Más Allá de las Sombras (39 page)

El soldado golpeó a Kylar en la mandíbula, sin mucha fuerza. Logan habría jurado que el hombre parecía asustado.

—¿Quién te contrató para matar a Terah de Graesin? —preguntó Logan.

—Lo planifiqué y ejecuté yo solo.

—¿Por qué? —preguntó el duque de Wesseros—. Un ejecutor podría haber escapado.

—Si quisiera, podría escaparme ahora mismo —aseveró Kylar.

Hubo risitas ahogadas en la sala.

—Bueno, no sé si eres un ejecutor, pero desde luego eres un mentiroso consumado —dijo el duque de Wesseros.

Kylar echó un vistazo a los guardias que lo habían acompañado desde las Fauces. Parecía que estuvieran enfermos. Logan sintió un cosquilleo en el brazo derecho y, por un momento, le pareció ver moverse algo desde los dedos de Kylar, como la sombra de una sombra. Miró a su alrededor, pero nadie más parecía haberse percatado. Entonces la expresión de Kylar cambió, como si decidiera no ceder a cierto impulso. Logan había visto esa expresión lo bastante para conocerla.

—Soy un mentiroso consumado —reconoció Kylar—. Supongo que no importa. Ya habéis establecido que no soy un Stern y que maté a la reina, de modo que acabemos con esto.

—¿Niegas que el Sa’kagé tuviera algo que ver con la muerte de la reina? —preguntó el duque de Wesseros.

—¿Sois un imbécil o un pelele? —replicó Kylar—. He dado a Cenaria un rey al que no se puede ni sobornar ni chantajear. El Sa’kagé está furioso conmigo. La pregunta que estáis demasiado asustado para hacer es si el rey me ordenó que matase a Terah de Graesin.

El duque se levantó de un salto.

—¡Cómo te atreves a poner en duda el honor de nuestro rey! ¡Pegadle! —El tribunal era una olla de grillos.

Logan se puso en pie.

—¡No! ¡Sentaos! —Hizo falta medio minuto para que todo el mundo obedeciese, pero al final lo hicieron—. Es una pregunta justa. Una pregunta que es justo que saquemos a la luz, pues todo el mundo se la planteará en la intimidad en los días venideros. —Entonces Logan se sentó.

—Muchos de vosotros estuvisteis en la arboleda de Pavvil. Visteis cómo Logan mataba al ferali —dijo Kylar. Logan casi abrió la boca por la sorpresa. Él y Kylar sabían que no había matado al ferali. Kylar había derrotado a la bestia al asesinar al rey dios—. Muchos de vosotros aclamasteis a Logan como rey, pero él no quiso aceptar la corona entonces, ¿verdad? ¿Creéis que tenía miedo a Terah de Graesin? ¿Cuántos de los hombres de Terah creéis que se habrían puesto de su lado aquel día, si Logan hubiese tomado la corona? Él defendió su honor aquel día como ha hecho todos los días de su vida. ¿Creéis que si me hubiese ordenado asesinarla en la noche de su coronación me habría sentado con él en la mesa principal? ¿Creéis que es tan tonto que, sabiendo lo que iba a hacer una hora después, recordaría a todo el mundo lo buen amigo que era de un ejecutor? He espiado a Logan de Gyre para el Sa’kagé durante diez años. En ese tiempo, llegó a confiar en mí como en su mejor amigo. De modo que resulta que la pregunta no es si me encargó asesinar a Terah de Graesin, porque no lo hizo. El duque que estuvo prometido a la hija de un mero conde siempre ha tenido demasiado honor para eso. La auténtica pregunta es si nuestro nuevo rey indultará a su amigo por el asesinato que lo puso en el trono. —Kylar se volvió y cruzó la mirada con Logan por primera vez—. Bueno, Logan, ¿qué me dices?

Al margen de cualquier otro cambio que hubiese obrado en Kylar vivir a caballo de los diversos mundos de Cenaria, Logan vio que su amigo había aprendido cómo funcionaban los rumores, tanto entre los campesinos como entre la nobleza. Había tocado exactamente las preguntas que haría la gente. A decir verdad, lo había dispuesto todo de tal modo que las preguntas solo pudieran tener una respuesta. Logan no se engañaba pensando que era debido a que Kylar no tenía escapatoria. Veía todos los razonamientos que haría la gente tal y como Kylar los había visto. La primera pregunta cuando alguien era asesinado siempre era: ¿quién sale beneficiado? Cuando murió Terah de Graesin, la respuesta era Logan, a todas luces. Kylar no la había matado por eso, sin embargo. La había matado por todo el pueblo cenariano, porque habría sido una calamidad como reina. De modo que había tenido que matarla de un modo que liberase a Logan de sospechas.

En cierto sentido, Logan lo había forzado con la distribución de los asientos en la coronación. Los Stern habían estado presentes. Si no hubiese colocado a Kylar en un lugar tan visible, quizá habría evitado las miradas pero, con tanto escrutinio, su disfraz se vendría abajo. Al venirse abajo, todo el mundo habría sabido que el mejor amigo de Logan estaba en el Sa’kagé, algo que por sí solo ya resultaría bastante perjudicial. Al fin y al cabo, ¿cómo podía Logan ser un reformista cuando llegaba al trono manchado a su vez por sospechas de corrupción? Ante sí tenía la respuesta de Kylar: exponerlo todo a la luz más cegadora y obligar a Logan a demostrar con vigor de qué lado estaba.

Kylar no tenía la menor duda de qué haría, y Logan lo veía. Era lo correcto. Era lo único. Sin embargo, Logan había perdido en poco tiempo a su padre, su madre, su prometida y su esposa. ¿Cómo se suponía que iba a condenar a muerte a su mejor amigo?

Recordó el placer enfermizo que había sentido al ordenar la muerte de Gorkhy. Era el placer del poder, y había vuelto a sentirlo cuando le habían hecho reverencias. Sin embargo, de repente, odiaba su poder. Kylar estaba dando la vida para que Logan pudiera tenerlo. Cuánto confiaba su amigo en él, y eso que Logan se sabía capaz de convertirse en monstruo. Pero no había nada que hacer.

Con la cara impasible, dijo:

—Un indulto resulta inconcebible. Eras nuestro amigo, pero nuestra justicia no vacila. Fueran cuales fuesen tus intenciones, aunque fueran hacernos rey, has cometido un asesinato en este reino. La justicia exige tu muerte. La justicia será satisfecha. Como rey, exijo que respondas a una pregunta más. Si respondes, te concederemos una muerte misericordiosa. Si no, será la rueda. Kagé, ¿cuáles son los nombres y cargos de todos los integrantes del Sa’kagé que conoces?

Kylar suspiró y sacudió la cabeza a ambos lados.

Capítulo 53

Kylar estaba sentado en la oscuridad y el hedor de su celda a altas horas de la noche.

Lanzó el ka’kari contra un rincón de la habitación. Rebotó en un silencio antinatural. Kylar extendió una mano y le ordenó volver con el pensamiento. El ka’kari voló por los aires como si hubiese tirado de un hilo invisible y se pegó a su palma. Volvió a lanzarlo y en esa ocasión le hizo metamorfosearse en un pincho. Lo atrajo volando una vez más y cuando alcanzó su palma regresó al interior de su cuerpo con un sonido pegajoso.

Podía escapar. Después de morir esa vez, todo sería diferente.

Oyó que alguien hablaba en un pasillo lejano. Se abrió una puerta y, al cabo de poco, oyó los pasos de un hombre grande. La cara que al final apareció, sin embargo, no era la que esperaba.

—Lantano Garuwashi —dijo Kylar, que se puso de pie e hizo una reverencia.

—Ángel de la Noche. —Garuwashi hizo una reverencia igual de profunda—. ¿Puedo pasar?

Kylar se sonrió al ver cómo el ceurí trataba aquello como una visita de cortesía.

—Por favor.

Garuwashi abrió la puerta con una llave y entró.

—¿Cómo has llegado aquí? —preguntó Kylar.

—Pedí permiso.

—Ah.

—Me robas, Ángel de la Noche.

—¿Cómo es eso? —preguntó Kylar.

—Nuestro duelo. Debía ser la cúspide de nuestra gloria. Un duelo para la eternidad.

Kylar no sabía por qué, pero el que Lantano Garuwashi estuviese mosqueado porque no iba a poder luchar con él al cabo de cinco años de alguna forma le pareció entrañable. Quizá era el único modo que tenía de decir que le habría gustado ser amigo de Kylar.

—Los Ángeles de la Noche son fieles a su palabra —dijo—. Habrá un Ángel de la Noche allí, lo prometo.

—¿Estará a tu altura?

—Puede que incluso esté a la tuya —respondió Kylar, con una sonrisa.

Garuwashi se permitió sonreír. Se sentó en la repisa de piedra que Kylar tenía delante y cruzó las piernas por debajo de su cuerpo. Kylar se colocó de igual modo en su camastro.

—No entiendo el honor cenariano —dijo Lantano Garuwashi—. El rey Gyre gobernará tanto si haces esto como si no. ¿Por qué morir por un pueblo que no te merece?

—No lo sé. Solo sé que parecía lo correcto.

—¿Tienes una amante? ¿Aprueba ella esto?

Kylar ni siquiera lo había pensado. La expresión de su cara debió de delatarlo, porque Garuwashi meneó la cabeza mientras soltaba una risilla.

—Dime, Ángel de la Noche, ¿darías la vida de ella por lograr esto?

A Kylar le asombraba tanto que Lantano Garuwashi le hiciera esa pregunta como la pregunta en sí.

—No le pediría a nadie que muriera por mis ideales.

—Y aun así pides a Logan que mate por ellos.

Kylar no tenía una respuesta.

—Puesto que nunca has enviado hombres a su muerte, deja que te ponga la pregunta más fácil. ¿Daría tu amante su vida por cambiar esta tierra?

—Sí, de buen grado.

—Entonces quizá te perdone algún día.

Bueno, pienso volver a la vida antes de que lo descubra.
En lugar de eso, Kylar dijo:

—Nunca habría esperado que a un sa’ceurai le importase lo que piensa una mujer.

Garuwashi lanzó una carcajada.

—Ningún sa’ceurai desea casarse con una sombra. Una mujer debe tener tanto fuego en el corazón como en el pelo. Las mujeres ceuríes susurran en la calle y gritan en la casa. Los jóvenes sa’ceurai se creen que eso solo se refiere al lecho. —Garuwashi se sonrió—. Luego aprenden. —Kylar no pudo evitar sonreír también.

Al cabo de unos minutos más, Garuwashi se puso en pie.

—Debo irme —dijo—. Esperaré a tu sucesor en el solsticio de verano dentro de cinco años. Que tu alma-espada brille siempre con fuerza, Ángel de la Noche.

Lantano Garuwashi partió y, para su sorpresa, Kylar durmió.

Lo despertó el roce de una ganzúa en la cerradura. Se despabiló al instante y se puso en pie sin hacer ruido. La puerta se abrió al cabo de un momento, señal de que quien se colaba en su celda era un profesional. Las cerraduras de los calabozos de los nobles eran seguras.

La puerta se entornó y apareció la cara de Wrable Cicatrices. Sonrió al ver a Kylar despierto y en posición de combate.

—Desde luego eres el aprendiz de Blint, ¿eh, bribón? Buenos días, chico.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Kylar.

—Hay dos encargos con tu nombre. Uno de dentro. Para matarte. —Se refería a de dentro del Sa’kagé—. El otro de unos nobles.

Kylar no apartó la vista del ejecutor, aunque el tipo no había desenvainado arma alguna.

—¿La gente de Terah de Graesin?

—En realidad, no sé qué sombra salvó a un hatajo de nobles durante el golpe. Creen que están en deuda contigo. ¿Quieres saber qué encargo he aceptado?

—Depende de quién del Sa’kagé te encargara el otro —dijo Kylar.

Wrable Cicatrices escupió.

—El de dentro no venía de ningún cliente habitual mío, y a Mama K le caes bien. No pienso apostar contra ella. He aceptado el encargo de los nobles. —Sacó un cuchillo y se lo tendió con el mango por delante.

Kylar lo rechazó con un gesto.

—Dales las gracias, pero no estoy aquí porque no pueda escapar.

—Les dije que dirías eso. Me aseguraron que cobraría la mitad por intentarlo. No sé qué quieres conseguir, pero eres un loco con huevos.

—Más una cosa que la otra, diría yo.

Wrable Cicatrices se rió.

—Mira, tengo otra idea. Te he mentido al decirte que hay dos encargos. Son tres. El tercero es el mismo que el segundo: soltarte. Tienes más amigos de los que un ejecutor debería. ¿Quieres adivinar quién me lo encargó?

—Te ruego que me lo digas.

El ejecutor sonrió.

—El mismísimo rey. Si yo fuese el rey, te soltaría y listos. Supongo que los nobles no piensan como los demás de nosotros. ¿Te vienes?

Maldito seas, Logan. Maldito seas por echarte atrás.
Kylar tragó saliva.

—Me quedo.

Wrable Cicatrices alzó las cejas. Después se encogió de hombros.

—Tendrías que ser noble tú también. Eres un hombre enamorado de la muerte, Ángel de la Noche. Nos vemos al otro lado.

Capítulo 54

Sacaron a Kylar de las Fauces antes del amanecer. Cincuenta hombres formaban su escolta. Le sujetaron las muñecas con grilletes detrás de la espalda, le ataron los codos con esparto y le pusieron hierros a los pies. Le sorprendió ver que, en vez de atravesar el castillo, los guardias lo sacaban por las grandes puertas dobles, subían la lengua negra labrada y salían de la garganta de las Fauces al rocoso lado occidental de la isla de Vos.

Allí los esperaba una barcaza y, en cuanto encadenaron a Kylar a un poste en su centro, zarparon; los soldados iban atentos a cualquier amenaza procedente de él o cualquiera que pudiera rescatarlo.

Apenas habían pasado por debajo del Puente Real de Occidente cuando Kylar vio unas nuevas estructuras en el Plith. Habían clavado unos profundos pilotes en el lecho del río al sur de la isla de Vos para soportar una plataforma central, que quedaba a ras del agua. Los pilotes se alzaban muy por encima de la plataforma, de cuyo centro partían tres radios que sustentaban unas pasarelas temporales a la isla de Vos, las Madrigueras y el lado este. Aquel puente triple era provisional, y muy bajo en relación al nivel del agua, pero el tamaño y ubicación de los pilotes ilustraba a Kylar sobre la ambición del proyecto. Sería un símbolo del reinado de Logan, un puente que uniría los lados de la ciudad y a su gobierno. Cuando se acercaron, vio que lo que en un principio había tomado por el mero grosor de la superficie del puente temporal era otra cosa.

Cada una de las pasarelas provisionales —al oeste hacia las Madrigueras, al norte hacia el castillo y al este— estaba llena de gente. El sol apenas había asomado y ya había millares de personas congregadas. Toda la ciudad estaba allí. Hasta los soldados de Lantano Garuwashi se habían acercado.

Cuando avistaron la barcaza, se elevó un clamor, que no era de simpatía. Aquella gente amaba a Logan, Kylar lo supo al instante, y cualquier traidor debía de ser un indeseable. Amparados por la seguridad de la masa, cualquier miedo que pudiera inspirarles la encarnación del Sa’kagé se había evaporado. En realidad, eso probablemente le hiciera más odiado todavía. Sus negativas en el tribunal no cambiaban nada; solo importaba el veredicto. La barcaza se acercó más y el griterío se volvió ensordecedor. Observando las caras llenas de odio, Kylar supuso que era una suerte que la ciudad hubiera pasado hambre: no había verduras podridas para que se las tiraran.

Other books

Dead on the Level by Nielsen, Helen
A Pirate’s Wife by Lynelle Clark
Samurai Summer by Edwardson, Åke
Jackie and Campy by William C. Kashatus
Shelter by Susan Palwick


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024