962

Querida madre:

¡Acabo de mudarme a mi propia casa!

La estoy amueblando y soy TAN FELIZ.

Es una casa pequeña de estilo mexicano,

encantadora. Aislada y discreta, situada al final de

una calle y parcialmente rodeada por un muro.

Tiene techos con vigas vistas y un amplio salón (con

una chimenea de piedra). La cocina no es muy

moderna, pero ya me conoces, ¡no soy precisamente

una candidata al premio de Ama de Casa del Año!

La gran sorpresa es que detrás de la casa hay una

piscina. Es
muy grande
. Quién hubiera imaginado,

cuando vivíamos en La Hacienda, en Highland

Avenue, que algún día tendríamos una casa con

piscina en Brentwood.

Ahora estoy divorciada. No me has preguntado por

el bebé. Me temo que lo perdí. O tal vez debería

decir que me lo quitaron.
Creo que fue un accidente

No estuve muy bien durante una larga temporada y

perdí el contacto con la gente.

Ahora me encuentro
MUY BIEN
. Espero traerte

de visita a casa pronto.

Estoy «retirada» de la vida. Un filósofo francés

dice que la mayor infelicidad del ser humano es

su incapacidad para permanecer en una

habitación pequeña. ¡Yo me paseo por estas

habitaciones cantando!

He tenido que pedir $$$ para hacer esta compra,

lo confieso. Cuando firmé los papeles, me eché a

llorar. Porque me sentía
MUY FELIZ
. Soy

propietaria de mi primera casa.

Ojalá tuviera más $$$ después de tantos años de

trabajo. Empecé a hacer películas en 1948 y sólo

tengo ahorrados 5.000 dólares. Es una vergüenza,

porque otros han hecho mucho más $$$ gracias a

Marilyn. La agente inmobiliaria que me vendió la

casa se sorprendió de que se lo contara.

¡Claro que no estoy resentida! Yo no soy así.

Madre, no puedo esperar a enseñarte mi sorpresa

especial para ti. ¡Es nuestro piano! El Steinway

blanco, ¿recuerdas? El que había pertenecido a

Fredric March. Lo dejé en un guardamuebles

después de mi primer divorcio y ahora está aquí. En

el salón. Procuro tocar un poco cada día, pero he

perdido la práctica. Pronto tocaré
Para Elisa
para ti.

Aquí hay una habitación para ti, madre.

Esperándote.
Creo que ya es hora
Me propongo

decorar la casa con materiales mexicanos

auténticos, incluyendo los azulejos. Pronto viajaré a

México con una amiga. ¿Tú serás mi amiga, madre?

Tengo otra noticia, madre. Espero que no te

afecte, pero he estado en contacto con padre.

¿Puedes creerlo? ¡Después de tantos años! Yo soy la

primera sorprendida. Padre vive cerca de Griffith

Park. Todavía no he visto su casa, pero espero

hacerlo pronto. Dice que ha seguido mi carrera y

que admira mi trabajo, sobre todo en
Vidas

rebeldes
; él cree que es mi mejor película (y yo

estoy de acuerdo). Padre se ha quedado viudo y

dice que va a vender su gran casa. ¡Quién sabe lo

que nos deparará el futuro!

A veces me siento como una viuda. Es curioso que

no haya una palabra para describir a una madre

que ha perdido a su hijo. Por lo menos en inglés.

(¿Quizá la haya en latín?) Ésta es una pérdida más

grande que un divorcio, desde luego.

En ocasiones tengo la impresión de estar viajando

en la máquina del tiempo, ¿tú no? Esa historia

aterradora que me leías.

Ay, madre, no quiero criticarte, pero a veces es

muy difícil hablar contigo. Por teléfono, quiero

decir. No haces ningún esfuerzo por levantar la

voz para que pueda oírte. Supongo que ése es el

problema, ¿no? El domingo pasado heriste mis

sentimientos, ¿dejaste el auricular descolgado y te

marchaste? Una enfermera me pidió disculpas. Le

dije que no se preocupara, que sólo temía que (1)

estuvieses enfadada o (2) te encontraras mal.

Sin embargo, sabes que puedes venir a mi casa y

quedarte aquí el tiempo que quieras. La

medicación puede ayudar mucho. Yo tengo un

médico nuevo que me ha cambiado las medicinas.

Me da «hidrato de cloral» para ayudarme a dormir

y tranquilizar mis nervios.
Si oigo voces

El médico dice que ahora hay fármacos milagrosos

para combatir la melancolía. Yo le dije, si la

melancolía desaparece, ¿qué pasará con la música

melancólica? Él me preguntó si la música merecía

tanta angustia y yo le contesté que dependía de la

música y entonces él me dijo que la vida es más

preciosa que la música y que si una persona está

deprimida, su vida corre peligro y yo le respondí

que debe de haber un punto medio y que yo lo

encontraría.

Algún día en esta casa de Helena Drive vivirán tus

nietos, madre, te lo prometo. ¡Seremos como los

demás estadounidenses! Los de la revista
Life

preguntaron si podían fotografiar a M
ARILYN

M
ONROE
en su nueva casa y yo les respondí: ay,

no, todavía no, aún no siento que sea mía

exactamente. ¡Tengo sorpresas para todos!

(¿Quién sabe? Puede que padre venga a vivir con

nosotros. Ése es mi deseo secreto. Bueno, «la vida

es maravillosa», dicen.)

Madre, soy
MUY FELIZ
. A veces lloro porque

estoy sola y soy tan feliz. Mi corazón puede

entender a aquellos que me han herido, y los

perdono.

En una baldosa que está junto a la puerta de entrada de mi casa hay una inscripción en latín

que dice
CURSUM PERFICIO
(que significa

«Estoy llegando al final de mi viaje»).

Te quiero, madre.

Tu amante hija

El Macarra del Presidente

Estaba claro que era un macarra.

Pero no cualquier macarra. ¡No, él no!

Era un macarra
par excellence
. Un macarra
nonpareil
. Un macarra sui géneris. Un macarra con un buen guardarropa, con estilo. Un macarra con pomposo acento británico. La posteridad lo honraría recordándolo como el Macarra del Presidente.

En marzo de 1962, en Rancho Mirage, Palm Springs, el Presidente le dio un codazo en las costillas y silbó.

—¿Esa rubia es Marilyn Monroe?

Le respondió que sí, era la Monroe, una conocida suya. Despampanante, ¿eh? Aunque algo chalada.

Con aire pensativo, el Presidente preguntó:

—¿Ya he salido con ella?

El Presidente era muy ingenioso. Un bromista. La examinó rápidamente con la mirada. Cuando estaban lejos de la Casa Blanca y de las presiones de su cargo, el Presidente sabía pasar un buen rato.

—Si no lo he hecho, conciértame una cita.
Pronto
.

El Macarra del Presidente rió con inquietud. Él no era el único macarra del Presidente, desde luego, pero tenía razones para pensar que era su macarra favorito. Sin duda era el más informado de todos.

Se apresuró a decirle al apasionado Presidente que una relación con la atractiva rubia era un «riesgo innecesario». Era famosa por…

—¿Quién ha hablado de una relación? Sólo quiero un revolcón en la cabaña. Si hay tiempo, dos.

Intranquilo, en voz baja, consciente de las numerosas miradas de admiración que los seguían mientras caminaban junto a la piscina fumando el cigarro de después de la cena, el Macarra del Presidente lo informó —igual que hubiese hecho el FBI si lo hubieran consultado, pues los archivos de M
ARILYN
M
ONROE
,
TAMBIÉN CONOCIDA COMO
N
ORMA
J
EANE
B
AKER
eran voluminosos— de que la Monroe se había sometido a una docena de abortos, esnifaba cocaína, era adicta a las anfetaminas y los barbitúricos y habían tenido que lavarle el estómago media docena de veces sólo en el hospital Cedars of Lebanon. Era una información del dominio público. Estaba en la prensa amarilla. En Nueva York, la habían ingresado en Bellevue chorreando sangre, con las dos muñecas cortadas; la habían llevado en una camilla, desnuda y delirando. Todo esto había salido en la columna de Winchell. Un par de años antes, en Maine, había perdido un niño, o había intentado hacerse un aborto que había salido mal, y una patrulla de rescate la había sacado del océano Atlántico. Además, alternaba con presuntos comunistas.

¿Lo ve? Un riesgo innecesario.

—La conoces, ¿eh? —el Presidente estaba impresionado.

¿Qué otra cosa podía hacer el Macarra aparte de asentir con gesto grave? Tirándose del cuello de la camisa, al estilo de los actores que quieren demostrar calor y nerviosismo en una película, dos cosas que, de hecho, sentía. El Macarra favorito del Presidente era un pariente político de éste y su esposa le organizaría un escándalo y pondría un nuevo límite en su crédito si se atrevía a presentar al Presidente a un símbolo sexual como Marilyn Monroe, que era una yonqui, una ninfómana, una suicida y una esquizofrénica.

—Pero sólo por referencias, jefe. ¿Quién querría un contacto directo con ella? La Monroe ha tenido relaciones con todos los judíos de Hollywood. Ha subido desde las alcantarillas gracias a que se ha acostado con todo el mundo. Durante años estuvo liada con dos famosos maricones drogadictos, concediendo sus favores a los amigos ricos de éstos. La Monroe ha inspirado el célebre chiste del chorizo polaco, jefe, ¿lo ha oído?

Pero el Presidente, con su pecosa cara de colegial, más joven y viril que nunca en el momento de nuestra historia, apenas si lo escuchaba. Estaba pendiente de la mujer conocida como Marilyn Monroe, que se paseaba por la terraza con aire de sonámbula, una media sonrisa en los labios y ese gesto tan suyo, o quizá fuera un aura, de extrema fragilidad, una expresión ausente que hacía que los demás mantuvieran las distancias mientras la observaban.
¿Salvo que éste fuera mi sueño y ellos pudieran verlo?
La Actriz Rubia en la terraza bañada por la luz de la luna, contoneándose junto al borde de la destellante piscina, con los ojos cerrados, esbozando con los labios la letra de
All the Way
, de Sinatra. El cabello rubio platino parecía fosforescente. La boca pintada de rojo, una perfecta O de succión. Llevaba el provocativamente corto albornoz de toalla que le había dejado su anfitriona, cuyo nombre muy probablemente habría olvidado, atado a la cintura; parecía desnuda debajo. Sus piernas eran piernas de bailarina, delgadas y con músculos firmes, aunque en la parte superior de los muslos empezaban a despuntar unas fatales estrías blancas. Y su piel era sorprendentemente pálida, como la de un cuerpo embalsamado y sin sangre.

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