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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

Notas a Apocalipsis Now (9 page)

24 de junio, Napa

Ayer Arlene y Mike vieron dos horas de metraje, y cuando llamaron para preguntamos si queríamos algo de la ciudad, Arlene dijo que la interpretación le había parecido poco definida. Francis quedó devastado; se siente totalmente derrotado. Ha invertido siete millones de dólares y varios meses de producción agotadora y ni siquiera fueron capaces de decirle «Has conseguido algo fantástico». Se quedó sumido en una auténtica depresión. Tal como yo lo veo, Francis tiene noventa horas de película, y no hay ningún fragmento que pueda dar la idea de cuáles son los quince minutos que él va a seleccionar. Lo que finalmente se ve en la pantalla no da ni la más remota pista sobre lo que quedó fuera. Para nadie tiene sentido ver un fragmento elegido al azar. Pero Francis se sintió desesperado y aterrorizado.

Hemos dormido fuera, en el césped. Era una noche hermosa, clara y llena de estrellas. Francis no paró de moverse y de dar vueltas, víctima de sus pesadillas. Nos despertamos al amanecer; había una luna nueva creciente que se levantaba por encima del horizonte, en medio de una luz rosada.

Francis me dijo que había soñado cómo terminar el guión, pero que ahora que estaba despierto no le parecía un final bueno. Ayer Francis habló con Brando por teléfono. Sabe que estará magnífico si le da un guión adecuado. Hemos estado hablando de todos los miedos que lo acucian, y casi todos parecen relacionados con el hecho de que el guión no está terminado. Ha estado leyendo, investigando, hablando, pensando, escribiendo y luchando con él cada día desde hace ya casi un año. Le sugerí que lo dictara todo, ahora mismo, de principio a fin, exteriorizando todo lo que tiene en la cabeza. Se conoce el material del derecho y del revés. Prácticamente se está mordiendo la cola.

Ahora se ha puesto a hacerla con el grabador. Ha empezado desde el principio y lo está narrando todo directamente. ¡Dios! Tengo esperanzas.

26 de junio, Napa

Francis me dijo que cuando habló con Brando, le preguntó por mí y por los niños. En realidad sólo nos hemos visto brevemente un par de veces. Las seis semanas que trabajó en
El Padrino
yo no acudí al set porque estaba embarazada. Tuve a Sofía en aquellos días. Fui a la fiesta el último día que él trabajaba; nos presentaron y yo llevaba al bebé en brazos. Debía de tener un par de semanas. Él la tomó en brazos y se maravilló con sus piececitos y le examinó sus largos dedos. Tuve la sensación de que se sentía totalmente cómodo con ella. No había expectativas, ni pretensiones ni bobadas, simplemente la niña. Francis también es así; le gustan los niños. Siempre habla con los niños y logra que jueguen con él. Ellos no tienen ideas preconcebidas sobre él o sobre sus películas. Y eso es un alivio.

Incluso yo misma lo experimento. Cuando vaya cobrar un cheque o utilizo mi tarjeta de crédito, a menudo la gente me pregunta si tengo algo que ver con Francis Ford Coppola. A veces les digo que estoy casada con él. Entonces se transforman ante mis ojos. Empiezan a sonreír nerviosamente y se olvidan de darme el recibo o mi paquete. Creo que tengo un aspecto bastante normal. Uso suéters y faldas y botas. Quizás esperan encontrarse a una conejita de
Playboy
; no lo sé. El año pasado, estaba comprando un coche Honda y el vendedor me hablaba con tono cortés y aburrido. Pero cuando hizo el contrato y vio mi nombre, se quedó azorado. Al final me pidió si podía hacerme una pregunta personal. Le dije que sí. Y entonces me preguntó, realmente preocupado, por qué no me compraba un Porsche o un Mercedes. Le dije que prácticamente sólo conduzco por San Francisco y que pensaba que el Honda era el coche más adecuado, pero mi respuesta no lo dejó satisfecho.

1º de julio

Estoy en casa de mi madre, en el sur de California, pasando un par de días. Francis ha tenido que ir a Los Ángeles para reunirse con los abogados de United Artists y firmar el contrato del préstamo. La película supera el presupuesto en tres millones de dólares, que ahora tiene que poner United Artists, pero Francis tendrá que pagarlo de su bolsillo si la película no obtiene, como mínimo, cuarenta millones o más. Eso me lleva sencillamente a concentrarme más en el presente y a no desperdiciar el aquí y ahora pensando en las posibilidades que ofrece el futuro.

Mi madre ha vivido en la misma casa desde el día que se casó. Todo me es familiar y casi todo ha cambiado. El viejo camino solía tener pozos rellenados con alquitrán, que se fundía en verano, y se podía meter cosas dentro que permanecían allí años y años. Ahora son lustrosas calles de asfalto en las que estacionan un auto junto al otro. Llevamos a los niños a Disneylandia. Había estado una vez, hace siete u ocho años, y pensé que era un monumento al mercantilismo californiano. Esta vez me pareció fantástico. Encontré algunas de las mejores manifestaciones artísticas que he visto. Desde luego he visto hologramas de artistas en galerías y museos, pero en Disneylandia había unos hologramas mucho mejores en la casa encantada. Los efectos del fuego en el trayecto del pirata parecían lo opuesto de lo que se hace en cine. Francis enciende fuegos de verdad y los filma y luego la realidad de celuloide se mueve por delante del espectador inmóvil. En el trayecto del pirata, en cambio, había auténticos fuegos de celuloide y los espectadores eran los que se movían por delante de ellos.

Reparé en que no estoy acostumbrada a estar entre un grupo grande de gente en lo que se consideraría una atracción turística. Me sorprendió la cantidad de personas que llevaban cámaras y tomaban fotos de todo lo que veían. Durante el desfile de acontecimientos históricos, Sofía se sumergió en él, en especial cuando reconoció al personaje de «Cristóbal Crumbolus». Yo no podía dejar de mirar a la gente que llevaba cámaras. La verdadera experiencia que vivían era la de tomar fotos, no la de ver un desfile. En la acera de enfrente, había un hombre armado con una Nikon y un teleobjetivo. Parecía estar sacándonos fotos a mí y a los niños. El ama de casa con sus hijos en Disneylandia.

23 de julio, Hong Kong

Estamos regresando a Filipinas y vamos a pasar la noche en Hong Kong, en el hotel Península. Nos han dado la misma suite en que ya habíamos estado. Ahora es distinta; hay unas gruesas bandas de metal contra los grandes ventanales que dan sobre el puerto. El gerente del hotel se disculpó diciendo que había un tifón a 350 millas de la costa que se acercaba; esperaba que no fuera necesario cubrir las ventanas totalmente. Había una bandeja con champán y flores naturales. Los ramos estaban hechos con rosas y una flor que no había visto en mi vida; alguien había doblado cuidadosamente cada pétalo por la mitad y había girado la punta hacia dentro para que se vieran los grandes y elaborados centros. Las flores no desprendían ningún aroma. Los ramos estaban colocados encima de los televisores. Me acordé de las fotos que hice de las flores que había encima de los televisores en nuestra habitación de Belgrado y en la de Brasilia. Supongo que en todo el mundo deben pensar que uno va a ver la televisión, de manera que así seguro que verá las flores.

Esta suite debe de ser una de las más espectaculares del mundo: grandes salones con hermosas vistas, magníficos baños de mármol y productos de perfumería, batas de toalla y un jarrón de vidrio lleno de bolas de algodón. Sofía desapareció en el cuarto de baño durante un buen rato. Fui a buscarla y se había hecho una barba de Santa Claus de algodón y se estaba mirando en el espejo de tres cuerpos.

Hay un mayordomo que se ocupa exclusivamente de esta suite. Se llama Kong. Cuando llegamos nos sirvió té de jazmín y descorchó el champán. Por la mañana tomó nota de nuestro desayuno, nos lo subió y lo sirvió en la gran mesa del comedor; Es atento sin ser entrometido. Tiene el pelo canoso, cortado al estilo militar, y del mentón le cuelga un mechón de barba de unos veinte centímetros. Es muy amable con los niños y estuvo jugando a la maestra y a las cartas con Sofía mientras nosotros íbamos de compras.

Hong Kong es el supermercado de Asia, igual que Las Vegas es la sala de juegos de Estados Unidos. Todos los aspectos de la ciudad se concentran en lo mismo: comprar y vender productos internacionales. Las luces de neón dicen Sony, Sanyo y Gucci en vez de Caesar's Palace o Golden Nugget. A Francis le encanta curiosear todos los productos y artefactos nuevos. Fue a ver todas las cámaras, los grabadores y equipos que había en los negocios. Yo fui a dos almacenes en los que venden productos de China continental. Me encantan sus increíbles bordados, en especial los antiguos. Pedí a las vendedoras que me mostrasen todos los rollos. Se mostraban indiferentes y ansiosos de que me fuera, para así poder continuar con su charla. Estaba claro que no les pagaban ninguna comisión sobre las ventas. Bostezaban discretamente y me dijeron que algunos bordados eran demasiado caros, que no querría verlos. Cuando me marché de la tienda, estaba arrepentida de no haber insistido en ver los más caros. Me di cuenta de que me gustan tanto los artículos baratos, por ejemplo un cesto de mimbre o un barrilete de un dólar, como un magnífico jarrón antiguo o un bordado que cuestan miles, pero casi nada de lo que tiene precios intermedios. Me acordé de un psicólogo que me había dicho que tenía que comprarme más cosas caras para mí; que el hecho de que pudiera permitírmelo y no lo hiciera significaba que no me gustaba a mí misma. Bueno, entonces empecé a sentirme mal por comprar las cosas baratas que me gustaban y tuve que recordarme que no estaba haciendo nada malo. En realidad prefiero una extraña cajita china de polvos blanqueadores para la cara, o una increíble máscara de ópera hecha de papel de 75 centavos.

Le pedí a un vendedor que me sacara un par de jarrones antiguos de un aparador cerrado. Tenían unas flores y unos insectos preciosos, pintados a mano, y el barniz tenía esa magnífica pátina que sólo adquieren los objetos realmente antiguos. Creí que la etiqueta decía ochocientos dólares de Hong Kong (unos 140 de Estados Unidos), así que pensé que me daría un gusto. A la luz, la etiqueta decía ocho mil. No los compré. Llevamos una vida tan disipada y tan nómada. No puedo llevarme mis cosas allá donde voy, y cuando la persona que hace la limpieza rompe algo que me gustaba me llevo un disgusto. Francis se puso muy triste cuando se dio cuenta de que al cuidador de la casa se le había roto su bandeja
art déco
mientras estábamos fuera, durante nuestro último viaje.

Los objetos magníficos son para los museos. Pienso que puedo contemplar las grandes colecciones públicas de las mejores piezas de lo que sea que me interese en cierto momento, y allí está todo limpio y bien iluminado y adecuadamente cuidado. Muchas de las cosas que me gustan son baratas y perfectamente reemplazables.

25 de julio, Pagsanjan

El camino principal está lleno de jeeps, motocicletas de tres ruedas, camiones, bicicletas, carros, motonetas, polvo y humo. Nuestra casa está en una calle lateral. Los pollos y los patos merodean a su antojo, y la mujer de delante saca todos los días su cerdo a pasear. Estamos rodeados de chozas de estera con los techos de paja. La gente se asoma por sus ventanas de persianas enrollables y se ponen a charlar. Desde aquí oigo unas cuatro radios, a un par de ancianas emitiendo una especie de graznidos junto al lavadero y a un gallo cantando cerca de ellas. Hay una vegetación maravillosa, de cocoteros y bananos, helechos, buganvillas, hibiscos, y una amplia variedad de parras y plantas con flores exóticas que no había visto en mi vida.

Según los parámetros locales, nuestra casa es elegante. Es de hormigón armado y dispone de agua corriente en el interior. Tenemos ventiladores de techo y luces fluorescentes redondas que por la noche nos dan un aspecto azulado. En las escaleras hay un nicho con una estatua de la Virgen de Guadalupe de un metro y medio. Tiene los ojos de vidrio y las pestañas de pelo auténtico, y mira hacia abajo, al salón comedor. El propietario de nuestra casa se mudó a una casa de palma con el techo de cinc que hay en el jardín de atrás. Es un hombre acaudalado; su hija es la propietaria del hotel local. Construyó esta casa hace dos años, pero su esposa seguía prefiriendo cocinar al aire libre, y cuando llegaba el calor dormían en una choza de paja en el jardín, de manera que parecen bastante contentos de alquilárnosla, La bisabuela duerme en lo que era la vieja casa de verano. Anda encorvada casi por la mitad, de los años que se ha pasado inclinada lavando la ropa y cuidando del huerto. Todavía se ocupa de los maníes, los porotos, las berenjenas y las calabazas que cultivan en el jardín, y la veo acarreando grandes cestos de ropa hasta el tendedero. La familia es muy amable con nosotros. Tienen un hijo que vive en Florida con su esposa, una irlandesa pelirroja, y tres niños. El casero acuna a Sofía en su regazo y le está enseñando a decir «Buenos días, abuelo» en tagalo.

En el avión empecé a leer
El diario de Anais Nin, 1947-1955, tomo 5
. Varias mujeres por las que siento respeto me han dicho lo magníficos que son estos diarios. Yo casi nunca leo. Hasta hace muy poco me daba vergüenza decido. Tampoco veo televisión. No estoy segura de cómo exactamente obtengo la información. Parece llegar hasta mí por otros canales. Otras personas están en su casa, en su living, viendo un programa sobre las naciones emergentes. Yo estoy aquí. No me parece ni peor ni mejor. Una de las cosas que me fascinaron del diario de Anais Nin fue la descripción de algunos acontecimientos de 1948 que se ajustan perfectamente a mi experiencia años más tarde. Pequeños detalles aquí y allá, como la descripción de su encuentro con Kenneth Anger, o de los pollos bajo su ventana en Acapulco. De México dice: «La liberación del pasado proviene de la asociación con objetos desconocidos; ninguno de ellos posee ningún poder de evocación». Yo siento esta libertad aquí.

28 de julio, Pagsanjan

Íbamos en coche a ver el set de la plantación francesa. Dean hablaba sobre los insectos. Decía que había leído en alguna parte que la población de insectos de todo el mundo pesa igual que la población humana multiplicada por doce, y que los insectos tienen una capacidad de adaptación asombrosa. En relativamente pocas generaciones son capaces de superar cualquier insecticida que el hombre invente. De momento no hemos sido capaces de eliminar ninguna especie de insecto. Dijo que las cucarachas llevan en el planeta cuatro millones de años y que no han cambiado durante los últimos 350.000 años.

Supongo que tienen un diseño perfecto.

29 de julio, Pagsanjan

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