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Authors: Karel Capek

Tags: #Ciencia Ficción

La guerra de las salamandras (17 page)

BOOK: La guerra de las salamandras
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Ahora tenía ya un sentido su vida, porque era la vida de un coleccionista. Noche tras noche arreglaba y contaba sus recortes de periódicos, ante los ojos indulgentes de la señora Povondra, que sabía que todos los hombres son un poco locos, o un poco niños. Mejor era que jugase con los recortes de periódicos a que fuese a la taberna a beber o a jugar a las cartas. Hasta hizo sitio en el armario para las cajas que él mismo había hecho para guardar su colección. ¿Se puede pedir más de una mujer y ama de casa?

El mismo señor G.H. Bondy quedaba a veces sorprendido de los conocimientos enciclopédicos del señor Povondra en todo lo referente a las salamandras. El señor Povondra confesó, algo avergonzado, que archivaba todo lo que se publicaba sobre las salamandras, y mostró al señor Bondy sus cajitas. El señor Bondy alabó calurosamente la colección. ¿Qué podría él hacer? Solamente los grandes señores saben ser benévolos, y sólo los poderosos pueden hacer felices a otros sin que les cueste un céntimo. Los grandes señores tienen la suerte de quedar siempre bien. Por ejemplo, el señor Bondy ordenó sencillamente que del Sindicato de las Salamandras mandasen a Povondra los recortes sobre las salamandras que no era necesario archivar. El feliz y emocionado señor Povondra recibía diariamente infinidad de documentos en todas las lenguas del mundo, entre ellos, periódicos impresos en el alfabeto griego, en letras hebreas, chinas, bengalesas, en javanés, birmano, etc., lo que le infundía un gran respeto. «Cuando pienso» decía contemplándolos «que todo esto no hubiera ocurrido de no ser por mí»…

Como hemos dicho, la colección del señor Povondra contenía mucho material único sobre toda la historia de las salamandras. Con eso no queremos decir, sin embargo, que bastase para contentar a un historiador científico. Primero: el señor Povondra, que no había tenido una educación especializada sobre la forma de contribuir a la historia de la ciencia, ni sobre los métodos de archivo, no adjuntaba a sus recortes ninguna nota sobre la fuente de información o la fecha de su publicación, por lo que no se sabe cuándo ni dónde se publicaron la mayoría de los documentos archivados. Segundo: el señor Povondra guardaba con preferencia artículos largos, por considerarlos más importantes, mientras que las noticias cortas y despachos sencillos los tiraba al cesto de los papeles. Como consecuencia de ello, conservamos de aquella época poquísimas noticias y datos. Y tercero: en el asunto intervenía a menudo la mano de la señora Povondra. Cuando las cajas del señor Povondra se llenaban demasiado, sacaba silenciosamente y a escondidas algunos recortes y los quemaba, operación que repetía varias veces al año. Conservaba solamente aquellos que no aumentaban con tanta rapidez, o sea, los recortes impresos en malabar, tibetano o copto. Se podría decir que éstos estaban completos, pero por ciertas fallas de nuestra educación, no nos sirven para nada. El material que tenemos a nuestra disposición sobre la historia de las salamandras es, básicamente, para nosotros, como el Registro de la Propiedad del siglo VIII después de J. C, o como las poesías completas de Safo. Solamente por casualidad se conservaron fragmentos sobre éste o aquel acontecimiento de la historia del mundo que, a pesar de todos los vacíos, tratamos de presentarles a ustedes bajo el título: «Tras las huellas de la civilización».

2

Tras las huellas de la civilización
(Historia de las salamandras)
[3]

En la época histórica que el señor G.H. Bondy anunció en la memorable asamblea general de la Sociedad Exportadora del Pacífico, con palabras proféticas, como el comienzo de la utopía
[4]
, no se podían medir los acontecimientos históricos por siglos ni por décadas de siglo, como se había hecho, hasta entonces, en la historia del mundo, sino por trimestres, ya que trimestralmente se publicaban las estadísticas económicas
[5]
.

Podríamos decir que la historia se producía al por mayor y, por ello, el tiempo histórico se multiplicaba rápidamente (según cálculos, cinco veces más). Hoy no podemos esperar cientos de años para que en el mundo ocurra algo bueno o malo. Por ejemplo: el traslado de una nación de un lugar a otro, que antes duraba varias generaciones, se podría organizar, con el transporte actual, en unos tres años. De no ser así, no podría sacarse de ello ningún provecho. Lo mismo ocurrió con la liquidación del Imperio Romano, con la colonización de continentes, con el exterminio de indios, etc. Todas estas cosas pueden ser realizadas hoy con extraordinaria rapidez, si se confían a empresas con fuerte capital. En este sentido, el inmenso éxito alcanzado por el Sindicato de las Salamandras y su tremenda influencia en la historia del mundo muestran, sin lugar a dudas, el camino hacia el futuro. La historia de las Salamandras se distingue desde un principio por el hecho de que estaban bien y racionalmente organizadas. El primero, pero no el único mérito por ello, corresponde al Sindicato de las Salamandras; mas hay que reconocer que la la filantropía, la cultura, la prensa y muchas otras, participaron en no poca medida en el extraordinario desarrollo y progreso de las salamandras. También hay que tener en cuenta que fue el Sindicato de las Salamandras el que, día tras día, conquistó para sus protegidas nuevos continentes aun debiendo vencer muchos obstáculos que frenaban dicha expansión
[6]
. El boletín trimestral del Sindicato muestra cómo, gradualmente, son colonizados por las salamandras los puertos de la India y China. Refiere también cómo dicha colonización de salamandras inunda las costas africanas y saltan al continente americano, donde pronto surgen las más modernas obras ejecutadas por aquéllas, en el Golfo de México. Junto a esta amplia ola de colonización se envían, también, salamandras como pioneros, vanguardia de la futura exportación. Por ejemplo: a Holanda, que podríamos llamar Estado Acuático, le han sido obsequiados por el Sindicato de las Salamandras mil ejemplares de primera calidad. A la ciudad de Marsella, seiscientas salamandras para la limpieza del antiguo puerto, y así otros casos. Es decir, a diferencia de la colonización humana del mundo, la expansión de las salamandras se verifica planeada y desinteresadamente. Si este trabajo hubiera sido confiado a la naturaleza, se hubieran retrasado los acontecimientos cientos y miles de años. Es innegable que la naturaleza no es, ni ha sido nunca, tan emprendedora ni tan práctica como la producción y el comercio humanos. Parece ser que el aumento de la demanda ha influido también en la fecundidad de las salamandras; la descendencia de la freza de una hembra aumentó hasta ciento cincuenta renacuajos por año. También han sido paralizadas, casi en su totalidad, las habituales pérdidas de salamandras ocasionadas por los tiburones. Las salamandras han recibido pistolas submarinas con balas
dum-dum
para que se puedan defender contra los peces voraces
[7]
. La expansión de las salamandras no se realizó en todas partes tan fácilmente. A veces, los círculos conservadores criticaban duramente y se oponían a esta nueva fuerza de trabajo, viendo en ella una competencia turbia para el trabajo humano
[8]
. Otros expresaban su temor a que las salamandras, por alimentarse de pequeños animales marinos, amenazasen la pesca. Algunos aseguraban que con sus pasadizos y caminos minaban las costas y las islas. A decir verdad, hubo mucha gente que advirtió sobre el peligro que significaban las salamandras. Pero siempre ocurre lo mismo; cada novedad y cada progreso tropieza al principio con cierta repulsión y falta de confianza. Así ocurrió cuando se instalaron máquinas en las fábricas, y volvió a ocurrir con las salamandras. En otros lugares se produjeron desavenencias de diferente carácter
[9]
, pero gracias a la desinteresada ayuda de la prensa mundial, que apreció debidamente no sólo las grandes posibilidades del comercio con las salamandras, sino también las productivas inversiones que a ellas van unidas, se instalaron salamandras en todas partes del mundo y fueron recibidas, en la mayoría de los lugares, con vivo interés y hasta con cierto entusiasmo
[10]
.

El comercio de las salamandras estaba, en su mayor parte, en manos del Sindicato de las Salamandras, que las expedía en buques cisterna de su propiedad, construidos especialmente con este fin. El Centro comercial y, pudiéramos decir, una especie de Bolsa de las Salamandras, era el Salamander-Building de Singapur.

Publicamos una amplia y objetiva información, firmada con las iniciales E.W., 5 de octubre:

S-TRADE

«Singapur, 4 de octubre,
Leading
63,
Heavy
317,
Team
648,
Oda Jobs
26,35,
Trash
0,08,
Spawn
80-132.»

Noticias así pueden leerse diariamente en las secciones económicas de los periódicos, entre los telegramas que indican los precios del algodón, el estaño o el trigo. Pero ¿saben ustedes qué significan esas misteriosas palabras acompañadas de ciertos números? ¡Claro que sí! El comercio de las salamandras, o sea, el S-Trade. Mas, sobre la forma de efectuarse dicho comercio, están la mayoría de los lectores poco informados. Quizá se imaginan en un gran mercado con miles y miles de salamandras, por el que se pasean los compradores con cascos tropicales y turbantes, observando la mercancía a la venta y, finalmente, señalan con el dedo a una joven salamandra sana, bien desarrollada, y dicen: ¡Véndame esa pieza, por favor! ¿Cuánto vale?

Pero, en realidad, el mercado de las salamandras es muy diferente. En el edificio de mármol del S-Trade en Singapur no verían ustedes ni una sola salamandra, sino empleados eficientes y elegantes vestidos de blanco, recibiendo los encargos por teléfono. «Sí, señor
. Leading
vale 63. ¿Cuánto? ¿Doscientas unidades? Sí, señor. Doce
Heavy
y ciento ochenta
Team. Okey,
comprendo. El barco saldrá de aquí a cinco semanas
. Right? Thank you, sir.»

Por todo el palacio del S-Trade resuenan los timbres y las conversaciones telefónicas. Da más bien la impresión de un despacho o banco que de un mercado. Y, sin embargo, este noble y blanco edificio con esbeltos pilares en su fachada es un mercado, más conocido mundialmente que el bazar de Bagdad en tiempos de Harán Al-Raschid
.

Pero volvamos a la noticia citada, sobre el mercado y su, podríamos decir, jerga comercial
. LEADING
se llama a las salamandras especialmente elegidas, inteligentes, por lo general de unos tres años de edad, especialmente preparadas para ser capataces y jefes en las colonias de trabajo de las salamandras. Se venden por unidades, sin tener en cuenta su peso, apreciándose solamente su inteligencia. El
Leading
de Singapur habla buen inglés y se considera de primera calidad y de completa confianza. También se ofrecen diferentes clases de salamandras-jefes, como las llamadas
Capitán, Ingeniero, Jefe Malayo, Contramaestre
y otras, pero los
Leading
son más apreciados. Hoy oscila su precio alrededor de los sesenta dólares por unidad
.

HEAVY
se llama a las salamandras fuertes, atléticas, por lo general de dos años de edad, cuyo peso oscila entre cincuenta y sesenta kilos. Se venden solamente en cuadrillas de seis (llamadas pelotones). Están entrenadas para los trabajos más pesados, como romper rocas, transportar bloques de piedra, etc. Si en la noticia arriba mencionada se dice:
Heavy
317, eso significa que un pelotón de seis salamandras pesadas cuesta trescientos diecisiete dólares. Para cada pelotón de
Heavy
se destina, por lo general, un
Leading
como encargado y guardián
.

TEAM
son salamandras para trabajo ordinario, con un peso de 40 a 50 kilos, que se venden solamente en equipos
(teams)
de veinte piezas. Están destinadas al trabajo colectivo y se las emplea en desecación de terrenos, relleno de mares, construcción de diques, etc. A cada
team
de veinte salamandras corresponde un
Leading.

ODD JOBS
es una clase particular. Se trata de salamandras que, por diferentes motivos, no han completado su aprendizaje ni están especializadas en ningún trabajo, por ejemplo, por haber crecido fuera de las granjas establecidas para las salamandras. Son, podríamos decir, medio salvajes pero, en muchos casos, muy inteligentes. Se compran por unidades o docenas y se las emplea en diferentes trabajos o tareas pequeñas, para las que no valdría la pena enviar a todo un pelotón de salamandras o a un equipo. Si consideramos al
Leading
como la élite de las salamandras, podríamos decir que
Odd Jobs
son algo así como el pequeño proletariado. En los últimos tiempos se compran de preferencia como materia prima, siendo después educadas por particulares y convertidas en
Leading, Heavy, Team o Trash.

TRASH
o deshecho, son salamandras de menos valor, débiles o con algún defecto físico, que no se venden por separado ni en grupos, sino en montón y al peso, por lo general por decenas de toneladas. Un kilogramo vale hoy de siete a diez céntimos. No se sabe, en realidad, para qué se las compra, quizá para algún trabajo ligero bajo el agua. Para evitar malas interpretaciones, queremos recordar que la carne de las salamandras no es comestible. Este
Trash
lo compran, por lo general, los chinos, pero no se ha averiguado todavía a dónde lo llevan
.

SPAWN
es, sencillamente, el retoño de salamandra, mejor dicho, los renacuajos hasta el año. Se compran y venden por cientos y son muy solicitados, principalmente porque son baratos y porque su transporte es mucho más sencillo. Una vez trasladados al lugar fijado, se les cría hasta la época en que son aptos para trabajar. Se les traslada en barriles, ya que los renacuajos no necesitan salir del agua diariamente como las salamandras adultas. Puede suceder que de los renacuajos salgan individuos de una inteligencia extraordinaria, que se aproximen al tipo standard
Leading.
Por esto, el negocio de los renacuajos cobra todavía mayor interés. Las salamandras de gran inteligencia se venden también por piezas, alcanzando precios de algunos cientos de dólares la unidad. El millonario norteamericano Denicker pagó dos mil dólares por una salamandra que hablaba fluidamente nueve idiomas, y la hizo transportar a Miami en un barco especial. Dicho viaje costó veinte mil dólares. En los últimos tiempos se compran renacuajos para los llamados establos de salamandras, donde se seleccionan y entrenan salamandras deportivas rápidas. Éstas se enganchan después, en número de tres, en pequeñas embarcaciones en forma de concha. Las regatas de conchas tiradas por salamandras están muy de moda, siendo la diversión favorita de la juventud norteamericana en Palm Beach, Honolulú y Cuba. Se les llama Carreras de Tritones o Regatas de Venus. En conchas ligeras y adornadas, que resbalan por la superficie del mar, se alzan las competidoras vestidas con los más hermosos y diminutos trajes de baño, sosteniendo en sus manos las riendas de seda del terceto de salamandras. Se disputa el título de Venus. El señor J.S. Tincker, llamado el rey de las conservas, compró para su hija tres salamandras de carreras, Poseidón, Hengist y Rey Eduardo, en nada menos que treinta mil dólares. Pero todo esto ya queda fuera del marco de la S-Trade, que se limita a vender, a todo él mundo, solamente trabajadores en calidad de
Leadings, Heavies
y
Teams.

Hemos mencionado antes las granjas de salamandras. Que no se imagine él lector grandes establos y campos cercados. Son sólo unos cuantos kilómetros de costa desnuda, en la que se elevan unas casitas con techos de pizarra. Una es para el veterinario, otra para el director, y, las demás, para el personal que guarda a las salamandras. Al llegar la marea baja es cuando se pueden ver, desde la costa hasta el mar, largos diques que dividen él litoral en varios estanques: uno para los renacuajos, otro para los
Leading,
etc. Cada categoría se entrena y alimenta por separado y ambas cosas se hacen al atardecer. A la puesta del sol las salamandras salen de sus agujeros y se acercan a la playa, reuniéndose alrededor de sus maestros que, por lo general, son militares retirados. Primero tienen una hora para aprender a hablar. El maestro dice una palabra, por ejemplo, cavar, y con él gesto indica a las salamandras su significado. Luego las forma en filas de cuatro y les enseña a marchar. A esto sigue media hora de gimnasia y, después, descanso en el agua. A continuación aprenden a usar las diferentes herramientas y armas, después de lo cual y bajo la vigilancia de sus maestros, hacen algún trabajo como práctica, construcciones acuáticas, etc. Terminado esto, las salamandras vuelven al agua y reciben su alimento, consistente en galletas especiales que contienen, principalmente, maíz y sebo. Las salamandras
Leading
y
Heavy
son alimentadas con carne. La pereza o la desobediencia se castigan retirándole a la culpable el alimento. No se aplican castigos físicos, porque la sensibilidad de las salamandras al dolor físico es mínima. Con la salida del sol reina en las granjas de salamandras una tranquilidad sepulcral. La gente se va a descansar y las salamandras desaparecen bajo la superficie de las aguas
.

Esta rutina cambia solamente dos veces al año. Una, en la época de celo, en que se deja a las salamandras solas durante 15 días, y otra, cuando llega a la granja el barco-cisterna del Sindicato de las Salamandras, que entrega al director las órdenes sobre cuántas salamandras de cada clase han de ser embarcadas. La selección se hace por la noche. El oficial del barco, él director de la granja y el veterinario están sentados a una mesa iluminada por una lámpara, mientras que los guardianes y la tripulación del barco les cierran a las salamandras la salida al mar. Luego las salamandras se acercan, una a una, a la mesa y se las reconoce, apta o no apta. Las salamandras seleccionadas suben después a una barca que las conduce al buque-cisterna. La mayoría van voluntariamente, o sea, basta que se les dé una orden tajante. Algunas veces, sin embargo, es preciso usar un poco de fuerza como, por ejemplo, atarlas. Las larvas o renacuajos son, desde luego, recogidos en redes
.

El transporte de las salamandras en los barcos-cisterna es humano e higiénico. Cada dos días se les cambia el agua de los recipientes y se les da alimento en abundancia. La mortalidad durante el transporte alcanza solamente un 10%. A petición de la Sociedad Protectora de Animales, en cada buque-cisterna hay un capellán que se preocupa de que se trate humanitariamente a las salamandras y que noche tras noche les hace una pequeña plática en la que, principalmente, les inculca él respeto a los hombres, la obediencia y el agradecimiento a sus futuros amos, que no desean más que ocuparse paternalmente de su bienestar. Desde luego, es bastante difícil explicar a las salamandras esa «preocupación paternal», ya que el sentimiento de la paternidad les es desconocido. Las salamandras más educadas decidieron llamar a dicho capellán Papá Salamandra. También han dado muy buen resultado las películas educativas que son proyectadas a las salamandras durante el transporte y que les enseñan, ya la técnica humana, ya su futuro trabajo y obligaciones. Hay gente que traduce la abreviatura S-Trade
(Salamander TradeJ,
como
Slave Trade,
o sea, comercio de esclavos. Como observadores imparciales, hemos de decir que si el antiguo negocio de esclavos hubiera estado tan bien organizado y hubiese sido tan higiénico como el actual de las salamandras, no podríamos menos que felicitar a los esclavos. Sobre todo con las salamandras más caras, se guardan una serie de atenciones y delicadezas, principalmente porque el capitán y la tripulación del barco responden con sus sueldos por la vida de las salamandras que les han sido confiadas. El que escribe este artículo fue testigo de cómo hasta los más duros marineros del buque-cisterna S.S.14 estaban profundamente impresionados cuando doscientas cuarenta formidables salamandras enfermaron de diarrea. Iban a mirarlas con lágrimas en los ojos y daban salida a sus sentimientos humanitarios con ásperas palabras tales como: «¡Qué falta nos hacían estos bichos del diablo!»

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