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Authors: Melanie Gideon

Tags: #Romántico

Las mujeres casadas no hablan de amor (29 page)

Unos minutos después de conectarme, me siento enferma, por dos razones. En primer lugar, las Abejas Parlanchinas (Pat, Tita y Shonda) me persiguen por la red. Si no me avengo a desayunar con ellas dentro de poco en el Egg Shop, llamarán a mi puerta, me meterán en el coche y me llevarán secuestrada. Y en segundo lugar, caer en la madriguera de conejo del pasado suele causarme este efecto. Helen ha publicado un montón de fotos de nuestra época en Peavy Patterson. La que no puedo dejar de mirar fue tomada la noche en que William ganó su premio Clio. Aparecen Helen y él sentados a la mesa, con las cabezas muy juntas, como absortos en una conversación. Y al fondo, sentada a otra mesa, estoy yo, mirándolos con la avidez de una loca. Helen ha publicado a propósito esa foto tan embarazosa.

Solicitó mi amistad poco después de hacerse amiga de William en Facebook, con un único objetivo, por lo que puedo ver: demostrarme que perder a William no le arruinó la vida. Se casó con un hombre llamado Parminder y, con él, abrió una agencia de publicidad que, según su perfil en LinkedIn, tiene oficinas en Boston, Nueva York y San Francisco, y facturó más de diez millones de dólares el año pasado. Está todo el tiempo conectada a Facebook; a su lado, parezco una ludita. Ya no está rellenita: juega al golf, baila tango y hace spinning, y en este instante pesa unos esbeltos cincuenta y cinco kilos. Sube fotos constantemente. Ahí están sus tres hijos, sentados a la mesa, preparando tarjetas caseras para San Valentín. Ahí está su jardín, donde cultiva las flores para adornar su casa. Y ahí, su nuevo peinado. ¿Le pongo un «Me gusta»? Aunque sé que su muro está meticulosamente diseñado, no puedo evitar caer en sus redes. Tiene una vida envidiable. Incluso es posible que haya salido ganando si los signos del triunfo son un cuerpo bien torneado, reflejos en el pelo y una casa con jardín en Brookline.

Al menos los Weight Watchers no me dan envidia. Me conecto a mi cuenta de
Entulínea
y abro mi Plan. Retrocedo al 10 de febrero, el último día que lo utilicé.

Weightwatchers.com

Plan personalizado para Alice Buckle

Valores Puntos Plus: 29

Usados en el día: 32

Restantes en el día: 0

Actividad ganada: 0

Favoritos (añadidos recientemente)

Huevo - Valor puntos: 2

Yogur Yoplait - Valor puntos: 3

Gominolas (30) - Valor puntos: 14

Rosquilla glaseada Krispy Kreme - Valor puntos: 20

¿No conoces el valor Puntos Plus? Introducir nombre de alimento:

Crema de malvavisco

Introducir contenido fibra: 0

Introducir contenido grasas: 5

Introducir contenido hidratos de carbono: 30

Introducir contenido proteínas: 0

Calcula tu valor Puntos Plus: 33

Ahora recuerdo por qué dejé los Weight Watchers. Contar cada trocito de comida me hacía sentir increíblemente esperanzada durante la primera mitad del día, y terriblemente culpable más tarde, cuando una cucharada de crema de malvavisco se convertía en cinco, una hora antes de la cena. ¡Eh! ¿Qué ha sido de mi Dieta de la Culpa? Podría usar la misma plantilla, con unos pocos retoques.

Dietadelaculpa.com

Plan personalizado para Alice Buckle

Valores CulpaPlus: 29

Usados en el día: 102

Restantes en el día: 0

Penitencia ganada: 0

Favoritos (añadidos recientemente):

Usar el último trozo de papel higiénico y no cambiar el rollo: 1,5

Decir que he leído
Anna Karenina
: 3

Negar que he leído la Biografía no autorizada de Katy Perry: 7

No ser bilingüe: 8

Ser estadounidense: 10

No conocer la diferencia entre chiíes y suníes: 11

Creer secretamente en la ley de la atracción: 20

No devolver las llamadas a mi mejor amiga, cuando ha llamado cuatro veces y ha dejado mensajes en su voz más intimidante de abogada de divorcios, diciendo «Alice Buckle, llámame cuanto antes. Tenemos que hablar de una cosa»: 8

¿No conoces el valor CulpaPlus? Introducir motivo de culpa:

Flirteo excesivo y fantasías casi constantes acerca de un hombre que no es mi marido

Número de personas perjudicadas: Ninguna, de momento

Número de personas que podrían salir perjudicadas: 3-10

Coste económico de reparar el daño:? Tiempo necesario para reparar el daño:?? ¿Imposible reparar el daño?: Me temo que sí

Calcula tu valor CulpaPlus: 8.942

Advertencia: Has excedido (para las próximas 44,04 semanas) tu asignación semanal de puntos CulpaPlus

Alternativa recomendada: Sentarte en el retrete de un aseo público cuando vayas a hacer pis: 5

Soy muy mala persona. Helena de Troya es una persona muy centrada. Aunque le robé el novio, siguió adelante y se construyó una buena vida, quizá una vida mejor que la mía.

Me deslizo fuera de la cama y voy hasta el borde de la escalera.

—¡William! —grito.

Siento una necesidad acuciante de hablar con él. No sé muy bien de qué. Sólo quiero oír su voz.

No hay respuesta.

—¿William?

Jampo
sube la escalera como una exhalación.

—Tú no te llamas William —digo, y él inclina la cabeza con expresión apesadumbrada.

Pienso en el momento en que William me dio la mano en el bosque, poco después de que Peter vio al ciervo. Pienso en el accidente de Peter y en cómo un suceso tan poco probable (el espetón de asar malvaviscos, el pus y la confesión sobre su identidad sexual en una sala de urgencias) ha surtido el efecto de unirnos. Pienso en Zoé, que me miró con dulzura, preocupada por la posibilidad de que yo estuviera enferma, y sé muy bien lo que tengo que hacer. Las últimas veinticuatro horas no han hecho más que ratificarlo. Entro en la cuenta de Facebook de Lucy, antes de arrepentirme, y le envío un mensaje a Investigador 101.

Esto ha llegado demasiado lejos. Lo siento, pero tengo que retirarme del estudio.

En cuanto pulso «Enviar», siento un dulce alivio que me invade todo el cuerpo, no muy diferente del alivio que sentía los lunes, cuando introducía «huevos» en mi plan de los Weight Watchers.

Al día siguiente, decido desconectar. Tengo miedo de ver la respuesta de Investigador 101 (o peor aún, su silencio) y no quiero pasar el día comprobando obsesivamente si tengo mensajes en Facebook, así que apago el teléfono y el ordenador y los dejo en el estudio. No es fácil. Los dedos se me mueven solos en círculos, como si navegaran por una página invisible. Y aunque no llevo el móvil encima, me comporto como si lo llevara. Estoy en estado de hiperalerta, esperando a que suene un tono que no sonará.

Así que intento sumergirme en la rutina del día. Salgo a correr con Caroline. Peter y yo vemos episodios antiguos de «Glee», y llevo a Zoé a la tienda de ropa de segunda mano; sin embargo, aunque mi cuerpo está presente, tengo el cerebro en otra parte. No soy mejor que Helen. Yo también trato mi vida como algo que ha de ser explotado y expuesto para el consumo público. Cada publicación, cada enlace, cada «Me gusta», cada «Compartir» y cada comentario es una actuación. Pero ¿qué pasa con la intérprete cuando actúa para un teatro vacío? ¿Y desde cuándo está tan vacío el mundo real? ¿Cuándo lo abandonó toda la gente para irse a internet?

Mi dieta digital dura hasta después de la cena, cuando ya no puedo soportarlo más y me salto el ayuno. Al entrar en la cuenta de Facebook de Lucy Pevensie, ya estoy sin aliento.

John Yossarian te ha invitado a un evento:

«Café» Tea & Circumstance, 28 de julio, 19.00

No puede retirarse todavía. Hay cosas que necesito decirle que sólo se pueden decir en persona. ¿Asistirás? Sí No Quizá

El alivio vuelve a inundarme todo el cuerpo, pero ahora ya no tiene nada de dulce. Es un alivio del tipo «estoy desesperada, soy una adicta y quizá nunca se me vuelva a presentar una oportunidad como ésta», y se apodera de mí como si me hubiera inyectado una droga en vena. Antes de poder contenerme, Dios me perdone, pulso «Sí».

77

De
: Dramaturgia creativa

Ejercicio
: Escribir una escena de ruptura en la que los personajes hablen casi todo el tiempo con frases hechas.

—Ahora mismo voy para allá —dice Nedra.

—Me pillas a mitad de teñirme el pelo. No puedes venir ahora —digo, mirándome con desesperación al espejo del baño—. Espera, que pongo el altavoz.

Dejo el teléfono sobre la repisa y empiezo a frotarme la frente con una toalla seca.

—Tengo tinte por toda la cara y no sale —me lamento.

—¿Estás usando agua y jabón?

—¡Claro que sí! —respondo, mientras echo tres chorros de jabón líquido en la toalla y después la pongo bajo el grifo.

—Alice, es una locura. No vayas. Te lo ruego —dice Nedra.

—Tú no lo entiendes.

—¿Ah, no? De acuerdo. Veamos… Te sentías insatisfecha. ¿Es posible ser menos original, Alice?

—Investigador 101 ve en mí lo que realmente soy —digo. (Una mujer en ropa interior con tinte del pelo chorreándole por las sienes.)—. Y es misterioso, y siento que si no lo hago ahora, no volveré a tener otra oportunidad. —Tiro la toalla al lavabo y miro la hora—. Yo no quería que pasara.

Nedra guarda silencio un segundo.

—Es lo que siempre dicen. Investigador 101 es una fantasía. Lo sabes, ¿verdad? Tú lo inventaste. Crees que lo conoces, pero no es cierto. Es una relación unilateral. Le has revelado todo: tus secretos, tus confesiones, tus esperanzas y tus sueños. Pero él no te ha contado nada de sí mismo —dice Nedra.

—Eso no es cierto —digo, mientras me peino—. Me ha contado cosas.

—¿Qué, que le gusta la piña colada? ¿Qué clase de hombre bebe piña colada?

—Me dijo que no podía dejar de pensar en mí —digo en voz baja.

—Ay, Alice. ¿Y tú le creíste? William es real. ¡William! De acuerdo, os habéis distanciado. Sí, estáis pasando por una mala racha, pero tenéis un matrimonio que merece ser salvado. He oído mil veces todas las versiones de esa historia, desde todos los ángulos y desde todas las perspectivas posibles. Una aventura nunca merece la pena. Ve a la consejera matrimonial. Haz todo lo que puedas para salvar tu matrimonio.

—¡Por Dios, Nedra! Sólo he quedado con él para tomar un café.

Me miro al espejo. ¿Es normal que la raya del pelo se vea anaranjada?

—Si aceptas su invitación para tomar un café, estás cruzando un límite y lo sabes.

Abro el armario de debajo del lavabo y busco el secador.

—Creí que me apoyarías. De todas las personas del mundo, creí que tú al menos tratarías de comprender lo que me está pasando. Yo no he ido a buscarlo. Ha venido a buscarme a mí. Literalmente. La invitación al estudio apareció en mi buzón de correo no deseado. Simplemente sucedió.

—¡Demonios, Alice! No es cierto que sucediera simplemente. Tú colaboraste.

Encuentro el secador, pero el cable está espantosamente enredado. ¿Por qué nada es fácil? De pronto, me siento muy cansada.

—Estoy sola. Hace mucho tiempo que estoy sola. ¿Acaso eso no significa nada? ¿No merezco ser feliz? —susurro.

—Claro que sí. Pero ésa no es razón para abandonar tu vida.

—No estoy abandonando mi vida. Sólo voy a tomar un café.

—Sí, pero ¿qué esperas? ¿Por qué vas a tomar un café con él?

Es lo que yo me pregunto. ¿Por qué voy con esta pinta? Tengo unas ojeras del color de las moras. Quizá pueda disimularlas con un poco de base, o tal vez consiga aclararlas y que se vuelvan de color lavanda.

Oigo la respiración de Nedra.

—Ya no te reconozco —dice.

—¿Cómo puedes decir eso? Soy la misma persona de siempre. Quizá la que ha cambiado eres tú.

—Bueno, supongo que de tal palo, tal astilla.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto.

—Quiero decir que lo que se hereda no se hurta.

—No sé de qué me hablas, Nedra.

—Si me hubieras devuelto alguna de mis cuatro últimas llamadas, lo sabrías.

—Te dije que estaba en la montaña. No había cobertura.

—Bueno, tal vez te interese saber que Jude y yo hemos tenido una pequeña conversación acerca de Zoé.

—Me alegro. ¿Le aconsejaste que la olvide? Ella no va a perdonarlo.

—Tendrá suerte si él quiere volver con ella. Por fin Jude me ha contado lo que pasó en realidad. Ya sabía yo que algo no encajaba. Zoé lo engañó a él.

—No es cierto. Jude la engañó a ella —digo lentamente.

—No. Jude dejó que todos creyeran que había sido él, para proteger la reputación de Zoé, pero fue ella. Y pese al engaño, y por alguna razón que no acierto a comprender, todavía está locamente enamorado de ella, el muy tontaina.

¿Será cierto?

—Está mintiendo. Zoé me lo habría contado —digo, pero en el fondo de mi corazón sé que es verdad. Esto lo explica todo. Oh, Zoé…

—De los muchos problemas que tiene tu hija, el de ser mentirosa es el más pequeño.

—Conozco perfectamente los problemas de mi hija. ¡No te atrevas a usar contra mí las cosas que te he contado porque confiaba en ti!

—Alice, has estado tan ocupada con Investigador 101 que no tienes ni idea de lo que está pasando con tu propia hija. No padece ningún trastorno alimentario. Tiene una cuenta de Twitter, con más de quinientos seguidores. ¿Sabes cuál es su nombre de usuaria? ¡Chica-Dulce!

—¿Chica-Dulce?

—Publica críticas de productos de pastelería y similares, pero sus críticas pueden interpretarse de muchas maneras, no sé si me entiendes. Lo que quiero decir es que tu hija se ha metido en un lío, pero tú no te has enterado, porque estabas demasiado ocupada con tu doble vida. Obviamente, está tratando de resolver algo.

—Claro que sí. ¡Quiere saber si prefiere los Twinkies o los pastelitos de fruta! ¿Por qué siempre tienes que exagerar? ¿Y por qué me tratas así? Soy tu mejor amiga, no una de tus clientas. Esperaba que te pusieras de mi parte y no de parte de William.

—Estoy de tu parte, Alice. Y porque estoy de tu parte te digo: No vayas a verlo.

—No tengo otra salida.

—Muy bien. No esperes que yo esté a tu lado cuando vuelvas. No puedo ser tu confidente en esto. No pienso mentir por ti. Y para que conste, me parece que estás cometiendo un gran error.

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