Read Las sandalias del pescador Online

Authors: Morris West

Tags: #Ficción

Las sandalias del pescador (42 page)

Uno a uno, los cardenales se aproximaron y se arrodillaron ante él y besaron su anillo como símbolo de fidelidad. Uno a uno salieron. Y cuando la puerta se cerró tras el último de ellos, el Pontífice se alzó de su trono y se arrodilló en el peldaño del altar, ante el tabernáculo.

Sobre él se elevaba el esplendor grandioso del Juicio Final de Miguel Ángel. Frente a él estaba la puertecilla dorada tras la cual habitaba el Dios oculto. Llevaba sobre sus hombros el peso de la cruz. El largo calvario iba a comenzar. Estaba solo, como lo estaría desde aquel momento y durante todos los días de su vida…

FRAGMENTO DE LAS MEMORIAS SECRETAS DE CIRILO I, PONT. MAX.

…Estoy tranquilo, porque el momento de la decisión llegó y pasó, y no puedo rescindir la elección que hice. Pero la calma, en el mejor de los casos, es una tregua: incierta, en pie de guerra, peligrosa para quien descansa confiadamente en ella.

Al día siguiente, o al otro, comenzará otra vez el choque de las almas, la batalla de mí mismo contra mí mismo, del hombre con su ambiente… y con Dios, cuyo llamamiento al amor es siempre, extrañamente, un llamamiento a sangrientos conflictos.

El misterio del mal es el más profundo de los misterios. Es el misterio del primer acto creador, cuando Dios dio existencia al alma humana, hecha a su propia imagen, y la puso frente a una aterradora elección: centrarse en sí misma, o centrarse en Él, sin quien no podría subsistir… El misterio se renueva diariamente en mí, como lo hace en cada hombre nacido de mujer.

¿Adónde voy? ¿Hacia dónde me vuelvo? Se me llama como a Moisés para que interceda por mi pueblo en lo alto de la montaña. No puedo descender hasta que me desciendan muerto. No puedo ascender hasta que Dios decida llamarme a su lado. Lo más que puedo esperar de mis hermanos en la Iglesia es que sostengan mis brazos cuando ésta intercesión de toda una vida me agote… Y aquí toma forma otro misterio: que yo, a quien se le pide que dé tanto, me encuentre tan pobre en las cosas que son de Dios…

«Perdónanos nuestras deudas, como perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo mal. Amén.»

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