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Authors: Fernando Vallejo

La puta de Babilonia (30 page)

El Corán es un libro desarticulado y pernicioso y la jihad que predica es su esencia y el motor del Islam. Sin jihad nunca la humanidad habría conocido esta plaga. ¿O por qué creen que en pocos años unas bandas de asaltantes de caravanas que excretaban a la intemperie y se limpiaban con hojas de palmera conquistaron medio mundo? Para el 632, cuando murió Mahoma, ya dominaban toda la península arábiga. Para el 650 se habían extendido a Mesopotamia, Persia, Siria, Líbano, Palestina y Egipto. En el 670 conquistaron a Túnez, en el 705 a Cartago, en el 711 cruzaron el estrecho de Gibraltar, se apoderaron de media península ibérica y avanzaron hasta el sur de Francia donde el rey franco Carlos Martel los detuvo en el 732 en la batalla de Poitiers. Pero si por el Occidente los detenían, por el Oriente continuaban su avance: para el 712 ya se habían adueñado de Pakistán y llegaban al delta del Indo. En el 751 tomaron a Samarkanda y a Uzbekistán. Y así.

Ante el avance de esta turba endemoniada, de esta máquina enfurecida de matar y sojuzgar iban cayendo el África subsahariana, el subcontinente indio, el sureste asiático, Constantinopla y parte de los Balcanes. Hasta las puertas de Viena llegaron. Hoy los tentáculos del pérfido Profeta se extienden desde Senegal hasta Indonesia: cincuenta y dos países de mayoría musulmana a los que pronto habrá que sumar a Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, España, Holanda y los Estados Unidos. Y para que estas víctimas candorosas reviertan a su primigenio estado de libertad, ay, es más fácil rearmar un huevo quebrado. Ah, y no se les olvide que el buen musulmán no come carne de cerdo, no bebe alcohol, no pinta la figura humana en cuadros, va en peregrinación a La Meca al menos una vez en la vida, ayuna todo el mes del Ramadán, reza cinco veces al día y lo más que tiene son cuatro mujeres, todas sin alma. Para efectos del alma la mujer musulmana es como una mesa, pero con dos patas. Amén de lo anterior el seguidor de Mahoma es también homosexual aunque sin serlo. Es una especie de ortodoxo heterodoxo ambidextro.

—Ah, qué bueno porque así tienen muy ampliadas las fuentes del placer. ¿Y pueden montar en bicicleta?

—¡Pero claro! Y en camello.

Los anzuelos infalibles de Mahoma para pescar secuaces no fueron la bondad, la caridad o la piedad, virtudes ajenas a este perpetrador de infamias. Fueron el botín, el saqueo, la rapiña, más el dominio de las poblaciones sojuzgadas, fuente inagotable de impuestos, de cautivos y de esclavos para que el árabe zángano, acostumbrado a no trabajar, no tuviera que violentar su esencia. Y para los caídos en combate la promesa de un harén bien surtido de huríes o vírgenes hembras que los esperan, con las piernas abiertas y un olor de azahar, en el jardín de las delicias (como llaman remilgadamente al gran burdel de Alá). No bien lo repudiaron en La Meca y llegó a Medina en el 622, año de la hégira, el comerciante Mahoma pasó a ser cabecilla de bandidos. Él mismo presidió los tres primeros asaltos, por lo demás fallidos, a las caravanas que iban de La Meca a Siria. En el cuarto, en Nakhla, sus hombres vencieron a los de La Meca atacándolos a traición en el mes sagrado, cuando estaba prohibido el derramamiento de sangre. Para justificar la profanación Mahoma se inventó el versículo 214 del sura 2 que dice: "A los que te interroguen sobre la guerra y la carnicería en el mes sagrado diles que es pecado grave, sí, pero que es mucho más grave la idolatría y apartarse de la senda de Alá". Y pese a que esa vez no había estado presente en el asalto, se embolsó la quinta parte del botín y cobró un rescate de cuarenta y cinco onzas de plata por cada prisionero. Así quedó establecido su modus operandi para las siguientes expediciones de rapiña y sus atropellos a las tribus judías de Medina que fue expulsando una a una de la ciudad para apoderarse de sus bienes hasta que sólo quedaron los Banu Koreidha, cuyos hombres masacró, cuyas mujeres y niños vendió como esclavos y cuyas posesiones se repartió con sus secuaces. En su biografía de Mahoma Muir nos cuenta con detalle esta carnicería que se prolongó por un día y buena parte de la noche y que dejó el mercado de la ciudad inundado con la sangre de setecientos u ochocientos judíos. El actual presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, que niega el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, ¿también negará esta matanza de judíos a manos de su Profeta? En una entrevista para Der Spiegel, a la pregunta "¿Todavía sigue creyendo que el holocausto no es más que un mito?", este lameculos de ayatola contestó: "Sólo acepto algo como verdad si estoy convencido de ello". Lo cual es una prueba irrefutable de dos cosas: una, la existencia de Alá; y dos, que Ahmadinejad vio las películas mexicanas de Cantinflas. El sanguinario y lujurioso Profeta dejó el horrendo espectáculo de la carnicería de los últimos judíos de Medina para irse a gozar de la judía Riahan, cuyo marido y todos sus parientes hombres acababan de ser asesinados "en nombre de Alá el clemente y misericordioso", como dicen al comienzo todos los suras del Corán. Y a propósito, los versículos 26 y 27 del sura 33 le fueron dictados en esa ocasión a Mahoma. Dicen: "Alá ha hecho salir de sus fuertes a los judíos sembrando el terror en sus corazones. Habéis matado entonces a muchos de ellos y a los otros los habéis reducido al cautiverio. Así Alá el omnipotente os ha hecho herederos de sus casas y riquezas y de un país que no habíais hollado hasta entonces con vuestros pies". Pues sí, muy bien dicho, "herederos", habida cuenta de que los acababan de matar. Es condición sine qua non para heredar lo que haya un muerto.

Pero volvamos a Benedicto. ¿Cuántos años le quedarán de vida y gozo a este anciano? ¿Cinco? ¿Diez? Cinco o diez que se pasará pidiéndoles perdón a los mahometanos por la verdad que les dijo y por las muchas que calló pero que le leyeron en su mente transparente. Los mahometanos saben muy bien lo malos que son. ¡Pero ay del que lo diga o lo piense. No perdonan. Yo porque soy un irresponsable y estos libros míos circulan poco. Además "por la verdad murió Cristo", como dicen mis paisanos colombianos, muy buenos para ir a misa y robar, para rezar y matar. ¡Más peligrosos que turco con cimitarra y más ladrones que el ladrón de Bagdad!

Occidente de todos modos caerá, con sus ilusos sueños libertarios. O lo vuelve la Puta al medioevo, o lo vuelve el Islam. Con la vagina atómica de esta horda alucinada no compite nadie. ¡Ni poniendo el papa a parir a sus monjas! Demos esta empresa por perdida y en tanto nos hacen papilla sigamos regurgitando el pasado por ociosidad, pues aunque dicen que la Historia es magistra vitae de ella nunca habremos de aprender nada. Antes de Mahoma en la península arábiga reinaban la desunión y la discordia y los árabes se mataban unos con otros: él los puso de acuerdo uniéndolos contra el resto de la humanidad. Haciendo un balance de la vida de este gran bellaco sus apologistas occidentales (alcahuetas que nunca faltan para justificar en nombre de los tiempos y de las costumbres todos los crímenes) lo consideran un político astuto, un gran legislador, un soberbio diplomático y un brillante estadista. Lo que quieran, pero ante todo es un asesino que dejó una herencia de sangre. ¡Qué más da poner a la gente a rezar cinco veces al día mirando hacia La Meca! También los habría podido poner a rezar diez veces mirando hacia Mindanao y Palauán, por donde anduvo Sandokán, el tigre de la Malasia. En fin, el gran invento de ese bellaco fue la guerra santa o jihad, cuyo fruto inmediato fue evitar que los árabes se siguieran matando unos con otros al encauzar las energías asesinas de esta raza zángana contra el resto de la humanidad, nosotros, los perros infieles que echamos azadón de sol a sol. No bien murió el brillante estadista y estallaron entre los suyos las luchas por la sucesión, con el resultado de que el segundo, el tercero y el cuarto califa (Umar, Uunán y Alí) murieron asesinados, como papas. Como nuestro Albino Luciani, vaya. a quien entre los del Banco Vaticano y la Curia se lo despacharon a la gloria de Dios con una sobredosis de un hipertensor: le pusieron el corazón a trepidar como locomotora de carbón, de ésas que iban diciendo en mi niñez, in illo tempore, "Uuuuuuuuuu...", meneando vagones como putas las nalgas mientras soltaban ráfagas de humo por el paisaje virgen de smog. Hoy en la llamada Arabia Saudí los sucesores del Profeta son unos reyezuelos zánganos, tiránicos, polígamos, que con tecnología occidental usufructúan el petróleo que no produjeron, pues éste es obra de la descomposición de plantas y animales en las profundidades de la tierra durante doscientos millones de años. Su secta es la wahabí, que se cuenta entre las más cerriles del Islam. Uno de estos reyezuelos sauditas wahabitas, Faisal, fue asesinado en marzo de 1975 por un sobrino. ¡Qué alegría la que me dio! Tanta como los mil cuatrocientos peregrinos musulmanes que murieron en julio de 1990 durante su peregrinación a La Meca tras el pánico "sembrado en sus corazones" por Alá "el clemente y misericordioso" que los puso a correr en estampida. E igual cuatro años después, pero menos: sólo doscientos setenta. Como los gusanos brotan de los huevos de las moscas puestos sobre la carne en putrefacción, así del wahabismo saudita nos viene la bendición de Osama ben Laden. ¡Alá es grande y Mahoma su profeta! También el Dios de los cristianos es muy bueno para matar fieles en sus iglesias cuando le da por temblar. Lo peor que puede hacer un cristiano cuando tiembla es meterse a una iglesia a rezar. ¿Tiembla? ¡Corra! A la catedral de Manizales, Colombia, el Padre de Jesús, Yavé, le tumbó en un temblor las dos torres y mandó al cielo a varias beatas y parroquianos rezanderos.

Pero volvamos a la Puta, a su Cristo inventado cuyo idioma, según el consenso actual del rebaño, fue el arameo. Sin embargo todavía en 1648 el jesuita Inchofer sostenía que lo que Jesús habló fue latín y que no pudo usar otro idioma de la tierra pues el latín es la lengua que hablan los santos en el cielo. Por esos años el protestante Vossius sostenía que lo que habló Jesús fue griego, tal vez por razones apologéticas pues así nadie podía decir que los sermones y las palabras de Jesús se falsearon al ser traducidas del idioma en que hubiera hablado al griego, en que están escritos los evangelios. Vale decir que si Cristo murió en el año 33, mil seiscientos largos años después todavía la cristiandad no sabía en qué idioma había hablado. La carta de Jesús a Abgarus toparca de Edesa que aquí he transcrito tomándola de la Historia eclesiástica (1,13) de Eusebio ¿nos lo podría aclarar? Sostiene Eusebio que la ha encontrado en los archivos de Edesa y que la ha traducido al griego "palabra por palabra del siriaco". ¿Eso que Eusebio llama "siriaco" era la lengua de Jesús? ¿O es que Jesús hablaba varias lenguas y era políglota como papa? En esa misma Historia eclesiástica (3,39) Eusebio cita a Papías, quien hablando de los dichos de Jesús dice que Mateo recopiló los dichos en dialecto hebreo. ¿En qué quedamos? ¿Cristo habló en hebreo o en siriaco? Hoy los eruditos leen "arameo" donde Eusebio escribió "siriaco" y donde Papías escribió "dialecto hebreo". La primera vez que se alude a la lengua aramea es en la Biblia, en 2 Reyes 18:26: "Eliaquim, Sebná y Joás le respondieron al copero mayor: 'Por favor, háblanos en arameo, que entendemos, pero no nos hables en judío delante de toda esa gente que está arriba en las murallas"'. Lo que pasa es que donde el texto hebreo decía "aramit" la Septuaginta tradujo al griego (en griego) y la Vulgata de San Jerónimo tradujo al latín syriace (o sea "siriaco" en ambos casos); y hoy lo traduciríamos como "arameo". Y donde el texto hebreo decía "yeudit", la Septuaginta tradujo (en griego) y la Vulgata tradujo iudaice (o sea "judío" en ambos casos); y hoy lo traduciríamos como "hebreo". Hoy se cree que los dos libros de los Reyes se empezaron a escribir por el 622 antes de nuestra era (en tiempos del rey Josías) y se terminaron después del exilio de los judíos en Babilonia (año 587 antes de nuestra era). Asimismo se cree que en el exilio los judíos empezaron a hablar arameo y dejaron de hablar hebreo, que se convirtió entonces en una lengua muerta. En el libro de Esdras (4:7), que abarca desde el decreto de Ciro en favor de los judíos dado en el 538 antes de nuestra era hasta la reforma de Esdras en el 456 antes de nuestra era, se dice que Bislan y otros le escribieron al rey persa Artajerjes en aramit, lengua en que en este mismo libro se transcriben varias cartas intercaladas en el texto hebreo. Pues bien, la Septuaginta de nuevo traduce ese aramit como (en griego), y la Vulgata syriace (o sea "siriaco" en ambos casos). En fin, el Libro de Daniel, que fue escrito hacia el 167 antes de nuestra era, tiene unos capítulos en hebreo y otros en arameo, palabra que está en 1:4 y que la Septuaginta traduce como (en griego) y la Vulgata como linguam chaldeorum (o sea "lengua caldea" en ambos casos). Ya en el primer siglo de nuestra era Josefo nos informa que actuando como enviado de Tito le habló al pueblo de Jerusalén en su lengua y la palabra que usa es (en hebreo). Lo que no nos dice es qué entiende por "hebreo": si el hablado en su momento, que hoy creemos que era el arameo, o el hebreo propiamente tal y que es la lengua escrita de la Biblia hebrea. Y un siglo después de Josefo los Hechos de los Apóstoles (22:2) nos dicen que Pablo les habla a los mismos habitantes de Jerusalén en dialecto hebreo. Para Josefo y los autores de los Hechos "hebreo" significa 'Judío".

Para resumir, el "siriaco" y "caldeo" de las traducciones al griego y al latín de los tres libros de la Biblia hebrea que acabo de citar (2 Reyes, Esdras y Daniel), el "siriaco" de Eusebio, el "dialecto hebreo" de Papías y de los Hechos de los Apóstoles, y el "hebreo" de Josefo son una sola y la misma lengua, el arameo, que sus hablantes llamaban lishana aramaya (lengua aramea), que del 700 al 320 antes de Cristo fue la lingua franca de los imperios asirio, babilonio y persa y que tras la conquista de Alejandro Magno se siguió hablando en Siria, Mesopotamia y Palestina hasta el 650 de nuestra era, cuando fue reemplazado por el árabe. Hoy en día, bien sea que se le llame arameo o siriaco, lo siguen hablando grupos dispersos en Israel, Líbano, Siria, Turquía, Irak, Irán, Armenia y Georgia, y es la lengua de la liturgia en la Iglesia del Este, la Iglesia católica caldea, la Iglesia siria ortodoxa, la Iglesia siria católica, la Iglesia melequita de Calcedonia y la Iglesia maronita católica. Es más, el siriaco en que se pretende que fue escrito el Diatessaron de Tatiano (la famosa refundición de los cuatro evangelios canónicos en uno hecha en Siria hacia el 172) es arameo. Y asimismo es arameo la pretendida traducción de la Biblia hebrea al siriaco del siglo II llamada peshitta, la segunda en antigüedad después de la Septuaginta al griego. También están en arameo ochenta de los rollos del Mar Muerto, descubiertos en 1947 y que datan de entre el año 200 antes de Cristo y el 70 después. También, en fin, están escritos en su mayor parte en arameo los dos Talmudes, el de Jerusalén y el de Babilonia (empezados ambos en el siglo III).

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