Read Payasadas Online

Authors: Kurt Vonnegut

Tags: #Ciencia Ficción, Humor, Relato

Payasadas (18 page)

Así que limpió el vestíbulo del Empire State y se estableció allí. Los Melocotones le proporcionaban comida.

Y pasó el tiempo.

* * *

En algún momento de todo eso, llegó Vera Ardilla-5 Zappa y los Melocotones le administraron el antídoto. Esperaban que llegaría a ser la enfermera del doctor Swain.

Y de hecho lo fue durante un tiempo, pero pronto comenzó su granja modelo.

* * *

Y mucho tiempo después llegó la pequeña Melody, embarazada, y empujando sus patéticas pertenencias en un cochecito de niño. Entre sus posesiones se encontraba una palmatoria Dresden. Incluso en el reino de Michigan se sabía que el rey de Nueva York estaba loco por las palmatorias.

En la palmatoria de Melody se veía el coqueteo de un noble con una pastora a los pies de un árbol envuelto por una exuberante vid.

La palmatoria de Melody se rompió durante la última fiesta de cumpleaños del anciano. Wanda Ardilla-5 Rivera, una esclava borracha, la volcó de un puntapié.

* * *

Cuando Melody se presentó ante el Empire State y el doctor Swain salió a preguntarle quién era y qué quería, ella se arrodilló ante él, y extendió sus pequeñas manos para presentarle la palmatoria.

—Hola, abuelo —dijo.

Él vaciló un momento, pero luego la ayudó a levantarse.

—Entra —dijo—, entra, entra.

* * *

En esa época el rey de Nueva York no sabía que había engendrado un hijo después de abandonar el tri-benzo-conductil en Urbana. Supuso que Melody era una solicitante y admiradora más. Tampoco, durante este primer encuentro, soñó ni por un momento que tenía descendientes en alguna parte. Nunca había tenido muchos deseos de reproducirse.

De modo que cuando Melody le proporcionó tímidos pero convincentes argumentos de que ella era en realidad un pariente consanguíneo, tuvo una sensación como si, según explicó más tarde a Vera Ardilla-5 Zappa, «se le hubiese abierto una enorme vía de agua y que a través de esa repentina grieta hubiese penetrado una niña embarazada y hambrienta, aferrada a una palmatoria de Dresden».

Hi ho.

* * *

La historia de Melody era la siguiente:

Su padre, hijo ilegítimo del doctor Swain y la viuda de Urbana, era uno de los pocos sobrevivientes de la llamada «Matanza de Urbana». Se vio en seguida obligado a prestar servicio como tambor en el ejército del duque de Illinois, perpetrador de la carnicería.

El muchacho engendró a Melody a los catorce años. Su madre era una lavandera de cuarenta años que se había unido al ejército. Melody recibió el nombre de Oropéndola-2 para asegurarse de que fuese tratada con la máxima clemencia en caso de que fuera capturada por las fuerzas de Stewart Oropéndola-2 Mott, rey de Michigan y principal enemigo del duque.

De hecho, fue capturada a los seis años, después de la batalla de Iowa, en la que su padre y su madre perdieron la vida.

Hi ho.

* * *

En ese entonces la decadencia del rey de Michigan había llegado a tal extremo que mantenía un harén de muchachas capturadas que tenían el mismo apellido intermedio que él, el cual, por supuesto, era

Oropéndola-2. La pequeña Melody fue enviada a ese triste zoológico.

Pero a medida que sus penosas experiencias se hacían más repugnantes, aumentaba la fuerza interior que obtenía del recuerdo de las últimas palabras de su padre, que fueron las siguientes:

—Eres una princesa, la nieta del rey de las Palmatorias, del rey de Nueva York.

Hi ho.

* * *

Luego, una noche, robó la palmatoria de Dresden de la tienda del dormido rey. Se arrastró por debajo del costado de la tienda y salió al mundo exterior, iluminado por la luna.

* * *

Así comenzó su increíble viaje hacia el Este, siempre al Este, en busca de su legendario abuelo. Su palacio era uno de los edificios más altos del mundo.

Se encontraría con parientes en todas partes, si no Oropéndolas por lo menos pájaros y seres vivientes de alguna especie.

La alimentaban y le señalaban el camino.

Uno le dio un impermeable, otro un jersey y una brújula magnética, otro un cochecito de niño, otro le dio un reloj despertador.

Otro le dio una aguja e hilo, y también un dedal de oro.

Otro la llevó en un bote al otro lado del río Harlem, a la Isla de la Muerte, con riesgo de su propia vida.

Etcétera.

Das Ende

Nota

[1]
Copyright © 1939, renewed 1966 Leo Feist, Inc., New York, N.Y.

Other books

Will of Man - Part Two by William Scanlan
A Man of Forty by Gerald Bullet
Ready for You by Celia Juliano
The Art of Romance by Kaye Dacus


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024