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Authors: Carlos Martín Pérez

El arte de la ventaja (9 page)

Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a sí mismos cómo proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traces. Haz moverse a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada. Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa. Para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende donde no haya ataque. Así, en el caso de los que son expertos en el ataque, sus enemigos no saben por dónde atacar. Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios. Haz que tus rivales vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti. Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más arduo del mundo. La dificultad de la lucha es convertir los problemas en ventajas.

Impondrás tu poder y tu fuerza mediante la estrategia en el sentido de que distraes al enemigo para que no pueda conocer cuál es tu situación real y no pueda imponer su supremacía. Confundirás al adversario para observar cómo reacciona frente a ti; de esta manera puedes adaptarte para obtener la victoria. Has de ser capaz de mantenerte firme en tu propio corazón; sólo entonces puedes desmoralizar al enemigo. Utiliza el orden para enfrentarte al desorden, utiliza la calma para enfrentarte con los que se agitan, esto es dominar el corazón. A menos que tu corazón esté totalmente abierto y tu mente en orden, no puedes esperar ser capaz de adaptarte a responder sin límites, a manejar los acontecimientos de manera infalible, a enfrentarte a dificultades graves e inesperadas sin turbarte, dirigiendo cada cosa sin confusión. Dominar la fuerza es esperar a los que vienen de lejos, aguardar con toda comodidad a los que se han fatigado, y con el estómago saciado a los hambrientos. Esto es lo que se quiere decir cuando se habla de atraer a otros hacia dónde estás, al tiempo que evitas ser inducido a ir hacia donde están ellos.

Las consideraciones de la persona inteligente siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño. Cuando considera el beneficio, su acción se expande; cuando considera el daño, sus problemas pueden resolverse. El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los tienen en cuenta. Por ello, lo que retiene a los adversarios es el daño, lo que les mantiene ocupados es la acción, y lo que les motiva es el beneficio.

SOBRE LA MENTE COMO ARMA

Son diversos los ritmos del combate. En primer lugar, conoce los ritmos correctos y comprende los ritmos erróneos, y discierne los ritmos apropiados entre los ritmos grandes y pequeños, lentos y rápidos. A menos que entiendas estos ritmos de inversión, no podrás confiar en tu pericia. La forma de ganar a un enemigo es conocer los ritmos de los adversarios concretos y utilizar los ritmos que tus adversarios no esperan, produciendo ritmos sin formas a partir de ritmos de sabiduría Si has de enfrentarte, debes tener en cuenta lo que es correcto y verdadero, practicar, cultivar y familiarizarte con tus habilidades, conocer los principios, entender el perjuicio y el beneficio de cada cosa, aprender a ver cada cosa con exactitud, tomar conciencia de lo que no es obvio, ser cuidadoso incluso en los asuntos pequeños y no hacer nada inútil. Cultivar tus habilidades no consiste simplemente en leer estas líneas. Al aceptar personalmente lo que está escrito aquí, no pienses simplemente que estás leyendo o aprendiendo, no hagas ninguna imitación; toma los principios como si estuvieras descubriéndolos por tu propio espíritu, identifícate con ellos constantemente y trabaja sobre ellos cuidadosamente.

Aunque estés tranquilo, tu espíritu está alerta, aunque estés apremiado, tu espíritu no está apremiado. No permitas que haya insuficiencia ni exceso en tu mente. Aunque superficialmente tengas el ánimo débil, permanece fuerte por dentro y no dejes que otros vean tu mente. Es esencial mantener tu espíritu libre de desviaciones subjetivas.

Deja tu espíritu despejado y abierto, poniendo tu mente en un vasto plano. Es esencial pulir diligentemente la mente y el espíritu. Una vez que hayas utilizado tu mente hasta el punto en el que puedes distinguir en el mundo lo que es verdad y lo que no lo es, en el que sabes decir lo que es bueno y lo que es malo, y cuando ya has experimentado varios dominios y ya no puedes ser engañado en absoluto por la gente, tu espíritu habrá quedado imbuido del conocimiento y de la sabiduría para entrar en combate.

No dejes que el adversario levante cabeza. En el transcurso de un combate, es malo ser manejado por los demás. Es deseable manejar a los adversarios con libertad, por cualquier medio a tu alcance. Sin embargo, los adversarios estarán pensando lo mismo, y tú también tienes esta intención, pero es imposible tener éxito en esto sin comprender lo que los demás están haciendo.

El desarrollo de un combate incluye detener los golpes de un adversario, bloquear sus ataques y deshacer sus presas. Cuando estés luchando contra un adversario, siempre que éste dé muestras de intentar hacer un movimiento, lo percibes antes de que actúe. Debes detener el ataque de un adversario desde el inicio, no dejándole seguir hasta el final.

Siempre que los adversarios intenten atacarte, déjales continuar y haz algo que sea inusual, al mismo tiempo que les impides hacer algo que sea útil. En este punto, si intentas reprimir a los adversarios, ya estás retrasado. Lo fundamental es que hagas cualquier cosa, socavando en su raíz el primer impulso del adversario. Manipular a los adversarios de esta forma es dominarle, lo cual se consigue con la práctica. Pon al adversario en posición de debilidad y arremete; entonces ganarás en general muy rápidamente.

Conoce el estado de las cosas, discierne el auge y la decadencia de los adversarios, distinguiendo las intenciones del enemigo y percibiendo su condición, exhibiendo claramente el estado de las cosas, determinando cómo desplegar tus medios y, de este modo, cómo obtener una victoria certera. Determina cuáles son las costumbres y hábitos del adversario, observa su carácter personal, averigua la fuerza y debilidad de la gente, maniobra contra las expectativas de los enemigos, date cuenta de los momentos álgidos y bajos del mismo, asegúrate de los ritmos que hay entre ellos y haz el primer movimiento; esto es esencial. Cuando los adversarios te atacan con todo lo que tienen, inmediatamente sientes su pauta de comportamiento y obtienes la victoria bloqueando cualquier táctica que el atacante utilice. Esto significa tomar la iniciativa en cualquier cosa. No significa golpear al azar al adversario con la idea de concluir el combate de repente. Significa continuar al instante sin ceder.

La desintegración es algo que le sucede a todas las cosas. Cuando se desploma una persona o un adversario, se desmoronan del ritmo del tiempo. Es esencial encontrar el ritmo de los adversarios cuando se desmoronan y perseguirlos sin dejarles apertura alguna. Si pierdes la oportunidad de los momentos vulnerables, pierdes la oportunidad del contraataque. Si dejas pasar esa oportunidad, el adversario se recuperará y frustrará tu intento. Es esencial reforzar firmemente el ataque en el momento de cualquier pérdida de posición por parte de un adversario, para impedirle que se recupere. La persecución exige poder y también ser contundente; todo consiste en golpear de una forma violenta y de tal manera que un adversario no pueda recuperarse.

Debes ponerte en el lugar del contrario y pensar desde su punto de vista. Considera que los adversarios son poderosos y que hay que tener cuidado con ellos. Cuando tienes medios, conoces bien cómo actuar y sientes la forma de vencer al enemigo, no tienes que preocuparte.

Si tú y el adversario os halláis empatados y no se hace ningún progreso en la lucha, cuándo piensas que vas a llegar a un empate, detienes esta posibilidad inmediatamente y alcanzas la victoria aprovechándote de un enfoque diferente. Cuando hay un empate total y no se hace ningún progreso, se producirá una pérdida. Es fundamental detener esto inmediatamente y alcanzar la victoria tomando ventaja de una táctica insospechada por el enemigo. Si piensas que estás llegando a un empate, es fundamental cambiar inmediatamente tu enfoque, averiguar el estado del adversario y determinar cómo vencer por medio de una táctica muy diferente.

Cuando no puedes discernir el estado del enemigo, finges lanzar un ataque poderoso para ver cómo reacciona. Si ves los métodos del enemigo, es fácil alcanzar la victoria aprovechándote de diferentes tácticas adaptadas especialmente a cada caso. Una vez que ha mostrado perceptiblemente sus intenciones, inmediatamente sientes la ventaja y sabes cómo ganar con certeza. Si no estás atento, perderás el ritmo.

Cuando son perceptibles las intenciones agresivas de los enemigos hacia ti, detendrás la acción del enemigo en el mismo momento de su impulso para actuar. Si demuestras poderosamente a los adversarios cómo controlas la ventaja, cambiarán de intención, inhibidos por esa fuerza. Tú también cambias de actitud; a partir de ahí tomas la iniciativa y alcanzas la victoria. Utiliza un ritmo de ventaja para detener la firme determinación de la motivación del adversario; después encuentra la ventaja para ganar en el momento de la pausa y toma la iniciativa.

Existe el contagio en todo. Incluso el sueño puede ser contagiado, lo mismo que el bostezo. Cuando los adversarios están excitados y con toda evidencia tienen prisa por actuar, te comportarás como si estuvieras somnoliento, dando la apariencia de estar completamente relajado y tranquilo. Haz esto, y los mismos adversarios se verán influidos por este estado de ánimo y perderán su entusiasmo. Cuando creas que los adversarios se han visto contagiados por este estado de ánimo, actúa rápidamente y firmemente, obteniendo así la ventaja de la victoria. Es esencial estar relajado en mente y espíritu, darse cuenta del momento en que el adversario se relaja y tomar inmediatamente la iniciativa para ganar. También existe algo llamado embriagar que es similar al contagio. Un estado de ánimo embriagante es el aburrimiento, otros son la inquietud y la pusilanimidad.

La perturbación sucede en cualquier clase de cosas. Una de las formas en que sucede es a través del sentimiento de estar bajo una aguda presión. Otra es a través del sentimiento de una fuerza irracional. Una tercera forma es a través del sentimiento de sorpresa ante lo inesperado. Es fundamental producir perturbación. Es esencial atacar resueltamente, mientras sus mentes están perturbadas, aprovecha esto para tomar la iniciativa y ganar. Al principio te mostrarás relajado, después arremeterás repentinamente y con fuerza; cuando el espíritu del adversario se desequilibra, es esencial que observes lo que hace, no permitiéndole que se relaje ni un solo momento, percibiendo la ventaja del instante y discerniendo inmediatamente en ese instante cómo vencer.

Existe la amenaza y el temor en todo, significa ser amilanado por lo inesperado. Amenazar a un adversario no es algo que se hace a la vista. Puedes amenazarle haciendo que lo pequeño parezca grande, y puedes amenazarle realizando un movimiento inesperado. Éstas son las situaciones en las que se produce el temor. Si puedes captar el momento del miedo, puedes aprovecharte de él para obtener la victoria. Lo que es esencial es hacer repentinamente un movimiento totalmente inesperado para el adversario, aprovecharte de la ventaja del temor causado y alcanzar la victoria en ese mismo instante y lugar.

Cuando estés luchando a una distancia corta, tu adversario y tú ejercéis recíprocamente una gran fuerza una contra el otro, y si veis que el combate no está yendo bien, entonces te enganchas con fuerza a tu adversario; el punto esencial es aprovecharse de la oportunidad de ganar aunque estés luchando codo con codo. Cuando tú y los adversarios estáis frente a frente y no está claro quién vencerá, inmediatamente te enganchas con fuerza a los adversarios, de modo que no podáis ser separados, y en ese proceso encuentras la ventaja, determinas cómo vencer y alcanzas la victoria fulminantemente. Cuando ejerces fuerza contra algo que es fuerte, difícilmente cede de inmediato y por las buenas. Observa al enemigo, cuando haya avanzado, ataca la parte más débil de su frente más fuerte y obtendrás la ventaja. Una vez que se colapsa esa parte, todo el mundo se ve envuelto en un sentimiento de colapso.

Actúa de tal forma que impidas al adversario mantener una mente tranquila, así le aturdirás. Estudia y discierne el estado de mente de tus enemigos y utiliza el poder de tu conocimiento para manipular su atención, haciéndoles tener pensamientos confusos sobre lo que vas a hacer. Esto significa encontrar un ritmo que confunda a los enemigos, discerniendo con exactitud dónde puedes ganar. Puedes intentar diversas maniobras según la oportunidad del momento, haciendo pensar al adversario que vas a hacer en un momento una cosa, después otra, y a continuación otra cosa diferente, hasta que ves que el adversario empieza a estar aturdido y de esta forma vences cuando quieres.

Se puede vencer por aplastamiento. Aplastar exige un estado interno de querer aplastar, como cuando se imagina uno que el adversario es débil y así uno se hace fuerte, para conseguir vencerlo. Mira por encima del enemigo cuyo número es pequeño, o incluso si son muchos, cuando los adversarios están desmoralizados y debilitados, concentra tu fuerza en aplastarlos y así los neutralizarás. Si tu aplastamiento es débil, puede volverse contra ti. Tienes que distinguir atentamente el estado de espíritu en el que dispones claramente del control cuando aplastas. Cuando tu adversario no tiene la misma capacidad que tú, o cuando su ritmo decrece, o cuando empieza a retroceder, es esencial no dejarle recuperar su aliento. Neutralízale sin tan siquiera darle el tiempo de parpadear. Lo más importante es no permitirle que se recupere.

Es mala táctica hacer una y otra vez lo mismo. Tal vez tengas que repetir algo alguna vez, pero no debe repetirse una tercera vez. Cuando intentas alguna táctica sobre un adversario, si no funciona la primera vez, no obtendrás ningún beneficio precipitándote a hacerla de nuevo. Cambia tus tácticas de manera abrupta, haciendo algo completamente diferente. Si todavía esto no funciona, intenta alguna otra cosa.

Cuando luches con un adversario y estés ganando gracias a tu habilidad, tu adversario puede todavía hacerse ilusiones y, aunque parece que está vencido, por dentro todavía se niega a reconocer tu victoria. Desmoralízalo en estos casos. Esto significa cambiar tu actitud repentinamente para impedir que el enemigo siga manteniendo dichas ilusiones; así lo principal es ver que los adversarios se sienten derrotados en el fondo de su corazón. Cuando tus enemigos se han desmoralizado totalmente, ya no les prestes atención. Por lo demás, permanece atento. Mientras que los enemigos tengan ambiciones, difícilmente se desmoronarán.

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