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Authors: Frank Schätzing

Tags: #ciencia ficción

El quinto día (134 page)

BOOK: El quinto día
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Recorrió lentamente el cuarto.

—Yo tengo tiempo. ¿Y ustedes? No, seguro que no. —Abrió las manos y sonrió—. Por otra parte, podríamos manejar este asunto de forma confidencial. Al fin y al cabo quizá haya intenciones honestas tras el hecho de que su gente organice un laboratorio en la sombra. Quizá todo sea por la seguridad internacional. Sólo que no me gusta que me derriben de un golpe, Jude. Lo entiende, ¿verdad? Quiero hablar con usted, pero parece que la migraña de Rubin en ocasiones ataca a varias personas a la vez. ¿Están todos en cama con dolor de cabeza?

Hizo una pausa. ¿Y si a Li no le importaba? ¿Si no estaba escuchando? En ese caso estaba dando vueltas por su habitación como un idiota.

—¿Jude?

Miró a su alrededor. Sí, lo estaban escuchando. No cabía duda de que lo estaban escuchando.

—Jude, he notado que también ha regalado a Mick un simulador oceánico, que por cierto es mucho más pequeño que el nuestro. ¿Qué investiga allí que no pueda investigar en nuestro simulador? ¿No se habrán aliado con los yrr a espaldas nuestras, verdad? Ayúdeme un poco, Jude, no tengo la menor idea de qué...

—Doctor Johanson.

Se giró en redondo. Junto a la puerta abierta estaba la figura negra y alta de Peak.

—Qué sorpresa —dijo Johanson en voz baja—. ¡El bueno de Sal! ¿Le apetece un té?

—Jude desea hablar con usted.

—Ah, Jude. —Johanson esbozó una media sonrisa con la comisura de los labios—. ¿Y qué quiere de mí?

—Venga conmigo.

—Bien. Creo que dispongo de tiempo.

Weaver

En el laboratorio, Oliviera estaba saliendo del sector de máxima seguridad con un receptáculo metálico portátil cuando entró Weaver.

—¿Has visto a Mick?

—No. Lo único que veo son feromonas. —Oliviera sostuvo el receptáculo en alto. Era una caja de muestras abierta a los lados con soportes para frascos. En su interior había varias hileras de tubos pequeños llenos de un líquido claro—. Pero llamó hace un momento y amenazó con pasarse por aquí. Aparecerá en cualquier momento.

—¿Es aroma de yrr? —preguntó Weaver mirando los frasquitos.

—Sí. Esta tarde pondremos un poco en el tanque. Quizá podamos convencer a las células para que se fusionen. Digamos que sería la canonización de nuestra teoría. —Oliviera miró a su alrededor—. Ahora te preguntaré yo: ¿has visto a Sigur?

—Sí, hace un momento, en la cubierta de aterrizaje. Tiene un par de ideas interesantes para ayudar a Sam... Volveré dentro de un rato.

—Muy bien.

Weaver pensó un momento. Podía echar un vistazo en la cubierta del hangar. Pero si Johanson tenía razón, llamaría la atención inmediatamente. Además era prácticamente imposible que la puerta prohibida se abriera de nuevo mientras ella estuviera rondando por allí.

Siguió por el túnel hasta la cubierta del pozo.

La dársena estaba casi hasta el borde. En los muelles, los técnicos que quedaban del equipo de Roscovitz controlaban el proceso. Vio a Greywolf y Anawak en el agua.

—¿Habéis hecho salir a los delfines? —les gritó.

Anawak subió.

—Sí. —Caminó hacia ella—. ¿Qué has hecho tú mientras tanto?

—Para serte sincera, prácticamente nada. Creo que todos necesitamos ordenar un poco las ideas.

—Podemos ordenarlas juntos —dijo Anawak en voz baja.

Se encontró con su mirada y pensó que le gustaría abrazarlo en ese instante, en seguida. Olvidarse de aquella terrible historia y hacer sencillamente lo que tenía pendiente.

Pero esa historia pesaba sobre todos. Y además allí estaba Greywolf, que había perdido a Licia.

Sonrió fugazmente.

Nivel 03

Peak iba cojeando delante. Johanson lo seguía sin decir palabra. Bajaron, cruzaron una parte del hospital y continuaron por un corredor. Tras una bifurcación se encontraron ante una puerta cerrada.

—¿Qué sector es éste? —preguntó Johanson mientras los dedos de Peak se deslizaban por un teclado. Oyó un pitido electrónico. La puerta se abrió. Del otro lado continuaba el corredor.

—Arriba está el CIC —dijo Peak.

Johanson intentó orientarse. Las dimensiones del barco eran difíciles de calcular. Si el CIC estaba encima, probablemente el laboratorio secreto se encontraba justo debajo de ellos.

Llegaron a una segunda puerta. Esta vez Peak tuvo que someterse a un examen de retina antes de que pudieran entrar. Johanson vio una sala similar al CIC en la que se oía un constante zumbido electrónico. Los ruidos y las voces sonaban amortiguados. Allí trabajaban al menos una docena de personas. En varios monitores vio imágenes de satélite y de cámaras subacuáticas, diversas partes de la rampa, el interior del puente con Buchanan y Anderson, así como la cubierta de aterrizaje y la cubierta del pozo. Vio a Crowe y Shankar sentados en el CIC, a Weaver con Anawak y Greywolf en la cubierta del pozo y a Oliviera en el laboratorio. Otras pantallas mostraban el interior de los camarotes, incluido el suyo. A juzgar por la perspectiva, la cámara estaba encima de la puerta. Debió haber brindado una buena imagen, cuando él estaba monologando en medio de la habitación.

En torno a una gran mesa iluminada estaban sentados Li y Vanderbilt. La comandante se puso en pie.

—Hola, Jude —dijo Johanson amablemente—. Qué lugar tan agradable.

—Sigur. —Le devolvió la sonrisa—. Creo que tenemos que disculparnos con usted.

—Por favor. —Johanson miró asombrado a su alrededor—. Estoy impresionado. Parece que tenemos todo lo importante por duplicado.

—Puedo mostrarle los planos si le interesa.

—Una explicación sería más que suficiente.

—La tendrá. —Li puso cara de preocupación—. Antes quisiera decirle cuánto lamento que tenga que enterarse de este modo. Rubin jamás tendría que haber ido tan lejos.

—Olvidémoslo. ¿Qué está haciendo él ahora? ¿A qué se dedica en ese laboratorio?

—Está buscando un veneno —dijo Vanderbilt.

—Un... —Johanson tragó saliva—. ¿Un veneno?

—Dios mío, Sigur. —Li cruzó las manos—. No podemos confiar en que llegaremos a una solución pacífica con los yrr. Sé que todo esto debe parecerle terrible, un abuso de confianza y doble juego, pero... No queríamos enviarlos a usted y a los demás en la dirección incorrecta. Para saber algo de los yrr era imprescindible que trabajaran en una solución pacífica. Todos ustedes han hecho un trabajo magnífico. Pero jamás hubieran llegado tan lejos si su tarea hubiera consistido en desarrollar un arma.

—¿De qué diablos está hablando? ¿Qué tipo de arma?

—La guerra y la paz son dos cosas diferentes. Quien trabaja por la paz no debe pensar en la guerra. Mick investiga la alternativa. Sobre la base de los conocimientos que han desarrollado ustedes.

—¿En un veneno para aniquilar a los yrr?

—¿Cree que deberíamos habérselo contado a usted? —Preguntó Vanderbilt—. ¿Qué habría sucedido entonces?

—¡Un momento! —Johanson alzó las manos—. Nuestra misión consiste en establecer contacto, en hacer entender a los de abajo que deben detenerse, no en eliminarlos.

—Iluso —dijo Vanderbilt, despectivo.

—¡Podemos conseguirlo, Jack! Maldita sea... —Johanson sacudió perplejo la cabeza. Sencillamente, no podía comprenderlo.

—¿Cómo pretende lograrlo?

—En unos pocos días hemos aprendido muchísimo. Encontraremos un modo de entendernos.

—¿Y si no es posible?

—¿Por qué no nos han informado? ¿Por qué no hemos hablado abiertamente sobre el asunto? ¡Aquí todos estamos en el mismo bando!

—Sigur. —Li lo miró seria—. Lo que estamos haciendo aquí no coincide del todo con el mandato de las Naciones Unidas. Sé que debemos establecer contacto, y eso es exactamente lo que estamos intentando. Por otra parte, nadie lamentará que eliminemos a nuestro enemigo. ¿No cree que deberíamos considerar las dos posibilidades?

Johanson la miraba fijamente.

—Sí. ¿Pero para qué han organizado todo este circo?

—Porque los altos mandos desconfían de ustedes —dijo Li—. Porque temen que usted y los demás se opongan si se enteran de que sus esfuerzos para establecer un contacto pacífico preparan el terreno para una ofensiva militar. Verá, ellos creen que los científicos se comportan como en las películas clásicas: quieren proteger y estudiar lo extraño en lugar de eliminarlo, aunque sea malvado y peligroso...

—¿Películas? ¿Se refiere a las películas en las que los militares disparan contra todo lo que no entienden?

—Justamente su comentario demuestra que tenemos razón —dijo Vanderbilt, y se pasó la mano por el estómago.

—Comprenda, Sigur...

—¿Han puesto en escena esta farsa porque pensaron que nosotros nos comportamos como los personajes de una película de Hollywood?

—No. —Li sacudió la cabeza con vehemencia—. Por supuesto que no. Lo importante era que dedicaran toda su atención al contacto con los yrr y a su investigación.

Johanson abarcó con un gesto muy amplio los monitores de la sala.

—¿Y por eso andan husmeando detrás de nosotros?

—Lo que hizo Rubin fue un error —reiteró Li enérgicamente—. No tenía derecho a hacerlo. Esta vigilancia es únicamente para su seguridad. Hemos trabajado en secreto en una solución militar para no crearles inseguridad a usted y a los demás y para no distraerlos de su auténtica tarea.

—¿Y en qué consiste esa... tarea? —Johanson se acercó a Li hasta quedar frente a ella, y la miró a los ojos—. ¿En conseguir la paz o en proporcionarles, como si fuéramos unos imbéciles, el conocimiento necesario para que desplieguen una ofensiva aprobada hace tiempo?

—Tenemos que pensar en ambas cosas.

—¿Cuánto ha avanzado Mick con su variante militar?

—Tiene un par de ideas que podrían funcionar, pero nada concreto todavía. —Respiró hondo y lo miró a la cara con determinación—. En nombre de nuestra seguridad le pido que por el momento no cuente nada a los demás. Denos tiempo para contarlo nosotros mismos, a fin de que no se paralice el trabajo en que fundan sus esperanzas miles de millones de personas. Pronto trabajaremos juntos en todas las variantes. Ahora que han realizado la hazaña de dar un rostro al enemigo, ya no tenemos motivos para mantener nada en secreto. Y si trabajamos juntos en la investigación de un arma, lo haremos con la esperanza de que nunca nos veamos en la obligación...

—¿Quiere que le diga algo, Jude? —dijo Johanson entre dientes. Se le acercó tanto que no cabía ni un cabello entre sus rostros—. No me creo ni una sola palabra. En cuanto tengan su maldita arma, la emplearán. Y no se imagina de qué se harán responsables. ¡Son seres unicelulares, Jude! ¡Miles y miles de millones de unicelulares! Existen desde el comienzo del mundo. No tenemos la menor idea de la función que cumplen en nuestro ecosistema. No sabemos qué pasará con los océanos si los envenenamos. No sabemos qué pasará con nosotros. Pero, sobre todo, ¡no estaremos en condiciones de detener lo que ellos han iniciado! ¿Lo entiende? ¿Cómo pretende volver a poner en marcha la corriente del Golfo sin los yrr? ¿Qué quiere hacer contra los gusanos sin los yrr?

—Si acabamos con los yrr —dijo Li—, atacaremos también a los gusanos y a las bacterias.

—¡¿Cómo?! ¿A las bacterias? ¡Todo el planeta está hecho de bacterias! ¿Quiere exterminar a los microorganismos? ¿Qué clase de megalómana es usted? Si lo lograra, condenaría a muerte la vida sobre la Tierra. Usted sería quien destruiría el planeta, no los yrr. Morirían todas las especies marinas, y después...

—Pues que mueran —gritó Vanderbilt—. ¡Imbécil ignorante, científico sabelotodo de mierda! Morirán unos cuantos peces pero nosotros sobreviviremos...

—¡Nosotros no sobreviviremos! —Le gritó Johanson a su vez—. ¿No lo entiende? Todo está relacionado. No podemos combatir a los yrr. Son superiores a nosotros. No podemos hacer nada contra los microorganismos, ni siquiera podemos defendernos de una infección vírica común, pero eso es algo diferente. El ser humano vive gracias a que la Tierra está dominada por los microbios.

—Sigur... —lo instó Li.

Johanson se dio la vuelta.

—Abra la puerta —dijo—. No quiero continuar con esta conversación.

—Bien. —Li asintió con los labios apretados—. Entonces siga regodeándose en su arrogancia. Sal, abra la puerta al doctor Johanson.

Peak vaciló.

—Sal, ¿no ha oído? El doctor Johanson desea irse.

—¿No podemos convencerlo? —preguntó Peak. Parecía impotente y atormentado—. ¿Convencerlo de que estamos haciendo lo correcto?

—Abra la puerta, Sal —dijo Johanson.

A desgana, Peak avanzó y pulsó una tecla en la pared. La puerta se abrió.

—La de más adelante también, si no le importa.

—Por supuesto.

Johanson salió.

—¡Sigur!

Se detuvo.

—¿Qué quiere, Jude?

—Me ha reprochado que no sé evaluar mi responsabilidad. Tal vez tenga razón. Considere usted también cuál es su responsabilidad. Si ahora va e informa a los demás, hará retroceder el trabajo de este barco de manera espectacular. Y usted lo sabe. Quizá no teníamos derecho a engañarlo, pero piense muy bien si tiene derecho a desacreditarnos.

Johanson se volvió lentamente. Li estaba en pie junto la puerta de la sala de control.

—Lo pensaré muy bien —dijo.

—Entonces lleguemos a un acuerdo. Deme tiempo para encontrar una solución y deje que las cosas sigan su curso. Volveremos a hablar esta noche. Hasta entonces, ninguno de los dos hará nada que pueda comprometer al otro. ¿Cree que está en condiciones de aceptar esta propuesta?

A Johanson le rechinaban las mandíbulas.

¿Qué pasaría si hacía explotar la bomba? ¿Qué pasaría con él si en ese momento se negaba a aceptar?

—De acuerdo —dijo.

Li sonrió.

—Gracias, Sigur.

Weaver

Hubiera preferido quedarse en la cubierta del pozo. Anawak hacía cuanto podía por animar a Greywolf. Quería quedarse con él porque se sentía atraída, y por otro lado no quería dejar en la estacada a Greywolf, cuya tristeza era palpable. Le parecía terrible ver a ese gigantesco y enérgico hombre tan triste. Pero aún más terrible era lo que Johanson le había contado. Cuanto más pensaba en ello, más atroz le resultaba lo que sucedía a bordo del
Independence
. Algo le decía que sin duda todos ellos flotaban sobre un gran peligro.

Quizá Rubin ya hubiera llegado.

—Hasta luego —dijo—. Tengo que resolver algo.

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