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Authors: Leon Uris

Tags: #Histótico

Trinidad (120 page)

La existencia de este comité fue puesta al descubierto de un modo bastante repentino al tenerse noticia ayer de un fondo de un millón de libras, que se supone destinado a la compra de armas, y corrobora la afirmación de sir Frederick Weed de que el FONDO PROVISIONAL cubría otros objetivos.

WINSTON CHURCHILL IRÁ AL ULSTER PARA UNA CONCENTRACIÓN PRO LEY DE AUTONOMÍA

EXCLUSIVA de Seamus O'Neill

5 de febrero de 1912 (IOPS).

Este reportero ha tenido noticia hoy de que Winston Churchill, diputado del partido liberal y primer lord del Almirantazgo, ha aceptado una invitación del partido liberal del Ulster para hablar en Belfast. En la provincia, los liberales constituyen una pequeña minoría y han sido poco menos que barridos desde la ofensiva del partido unionista contra la Ley de Autonomía.

Lord Pirrie, el constructor de barcos de Belfast y jefe de los liberales del Ulster, ha confirmado la noticia.

«Se espera —ha dicho— que las palabras de Churchill contribuirán a proyectar luz y buen criterio sobre una situación ya completamente incontrolada por culpa de una reacción exagerada y frenética ante un proyecto de ley moderadísimo.»

Luego, Pirrie añadió todavía: «Creo que el pueblo inglés ha llegado a la errónea convicción de que todos los protestantes de aquí hablan el mismo lenguaje: el unionista. Además de los liberales, hay decenas de millares de personas sin filiación alguna que consideran que la Ley de Autonomía aplicada por un Parlamento de Dublín es una idea viable y deseable.»

El Ulster Hall, propiedad del Ayuntamiento de Belfast, ha sido alquilado para la ocasión. La aparición en público de Churchill completará un círculo familiar de singular involucración en asuntos irlandeses.

Hará casi treinta y cuatro años, día por día, que el padre de Churchill, lord Randolph, habló desde la misma tribuna, aunque defendiendo un punto de vista diametralmente opuesto. Al jugar el histórico «naipe de Orange», lord Randolph pronunció su famoso discurso del «ladrón nocturno» a los encuadrados unionistas del siglo pasado.

MEDIDA UNIONISTA PARA IMPEDIR LA APARICIÓN DE CHURCHILL

por Seamus O'Neill

7 de febrero de 1912, Belfast (IOPS).

La noticia del proyectado discurso de Winston Churchill en pro de la Ley de Autonomía que había de pronunciarse en el Ulster Hall de Belfast provocó una reacción pronta y furiosa en los círculos unionistas.

En Rathweed Hall, domicilio de sir Frederick Weed, se reunió un quórum apresuradamente convocado del Comité Ejecutivo unionista y aprobó por unanimidad la resolución de negar a Churchill la utilización del Ulster Hall.

El coronel R. H. Wallace, jefe titular de los Clubs Unionistas paramilitares, advirtió llanamente que se producirían inevitables motines y derramamientos de sangre. Y amenazó con que sus fuerzas se apoderarían del Hall.

«Es lamentable —dijo sir Frederick después de la reunión— que ese hombre venga deliberadamente a esta ciudad leal bajo el patrocinio de los John Redmond a hablar como un traidor y deshonrar la mismísima tribuna desde la que su padre habló tan gallardamente en favor de nuestra libertad.

»La libertad de expresión —siguió diciendo Weed— no alcanza a los tránsfugas. Churchill renegó de su cuna y abandonó el partido conservador para confabularse con los que querrían destruir el Imperio. Es el orador más provocativo de la Gran Bretaña y este proyectado discurso no es sino un gesto arrogante y un insulto en un momento y un lugar en los que todavía resuenan en nuestros oídos las palabras de su reverenciado padre.»

Cuando le preguntaron si el juicio que le merecía Winston Churchill no era exagerado y suscitado acaso por el clima del momento, Weed replicó colérico:

«Según mi franca opinión, Winston Churchill no es inglés.»

CHURCHTL CEDE. LA CONCENTRACIÓN DEL ULSTER FRACASA

por Seamus O'Neill

12 de febrero de 1912, Belfast (IOPS).

Al desembarcar hoy en Larme, unos treinta y cuatro años después de su padre, Winston Churchill, primer lord del Almirantazgo y principal portavoz del partido liberal, ha sido objeto de una recepción muy distinta de la que se dispensó a Churchill padre.

Las grandes turbas disponibles se han reunido animadas de un humor que sólo podríamos calificar de feo. Abucheándole y gritando consignas antiautonomistas, llenaban el trayecto desde la estación de ferrocarril de Midland hasta el Grand Central Hotel. A cada pocos pasos se topaba con un cartel insultante o un monigote que le representaba ahorcado en efigie.

La gente se excitaba una y otra vez hasta el borde de la violencia, y el progreso de Churchill se ha visto dificultado continuamente por hombres que se lanzaban contra su coche, blandían los puños, le escupían, tiraban piedras y le amenazaban de otros diversos modos. En un punto del recorrido, han arrollado la escolta de
constabularys
y han levantado dos ruedas del vehículo, zarandeándolo violentamente.

Después de unas precipitadas consultas con lord Pirrie y otros liberales de la localidad, se ha decidido, a fin de evitar derramamientos de sangre, cambiar el lugar de celebración del acto. En el último momento han elegido Parnell Field, campo de rugby del sector de la ciudad denominado Catholic Falls.

JOHN REDMOND ABOGA POR LA LEY DE AUTONOMÍA Y ACONSEJA A LOS BRITÁNICOS QUE NO RECURRAN A ESTRATAGEMAS

por Seamus O'Neill

31 de marzo de 1912, Dublín (IOPS).

Bajo la presión creciente del Ulster y el descontento de su propio partido y de todas partes del país, John Redmond dirigió la palabra a una concentración de masas en St. Stephens Green, pues se acerca el momento de la presentación de la tercera Ley de Autonomía.

Hablando en gaélico y con acento apasionado, Redmond expuso sin rodeos su posición y alineó su deslucido futuro político con una mezcla de súplicas y amenazas veladas.

«Hay aquí muchos hombres que destruirían el Imperio británico si estuvieran unidos… Nosotros no queremos destruir a los británicos, sólo queremos ser libres.»

A continuación dijo que él, personalmente, jamás rendiría homenaje al rey de Inglaterra, aunque al mismo tiempo declaró que el proyecto de ley que van a presentar es bueno para Irlanda, a pesar de que mantiene la obligación de jurar fidelidad a la Corona.

«… Si esta vez recurrimos a estratagemas, hay personas en Irlanda (y yo soy una de ellas) que aconsejarán a los gaélicos que no vuelvan a negociar nunca más con los extranjeros, sino que a partir de ahora les respondan con mano dura y con el filo de la espada. Hagamos saber a los extranjeros que si nos estafan una vez más habrá guerra sin cuartel en Irlanda.»

A la luz de su actitud conciliadora en Westminster, las «combativas palabras» de Redmond se tomaron como artículo para consumo interior exclusivamente, aunque teñidas con un dejo de desesperación para que los liberales, aliados suyos, no le abandonaran.

¡BOLETÍN!

4 de abril de 1912, Londres (Reuter).

La tercera Ley de Autonomía, después de haber sido aprobada en la Cámara de los Comunes por 110 votos, fue inmediatamente rechazada por los Lores por 326 votos contra 69.

Se ha programado ya una segunda lectura del Proyecto de Ley para la próxima sesión de los Comunes, bien a finales de este año, bien a comienzos del próximo. Según la reciente Ley del Parlamento, se necesitan tres aprobaciones de la Cámara de los Comunes para anular a los Lores.

POR EL ULSTER SE EXTIENDE UNA OLA DE MOTINES CONTRA LA LEY DE AUTONOMÍA Y LOS CATÓLICOS

4 de julio de 1912, Belfast (Reuter).

El «confeti de Belfast», discos de hierro del tamaño de una moneda de dos chelines, aproximadamente, que se producen al perforar planchas de barco, fue introducido como arma semiletal de lucha callejera cuando centenares de trabajadores de los astilleros irrumpieron en el barrio católico de Ballymurphy disparando estos nuevos proyectiles contra personas y ventanas. Al mediodía, más de setenta personas habían tenido que ser hospitalizadas.

ANDREW BONAR LAW Y SIR EDWARD CARSON VITUPERAN LA LEY DE AUTONOMÍA EN LA DECLARACIÓN MÁS ENÉRGICA Y OMINOSA PRONUNCIADA HASTA LA FECHA, EN LA CONCENTRACIÓN DE BLENHEIM PALACE.

por Seamus O'Neill

11 de julio de 1912, Blenheim Palace (IOPS).

En la mayor manifestación habida hasta la fecha en suelo inglés en apoyo de los protestantes del Ulster, concentración del partido conservador en el lugar de nacimiento de Winston Churchill y también de su padre Randolph, se reunieron más de cien mil personas.

La casa ancestral del duque de Marlborough estaba en plena floración; aquello era un país de maravillas, de flores y bosques que saludaban a las multitudes sacudidas por vibraciones de combativa intensidad.

Bonar Law hizo la declaración más enérgica que se hubiera escuchado hasta entonces contra el Gobierno liberal de Asquith. Refiriéndose al Gobierno liberal como a «un comité revolucionario que se ha alzado fraudulentamente con un poder despótico», declaró que sus conservadores no se considerarían atados por las restricciones de la ley británica que influirían sobre ellos en una lucha ordinaria. Bonar Law amenazó con que si se aprobaba la Ley de Autonomía para Irlanda, «hay cosas más fuertes que una mayoría parlamentaria».

«En cuanto a los protestantes del Ulster —dijo Law—, si se intentase privar a esos hombres de sus derechos de nacimiento, como una cláusula más de una componenda parlamentaria infame, sería muy justo que ellos se opusieran al intento por todos los medios a su alcance, incluida la fuerza. No sabría imaginar medida alguna de resistencia a la que el Ulster pudiera recurrir lo bastante extremosa como para que yo no estuviera dispuesto a apoyarles, tal como creo les apoyaría la mayoría absoluta del pueblo británico.»

Respondiendo a preguntas sobre el carácter traicionero de la declaración de Law, replicó sir Edward Carson: «Si eso es una traición, que lo sea. Al menos pondremos de nuestra parte a lo mejor de Inglaterra.»

ALAN BIRMINGHAM RENUNCIA A SU CARGO DE «WHIP» LIBERAL COMO PROTESTA CONTRA LAS CONTINUAS CONCESIONES PARA APACIGUAR A CARSON Y LAW

INTERVIÚ EN EXCLUSIVA por Seamus O'Neill

20 de julio de 1912, Londres. (Irish Overseas Press Service.)

Alan Birmingham,
Chief Whip
liberal durante el decenio pasado, ha entregado esta noche su dimisión al primer ministro Herbert Asquith como protesta por la pasividad de su Gobierno ante la «conducta claramente sediciosa del líder conservador Andrew Bonar Law y el jefe unionista sir Edward Carson», citando como gota que colma el vaso el discurso del «alzarse fraudulentamente con un poder despótico» pronunciado por Bonar Law en Blenheim.

«Carson y sus hordas han desenvainado la espada del terrorismo político más descarado —dijo airadamente Birmingham—. Él y Bonar siguen haciendo ostentosas alusiones a la ley británica y poniendo al partido liberal en ridículo públicamente por no haber sabido imponerla. Es un procedimiento premeditado, llevado pasito a paso, para ver hasta qué punto se soporta su actuación, y mientras nosotros nos quedamos cruzados de brazos, ellos se muestran más audaces cada día.

»Existe, ciertamente, una conspiración —siguió diciendo—, pero no somos nosotros los que conspiramos, sino aquellos que quieren destruir al partido liberal y que Inglaterra retroceda a los tiempos del gobierno de una clase.

»Si desean convertirse en mártires, deberíamos complacerles. Si desean una guerra civil, también en esto deberíamos darles gusto. Lo que no podemos permitir es que la traición más descarada siga adelante sin hallar obstáculo alguno. Si permitimos que este delito quede impune, yo predigo que dentro de cincuenta años todavía pagaremos sus consecuencias en el Ulster.»

9

Aunque no gustaba a nadie que Conor volviese a Belfast, el plan exigía una organización y una mano izquierda que sólo él sabría darle. En Belfast, millares de apasionados del rugby y docenas de antiguos amigos conocerían a Conor apenas verle. Por ello, el Concejo no era muy favorable a este plan.

Cuando Conor presentó la idea al Concejo Supremo por primera vez, los dejó atónitos a todos. No obstante, era tan sencillo y lógico que todos quedaron interiormente convencidos de su viabilidad.

A principios del verano de 1912 alquilaron un local para oficinas en el segundo piso de un edificio de la calle Royal, que era la mayor avenida central y discurría cerca de la Administración General de Correos. El rótulo de la puerta ofrecía la nada llamativa inscripción de: B.R.I. IMPORTACIONES-EXPORTACIONES, F. Clarke-MacCoy, Corredor de Aduanas.

B.R.I. era la sigla de «Baptist Revival in Ireland» (o sea, Renacimiento Baptista en Irlanda) y parecía, exteriormente, una agencia de compras, apenas velada, para una docena de clubs unionistas paramilitares de la región de Inishowen, en el condado de Donegal. El B.R.I. se contaba entre la docena o más de operadores que habían recibido credenciales de corredores de aduanas. Todo el mundo sabía qué hacían, pero raras veces hablaba nadie de ellos, porque se habían establecido fundamentalmente con objeto de conseguir armas para los unionistas.

La B.R.I. adoptaba todas las apariencias de una suministradora más de los clubs, desde el papel de cartas hasta una oficina llena de suministros religiosos, tan necesarios en un movimiento de renacimiento. Cuando F. Clarke-MacCoy recogía su consignación semanal de dos a cuatro cajas de rifles, los funcionarios de aduanas le obsequiaban con un guiño y un cabezazo de asentimiento. El papeleo se despachaba con gran presteza, y el género pasaba automáticamente y sin inspección.

El caso es que el servicio de aduanas no se había fijado en que invirtiendo las iniciales del «Baptist Revival in Ireland» podía leerse Irish Republican Brotherhood (o sea, Hermandad Republicana Irlandesa). El simulacro continuaba funcionando una semana tras otra sin ningún contratiempo. Lo que más preocupaba era la seguridad personal de Conor, que seguía conservando su calidad de fugitivo (como se sabía perfectamente en Belfast) y debía alojarse entre media docena de «casas seguras», aunque sin ordenación fija.

Uno de tales pisos se encontraba en el barrio mixto de Finaghy. A éste sólo acudía cuando Atty podía hacer una escapada hasta Belfast. Las visitas de Atty eran forzosamente muy escasas y de muy corta duración. Para Conor los días transcurrían generalmente con una monotonía y una soledad abrumadoras; de modo que aguardaba las visitas de Atty como una ducha fresca en un día asfixiante.

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