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Authors: Carlos Rodríguez

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El encantador de gatos (18 page)

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En el especialista

Cuando planteamos un comportamiento indebido al profesional, lo primero que deberá tener en cuenta es la posibilidad de que ese modo de actuación pueda ser originado por algún problema físico o patología subyacente. Es fundamental que antes de entrar a valorar un problema de comportamiento puro se descarten enfermedades que puedan ser la única causa del problema.

Aquellos procesos morbosos que cursan con dolor, como cistitis, artritis, patologías de las glándulas perianales, problemas dentales, patologías del sistema nervioso, alteraciones endocrinas… pueden, por sí mismos, provocar manifestaciones agresivas del animal.

La información detallada del caso por parte del propietario, unida al estudio completo de la salud del animal, permitirá que le profesional elabore una correcta historia clínica. En muchos casos, la presencia del veterinario en el hogar para observar el problema ayudará a un mejor manejo y prescripción del tratamiento.

En ciertas ocasiones, y siempre que sea posible, la elaboración de vídeos caseros del comportamiento del animal ayudará al profesional a manejar y valorar de forma adecuada la conducta.

Como la filmación del vídeo casero no siempre es posible y la presencia del veterinario en casa muchas veces inhibe el comportamiento inadecuado del animal… tendremos que proporcionar al profesional datos lo más detallados posibles; los que no se nos deben olvidar son:

  • Expresiones faciales: posición de las orejas, ojos…
  • Actitudes corporales: posturas, movimientos…
  • Sonidos emitidos: bufidos, gritos…
  • Situaciones en las que se producen las agresiones.

Con todos estos datos, el profesional deberá valorar los siguientes puntos antes de establecer un plan de tratamiento:

  • Tipo de agresión: posturas, expresiones faciales y sonidos… agresión directa: intensidad; el animal ataca a un solo individuo o a todos los integrantes de la familia, visitas…
  • Temperamento del gato: dominante, miedoso, gregario, independiente…
  • Capacidad de los integrantes de la familia para poner en práctica el tratamiento oportuno.

En este punto de la valoración de la agresividad del gato, el profesional está en disposición de emitir un pronóstico; éste dependerá de los siguientes puntos:

  • Tipo de conducta agresiva del gato: agresión por juego, agresión por miedo, agresión predadora, agresión inducida por caricias, agresión de rango, agresión desviada, agresión territorial, agresión inducida por dolor, agresión materna, agresión aprendida…
  • Edad de comienzo de las agresiones.
  • Intensidad de las agresiones.
  • Peligrosidad para las personas.

Tratamiento de los problemas físicos que puedan existir acompañando al problema de comportamiento.

  • Capacidad de cada uno de los miembros de la familia para manejar el tratamiento propuesto.
Agresividad durante el juego

La agresión que puede producir un gato durante el juego suele ser una conducta que podamos denominar «normal» en los gatitos y gatos jóvenes. Este tipo de agresión es la más frecuente en los hogares que comporten su espacio y su tiempo con gatos.

En general, las agresiones producidas durante el juego suelen ser «leves» y por ello suelen no ser tomadas en suficiente consideración por algunos propietarios. Esto es un gran error, ya que en múltiples ocasiones el no dar suficiente importancia o, peor aún, reforzar ese comportamiento con juegos cada vez más violentos, puede conducir a agresiones graves en un futuro.

La agresión durante el juego debe ser tenida siempre en cuenta, pero acudiremos inmediatamente al profesional si:

  • El juego del gato se dirige a la cara de algún miembro de la familia (especialmente a la de los niños).
  • Los mordiscos o arañazos son graves.
  • Los ataques no se inhiben a pesar de nuestros intentos por evitarlos.

Es importante tener muy presente que el gato, dentro de las rutinas de su juego, utiliza conductas innatas de caza, predatorias…

El gato es un cazador; aunque disponga del mejor alimento a libre disposición siempre encontrará un momento, una situación en la que sacar a flote sus instintos depredadores. El juego es uno de esos momentos.

Cuando el gato es muy joven, cuando desarrolla su infancia con la madre y con los hermanos, aprende a controlar en cierta medida las agresiones del juego. Si ataca a uno de sus hermanos, le muerde o araña y le hace daño, el otro animal grita o huye… con esto, el animal agresor «comprende» que su acción es indebida.

En animales que no han disfrutado de la presencia de madre o hermanos el tiempo suficiente, es más fácil encontrarse con estos problemas de agresión durante el juego.

Cuando los gatitos juegan tras aprender que sus ataques hacen daño, no sacan las uñas en sus zarpazos, las mordeduras se inhiben sin llegar a lesionar al compañero de juego.

Si el gato crece sin la suficiente interacción social con su familia o con seres humanos que le eduquen adecuadamente, es posible que de adulto sea un animal agresivo, que muerda sin inhibición, que dé zarpazos y saque las uñas… un animal conflictivo.

En ocasiones, la presencia de un animal de la misma o de distinta especia permite que este juego de caza no recaiga sobre los humanos. Entre los animales no suele producirse la agresividad durante el juego; en estos casos el mordisco suele estar inhibido y los zarpazos no presentan las uñas.

Para establecer un correcto tratamiento, debemos acudir a un profesional. no son pocos los casos en los que el propietario hace gala de su «intuición» o de los consejos de profanos.

Muchos dueños ante situaciones de agresión durante el juego gritan y castigan físicamente al animal… esto no es solamente poco o nada eficaz... es contraproducente. El castigo físico de un gato agresivo aumenta su tensión y, por tanto, su agresividad.

En el otro lado de la balanza encontramos propietarios que ofrecen premios, caricias o alimentos a los gatos agresivos con la intención de apaciguarlos. En realidad la información que está recibiendo el gato es que su dueño está premiando esa actitud agresiva con alimentos y con cariño.

En líneas generales, un profesional, tras valorar y diagnosticar un caso de agresión felina durante el juego, recomendará los siguientes puntos.

  • No proponer al gato juegos agresivos.
  • Algo tan sencillo como quejarse de forma exagerada cuando nos muerde suele interrumpir la acción… Cuando para y nos mira le premiamos con una caricia.
  • Desviar su atención durante el juego a objetos adecuados: todo tipo de juguetes en movimiento, que a poder ser no tengan que ser sujetados por el propietario.
  • Evitar cualquier tipo de castigo físico.
  • Valorar la posibilidad de incorporar otro gato de edad y temperamento parecidos.
  • Fármacos: en ciertas ocasiones, principalmente en gatos que presentan juego nocturno, puede instaurarse alguna terapia farmacológica, aunque no es habitual.
  • Castigar de forma apropiada la conducta agresiva: si intentamos evitar la conducta agresiva del animal durante el juego y con el simple intento de apartarnos y dar por finalizada la sesión no conseguimos resultados, utilizaremos alguno de los siguientes métodos coactivos:
    1. Separar al animal a otra habitación durante unos segundos, repitiéndolo las veces que sea necesario.
    2. Chorro de agua: una pistola de agua o un
      spray
      vaporizador nos servirá para lanzar un chorro de agua sobre el animal e intentar finalizar su conducta
    3. Aire comprimido: existen botes de aire comprimido (limpieza de cámaras fotográficas, objetivos…) que lanzan el aire a presión. Tan efectivos o más que el chorro de agua.
    4. Bocinas: existen unas bocinas de uso habitual en los estadios de fútbol… su intenso y especial sonido también es muy útil para finalizar con el juego indebido del gato.
    5. Cualquiera de los métodos propuestos sólo se empleará después de un diagnóstico correcto del problema y tras la prescripción facultativa.

El uso cualquiera de los métodos comentados de forma indiscriminada puede generar otro tipo de problemas.

Para el tratamiento de la agresión durante el juego es primordial proporcionar al animal no sólo juguetes adecuados, también es imprescindible que el tiempo de juego y ejercicio sea suficiente a lo largo del día.

Por último, y como breve resumen, diremos que la agresión durante el juego se previene de forma eficaz mediante los siguientes puntos:

  • Tiempo suficiente del gato con madre y hermanos.
  • Socialización correcta con el ser humano.
  • Ejercicio suficiente.
  • Evitar los juegos indebidos.
Señales de agresividad
  • Mirar fijamente al individuo que será atacado, con los bigotes y cuello estirados y las orejas hacia atrás.
  • Erizamiento del pelo de la espalda.
  • Cola separada del cuerpo, doblada hacia abajo o vertical con la punta doblada hacia arriba.
  • Pupilas dilatadas.
Animales geriátricos

El mayor interés de los propietarios, los avances en nutrición y farmacología y la continua especialización de los veterinarios han conseguido que la vida media de los felinos haya aumentado.

Encontrarnos en los hogares con gatos de más de 10 años ya no es una excepción, sino algo normal y por supuesto totalmente deseable. Los propietarios de animales de compañía desean que su amigo disfrute de una larga y sana vida a su lado y por ello es cada vez más frecuente que los animales considerados, «vejetes» o geriátricos visiten con más frecuencia las clínicas veterinarias.

Un gato
senior
se diferencia de un animal adulto en su vulnerabilidad; esta «facilidad» para tener problemas, padecer «goteras», no debe ser confundida con la enfermedad…

Un gato geriátrico puede disfrutar de una excelente calidad de vida, con los «achaques» normales, pero con una función vital envidiable.

Un animal geriátrico es aquel que sufre una disminución progresiva de sus capacidades ante situaciones «difíciles».

Se considera que un gato es
senior
o geriátrico a partir de los 7 años; si bien es cierto que para muchos propietarios es difícil asumir que su gato entre en una fase de vida distinta a partir de una fecha concreta, sobre todo cuando el animal «está como una rosa», debemos pensar que el traspaso de esta frontera solo es un aviso, un toque de atención para cuidar aún mejor a nuestro amigo felino.

A partir de ese momento, al atravesar la frontera, debemos tener en cuenta los siguientes puntos:

  • Combatir los problemas existentes (en caso de tenerlos).
  • Controlar y prevenir la aparición y el desarrollo de las enfermedades geriátricas.
  • Mantener un peso correcto a través de una alimentación adecuada a las características del animal.
  • Mantener en correcto estado la masa muscular; se consigue proporcionando al animal suficientes momentos al día de juego y esparcimiento.
Enfermedades

Los gatos
senior
deben ser revisados periódicamente para evaluar la posible presencia de patalogías; es ideal que estas revisiones se realicen al menos una vez al año.

Entre los principales problemas que debemos conocer para poderlos evitar están:

  1. Órganos de los sentidos: el gato geriátrico experimenta una disminución de la capacidad olfativa, lo que provoca un menor interés por el alimento, disminución de peso… Pero no sólo disminuye la capacidad olfativa, el resto de percepciones sensitivas también disminuye (audición disminuida, agudeza visual disminuida…).
  2. Sistema gastrointestinal: la enfermedad periodontal es una de las enfermedades más comunes en los gatos geriátricos; las gingivitis, la pérdida de piezas dentales, la disminución de la producción de saliva, las úlceras en la boca… Producen un menor interés por el alimento; pero los problemas gastrointestinales no sólo parten de la boca; existe disminución de la función hepática, peor absorción intestinal, peor movilidad del colon… Estos cambios son los responsables de estreñimiento, flatulencia, etcétera.
  3. Sistema tegumentario: los tumores cutáneos pueden ser considerados como los de más frecuente aparición en los gatos
    senior
    ; los tumores mamarios de las hembras, las neoplasias digestivas… son también frecuentes en estos animales.

    También podemos decir que la piel de estos animales mayores sufre una clara pérdida de elasticidad y que el pelo suele presentarse en mal estado.

  4. Sistema urinario: el fallo renal es la enfermedad geriátrica «por excelencia» para los gatos; las causas son difíciles de encontrar, pero sí podemos decir que los animales manifiestan síntomas cuando el problema está bastante avanzado.
Alteraciones del comportamiento

Pero no todos los problemas de los animales
senior
afectan a los órganos, aparatos o sistemas… las patologías o problemas de comportamiento adquieren gran relevancia en los gatos geriátricos.

Entre las causas más frecuentes de visita a las clínicas veterinarias por alteraciones de comportamiento en animales
senior
, tenemos las siguientes:

  1. Agresión: los problemas físicos y neurológicos son en muchos casos la causa que predispone a una actitud agresiva del animal; en todos los gatos que presenten una conducta agresiva sería fundamental descartar la presencia de un dolor subyacente; los problemas musculoesqueléticos, las patologías dentales… pueden ser los detonantes de una agresión. También los déficits sensoriales de los gatos geriátricos pueden desencadenar agresiones: por ejemplo, un gato que tenga miedo a las personas es capaz de evitarlas cuando aprecia su cercanía… en animales con déficits sensoriales, no llegan a apreciar la presencia de la persona y de repente «aparece frente a ellos»; esto puede conducir a una conducta inmediata de evasión (si los recursos físicos se lo permiten) o una agresión directa (defensa o miedo).

    Las enfermedades del sistema nervioso, las alteraciones endocrinas, los cambios hormonales… también contribuyen a la agresión.

  2. Agresión intraespecífica: la introducción de un nuevo animal de compañía, los cambios de vivienda y los cambios producidos por el envejecimiento pueden acabar en agresiones intraespecíficas. Cuando un gato geriátrico padece disfunciones sensoriales, disminución de la movilidad, aumento de dolor, irritabilidad… es fácil que se produzcan interacciones negativas con individuos de su misma especie.
  3. Vocalización excesiva: los animales de compañía geriátricos suelen ser más sensibles a las situaciones estresantes; los cambios de entorno y ambientales o ciertas patologías, facilitan la presentación de conductas inadecuadas como la vocalización excesiva.
  4. Ensuciamiento de la vivienda: los problemas musculoesqueléticos, como debilidad, artritis, atrofia muscular…, pueden producir una dificultad variable para que el gato llegue o acceda a la bandeja de lecho absorbente. Por último, algunos gatos geriátricos dejan de utilizar la bandeja de lecho absorbente por la confusión mental asociada a la edad.
  5. Problemas del sueño: las alteraciones sensoriales de los animales geriátricos pueden influir negativamente en la profundidad del sueño, la edad también produce alteraciones en los ciclos de sueño-vigilia.
  6. Disfunción cognoscitiva: los problemas debidos al deterioro de la función mental (los gatos geriátricos desarrollan unas placas difusas de beta-amiloide en el interior del cerebro, se reducen los niveles de serotonina y la actividad colinérgica, todos ellos responsables de la disfunción cognitiva), como la dificultad para reconocer lugares, sitios o personas conocidas, las alteraciones de la vocalización, la desorientación, las alteraciones del sueño, el ensuciamiento…, provocan «dificultades» en la relación del gato con el propietario. La disfunción cognoscitiva puede aminorar su impacto con tratamiento. Éste solamente será paliativo y es necesario complementarlo con cambios de manejo, variaciones en el entorno, alimentación rica en antioxidantes… El propietario debe tener muy presente que para paliar este indeseable efecto de la avanzada edad de su gato, la estimulación mental continua (diaria) y el ejercicio pueden paliar en cierta medida el deterioro de la función mental.
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