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Authors: Adelbert von Chamisso
Tags: #Cuento, Fantástico, Aventuras
Un clásico de la literatura romántica alemana y una de las obras más admiradas por autores tan diversos como Heinrich Heine, Thomas Mann o Italo Calvino.
La maravillosa historia de Peter Schlemihl
nos cuenta cómo un imprudente joven vende su sombra a un misterioso personaje a cambio de una bolsa mágica de oro, y las terribles consecuencias que le acarrea semejante decisión. La gracia irresistible de este argumento, rebosante de imágenes sugerentes, no ha dejado de fascinar a generaciones de niños de todas las edades. Pero el cuento esconde también un área de significados mayor, como pareció intuir Vita Sackville-West al escribir una vez que «en la sombra de un hombre que camina hay más enigmas que en todas las religiones del mundo».
Adelbert von Chamisso
La maravillosa historia de Peter Schlemihl
ePUB v1.1
chungalitos14.05.12
Título original:
Peter Schlemihls wundersame Geschichte
Adelbert von Chamisso, 1814.
Colección Mis Libros - Satíricos
HYSPAMERICA
EDICIONES GENERALES ANAYA
Traducción, notas, y apéndices de Manuela González-Haba
Introducción a la literatura satírica de Juan José Millás
Introducción a
La maravillosa historia de Peter Schlemihl
de Thomas Mann, traducida por Feliu Formosa
Ilustraciones de J. J. Grandville, George Cruikshank, y Emil Preetorius
Grabado del autor de Julio Gutiérrez Mas
La presente obra es traducción directa e íntegra del original alemán en su primera edición completa publicada en Berlín, por Johann Leonhard Schrag, en 1835.
Las ilustraciones que aparecen en esta edición son originales de los siguientes autores: las de J. J. Grandville (para la
Introducción a la literatura satírica
) están tomadas de
Un autre Monde
, Paris, 1844; las de George Cruikshank acompañaron a la traducción inglesa publicada por Hardwicke, Londres, 1878; las de Emil Preetorius acompañaron a la edición alemana publicada por Verlag Hans von Weber, Munich, 1908.
Edición digital de urijenny (
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Adelbert von Chamisso (1781-1838)
La sátira es una especie de espejo donde el espectador descubre generalmente todas las caras excepto la suya.
J
OHATHAN
S
WIFT
La capacidad de reír va unida al hombre como la capacidad de volar va unida a las aves. La risa es seguramente una conquista de la inteligencia, pero también una marca de la debilidad de quienes la poseen.
El hombre es, desde algún punto de vista, un ser patético: piensa de un modo, pero sus sentimientos, con frecuencia, le obligan a actuar en sentido contrario; su mente es capaz de concebir los paraísos más excelsos, pero en la práctica ha llegado a crear organizaciones sociales donde la vida cotidiana guarda sospechosas afinidades con el sufrimiento infernal. La contradicción entre sus impulsos afectivos y sus tendencias lógicas hacen de él un ser especialmente apto para la provocación de toda clase de catástrofes. Tiene la rara facultad de apostar contra sí mismo y perder. Por si esto fuera poco, su ambición suele ir más allá de sus posibilidades; su inteligencia, más lejos que sus manos; su corazón, como decía el filósofo, tiene razones que su razón ignora.
Aún podríamos añadir a esta breve lista de despropósitos uno último y el más desgarrador tal vez: que, siendo la inmortalidad una invención suya, él mismo ha de morirse como el resto de los seres que pueblan el planeta.
Este desencuentro entre lo que puede imaginar y lo que realmente le es dado alcanzar produce en el hombre, además de innumerables trastornos de orden nervioso, una suerte de mueca sonora que llamamos risa.
«La risa
—decía Baudelaire—
es satánica; se trata, pues, de algo profundamente humano.»
Está claro que la compleja actividad del hombre se puede mirar desde otros sitios y obtener con esa mirada conclusiones satisfactorias. Su lucha por la supervivencia, su ambición de poder, su dominio sobre la Naturaleza, en fin, son hechos susceptibles de una consideración autocomplaciente y vanidosa. En fin de cuentas, el hombre ha demostrado una notable habilidad para negar todo aquello que pudiera devolverle una imagen poco grata de sí mismo. Los mecanismos de esta negación van desde la simple ceguera selectiva hasta las más sofisticadas artimañas por medio de las cuales el ser humano atribuye a los otros lo que no puede soportar ver en sí mismo. La definición de Swift citada al principio de este trabajo es expresiva de esta tendencia, tan exclusivamente humana como la risa, de descubrir en los demás aquello que sin embargo anida en nuestro corazón.
A nosotros, por razones obvias, nos interesa analizar aquí el punto de vista del satírico y no otros. Será su visión de la vida, y el equivalente literario que tal visión haya logrado levantar, el objeto de esta introducción, cuya lectura deberá acercarnos a una clase de producción artística que posee rasgos específicos.
La sátira como punto de vista
«El tema perenne de la sátira —afirma Matthew Hodgart— consiste en la propia condición humana.»
La sátira será, pues, un punto de vista desde el que se contempla y juzga esa condición. Lo primero que advertimos, por tanto, es que esa especial actitud que induce a poner de manifiesto lo que en el hombre hay de patético, grotesco o simplemente cómico no es exclusiva ni de los escritores ni de la literatura.
La vida cotidiana está repleta de sujetos que poseen ese don especial consistente en descubrir las contradicciones internas de los hombres, tanto en su comportamiento privado como en sus actitudes públicas. Una de las manifestaciones de ese don es el chiste, del que nos ocuparemos más adelante, pero anotemos ya su carácter popular y por lo general anónimo, que nos indica que la visión satírica del Mundo y su expresión verbal son patrimonio de todos.
Por otra parte, la sátira tampoco es exclusiva de un sistema de significación como el lenguaje, oral o escrito, sino que resulta igualmente eficaz desde sistemas de significación tan dispares como la pintura, la escultura, el cine, etcétera.
De lo dicho es fácil deducir que aquello que define a la sátira no viene dado por su investidura formal, pues ya hemos visto que con el adjetivo satírico podemos referirnos a una pintura, a un chiste, a una novela, o a un programa de televisión. Lo que define a la sátira es su intención de ridiculizar determinados comportamientos individuales o sociales del hombre. En otras palabras, lo diremos una vez más, el rasgo distintivo de este modo de expresión lo constituye el punto de vista desde el cual se observa la realidad.
Ese punto de vista que carga el acento en los defectos, y no en las virtudes, o en lo que se oculta más que en lo que se aparenta, es a su vez la causa de que originalmente se considerara la sátira como un «género» didáctico, pues en ella vemos aquellos aspectos de la condición humana que deberían ser corregidos.
La sátira y los géneros literarios
Siendo el objeto de este trabajo la introducción a la literatura satírica, dejaremos desde ahora a un lado todas las obras de esta clase que se presentan bajo modos de expresión diferentes, a menos que nos sea útil acudir a ellas para desarrollar mejor el tema.
Se ha insistido, en las introducciones hechas a otras series de esta colección, en la dificultad de establecer límites claros entre los diversos géneros literarios. Pero en aquellas ocasiones, y aunque lo fuera por razones de método, habíamos conseguido trazar algunas líneas generales que definían el género policiaco, el de aventuras, o el de intriga y terror, por poner tres ejemplos.
Con la sátira, sin embargo, ni siquiera podemos establecer unas líneas generales para recluirla en un género, porque aparece en todos ellos. Se sirve igual de la poesía y del teatro, pero también de la novela. De manera que su clasificación, atendiendo al género, resulta imposible.
Más difícil resulta todavía su definición, si bien en este terreno se han hecho algunas aproximaciones interesantes. La dificultad de toda definición estriba en su carácter reduccionista: definir consiste en poner unos límites dentro de los cuales debería quedar el objeto definido. Siendo la sátira algo que puede aparecer bajo multitud de formas, el intento de dar con una frase que las abarque todas está condenado al fracaso. Por eso muchas de las definiciones que se han hecho de este «género» son más literarias que reales. Como ejemplo, recurrimos de nuevo a la frase de Swift citada al principio:
«La sátira es una especie de espejo donde el espectador descubre generalmente todas las caras excepto la suya.»
La ambigüedad de esta definición, que viene dada por la calidad literaria de su tono, sirve al menos para situar el espacio desde el que es contemplada la intención satírica.
Sin embargo, en nuestro intento por facilitar al joven lector una definición a la vez más real y más amplia hemos encontrado la del profesor Kennet R. Scholberg citada en la introducción a su libro
Sátira e invectiva en la España medieval
:
«La sátira es, en esencia, el arte literario de disminuir el objeto por medio del ataque, haciéndolo ridículo o evocando hacia él actitudes de desprecio y desdén.»
Veremos más adelante, al referirnos a las técnicas de este «arte literario», cómo la reducción, o la caricatura, constituye uno de sus principales recursos, aunque no el único.
De momento, y vistas las dificultades que encierra su clasificación y definición, continuaremos haciendo sucesivas aproximaciones al tema, de modo que al final de este estudio tengamos de la sátira una amplia visión, dentro siempre de las limitaciones a que nos obliga la brevedad de nuestro trabajo.
La primera aproximación consistirá en delimitar bien el término sátira para distinguirlo de otros, como la invectiva y la parodia, junto a los que aparece con frecuencia. Después nos acercaremos a la sátira a través de sus técnicas y de sus temas más frecuentes. De este modo habremos conseguido someter el objeto de nuestro estudio a un acoso efectuado desde aquellos rasgos que aparecen en él de forma más asidua. Finalmente, esbozaremos una brevísima historia de este arte y dedicaremos unas palabras a la sátira en la novela, puesto que a este género está dedicada nuestra colección.