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Authors: Drew Karpyshyn

Tags: #ciencia ficción

Mass Effect. Revelación

 

Todas las sociedades avanzadas de la galaxia se basan en la tecnología de los proteanos, una antigua especie que se extinguió hace cincuenta mil años. En marzo del 2148, tras descubrir una reserva de tecnología proteánica escondida, la raza humana, la especie interestelar más reciente, se extiende hacia las estrellas luchando por conquistar su lugar en la gran comunidad galáctica.

En los márgenes del espacio colonizado, el capitán de fragata y héroe de guerra de le Alianza, David Anderson, investiga las ruinas de una base militar secreta: escombros humeantes plagados de cuerpos y preguntas por responder. ¿Quién atacó el puesto y con qué propósito? ¿Dónde esté Kahlee Sanders, la joven científica que desapareció misteriosamente horas antes de que sus compañeros fueran asesinados?

Sanders es la principal sospechosa, pero encontrarla crea más problemas de los que ayuda a resolver. En compañía de un agente alienígena bastante canalla en quien no puede confiar y perseguido por un asesino del que no puede escapar, Anderson se enfrenta a situaciones imposibles en mundos inexplorados para sacar a la luz una siniestra inspiración. No sobrevivirá para poder contarla. O eso cree el enemigo.

Drew Karpyshyn

Revelación

Mass Effect 1

ePUB v1.1

Perseo
03.05.12

Título original:
Mass Effect. Revelation

Drew Karpyshyn, 2007

Traducción: Borja Mitjans Mingell

Diseño/retoque portada: Perseo, basada en la original

Editor original: Perseo (v1.0 a v1.1)

Corrección de erratas: Perseo

ePub base v2.0

Para Jennifer, mi mujer.

Mientras estoy en medio de la locura creativa, jamás me regañas para que lave la ropa, ni te enfadas cuando me olvido de fregar los platos ni enloqueces cuando dejo de echar una mano en casa. Siempre estás ahí para leer y revisar todo cuanto escribo y siempre me escuchas cuando desvarío sobre mis descabellados miedos y esperanzas, incluso cuando te despierto para ello en mitad de la noche.

Son todas estas cosas que haces para ayudarme y apoyarme las que te hacen tan especial. Y por eso te quiero.

PRÓLOGO

—Aproximándonos a Arturo. Desconectando el núcleo de propulsión VSL.

El contralmirante de la Alianza John Grissom, el hombre más célebre de la Tierra y de las tres jóvenes colonias interestelares, echó un vistazo hacia arriba al oír la voz del timonel de la SSV (vehículo espacial de la Alianza de Sistemas)
Nueva Delhi
que llegaba a través del intercomunicador de a bordo. Un segundo después sintió la inconfundible fuerza de desaceleración mientras los generadores de campo del efecto de masa de la nave aminoraban la marcha paulatinamente y la
Nueva Delhi
pasó de motor MRL (más rápido que la luz) a velocidades más adecuadas a un universo einsteiniano.

A medida que deceleraban, la iluminación espectral del conocido universo corrido al rojo se desparramaba por la diminuta escotilla de la cabina, enfriándose gradualmente hasta alcanzar tonos más normales. Grissom detestaba las portillas; el control de navegación de las embarcaciones de la Alianza era meramente instrumental, por lo que no necesitaban referencias visuales de ningún tipo. Todas las naves se habían diseñado con varias portillas diminutas y al menos una escotilla principal, generalmente situada en el puente de mando, como una concesión a los anticuados ideales románticos de los viajes espaciales.

La Alianza trabajaba duramente para mantener dichos ideales: eran útiles para el reclutamiento. Para los habitantes de la Tierra, la inexplorada inmensidad del espacio seguía siendo aún asombrosa. La expansión del género humano por las estrellas constituía una maravillosa aventura de descubrimiento; los misterios de la galaxia a la espera de ser revelados.

Grissom sabía que la verdad era mucho más compleja. Sabía de primera mano lo fría que podía llegar a ser la galaxia, admirable a la vez que terrorífica. Sabía que había ciertas cosas para las que la Humanidad todavía no estaba preparada. La transmisión confidencial que había recibido aquella misma mañana desde la base de Shanxi era buena prueba de ello.

En muchos aspectos la Humanidad era igual que un niño: protegida e ingenua. No es que eso fuera una sorpresa. En la larga historia de la Humanidad, apenas hacía dos siglos que ésta había roto los vínculos con la Tierra para aventurarse hacia el frío vacío del espacio. Y los auténticos viajes interestelares, la capacidad de viajar a destinos más allá del Sistema Solar, sólo empezaron a ser posibles durante la última década. En realidad, menos de una década.

Tan sólo nueve años antes, en 2148, el equipo de mineros de Marte descubrió, bajo las profundidades del planeta, los restos de una base de investigación extraterrestre abandonada hacía mucho tiempo. El descubrimiento se anunció como el más importante en la historia de la Humanidad, un extraordinario acontecimiento que lo cambió todo para siempre.

Por primera vez, la raza humana se enfrentaba a la incontestable e incontrovertible prueba de que no estaba sola en el universo. A lo largo y ancho del planeta, todos los medios de comunicación se volcaron en la noticia. ¿Quiénes eran aquellos misteriosos extraterrestres? ¿Dónde estaban ahora? ¿Se habían extinguido? ¿Regresarían? ¿Qué efecto habían tenido sobre la evolución pasada del hombre hasta nuestros días? ¿Y qué consecuencias tendrían en el futuro de la Humanidad? Durante los primeros meses, autoproclamados filósofos, científicos y expertos discutieron interminablemente acerca de la trascendencia del descubrimiento en los vídeo-diarios y a través de las redes informativas, vehementemente y en ocasiones incluso con violencia.

Todas las grandes religiones de la Tierra temblaron hasta los cimientos. De la noche a la mañana, surgieron decenas de nuevos sistemas de creencias, la mayor parte de ellos basados en los dogmas de los Evolucionistas Intervencionistas, que anunciaron fervorosamente el hallazgo como la prueba de que fuerzas extraterrestres habían dirigido y controlado toda la historia humana. Muchas de las fes existentes intentaron incorporar la realidad de una especie extraterrestre dentro de sus propias mitologías, otras lucharon por reescribir su historia, credos y creencias a la luz del nuevo descubrimiento. Y unas pocas, obstinadas, se negaron a reconocer la verdad y consideraron el búnker marciano un bulo secular destinado a engañar y a extraviar a los creyentes del verdadero camino. Incluso ahora, casi una década después, la mayoría de las religiones siguen intentando encajar las piezas.

El intercomunicador sonó de nuevo e interrumpió los pensamientos de Grissom y los alejó de la controvertida escotilla hacia el altavoz de a bordo, situado en el techo.

—Despejado para acoplamiento en Arturo. Tiempo previsto de llegada: aproximadamente doce minutos.

Viajar de la Tierra a Arturo, la mayor base de la Alianza fuera del Sistema Solar, les había llevado prácticamente seis horas. Grissom se pasó la mayor parte de ese tiempo recostado sobre una pantalla de datos, ojeando informes de situación y revisando fichas de personal.

El viaje se había planeado hacía meses como un acto de relaciones públicas. La Alianza quería que Grissom pronunciara un discurso frente a la primera promoción de reclutas en graduarse en la Academia de Arturo, un simbólico pasar el testigo de una leyenda del pasado a los líderes del futuro; sin embargo un mensaje recibido desde Shanxi, unas horas antes de partir, alteró radicalmente el propósito del viaje.

La última década, como en un sueño espléndido, había sido una época dorada para la Humanidad. Ahora, Grissom estaba a punto de hacer que se les viniera encima la cruda realidad.

La
Nueva Delhi
estaba aproximándose a su destino; había llegado la hora de abandonar la paz y la soledad de su camarote privado. Transfirió las fichas del personal de la terminal de datos a un minúsculo disco de almacenamiento óptico que deslizó al interior del bolsillo del pecho del uniforme de la Alianza. Cerró la sesión y se levantó con dificultad de la silla entumecido.

Su alojamiento era pequeño y estrecho y la estación de datos en la que había estado trabajando distaba de ser cómoda. El espacio en las naves de la Alianza era limitado; los camarotes privados solían estar reservados para el oficial al mando de la nave. En la mayoría de las misiones se contaba con que incluso los vips usaran el comedor común o los dormitorios comunales. Pero Grissom era una leyenda viva y con él podían hacerse excepciones. En esta ocasión, el capitán le había ofrecido generosamente su alojamiento para el viaje, relativamente corto, hasta Arturo.

Grissom se estiró, tratando de aliviar los nudos en el cuello y los hombros. El contralmirante movió la cabeza de un lado a otro hasta ser recompensado con un satisfactorio crujido de las vértebras. Echó un rápido repaso al uniforme frente al espejo —mantener las apariencias era una de las imposiciones de la fama— antes de salir por la puerta y dirigirse al puente de mando de la astronave, situado en la proa.

Varios miembros de la tripulación hicieron una pausa en sus obligaciones para cuadrarse y saludar a su paso, mientras él desfilaba frente a sus puestos. Respondió de igual modo, sin apenas reparar en ello. A lo largo de los ocho años que habían transcurrido desde que se convirtiera en héroe de la especie humana, había desarrollado una habilidad extraordinaria para saludar los gestos de respeto y admiración sin que mediara ningún tipo de percepción consciente.

La mente de Grissom seguía distraída en pensamientos acerca de cómo todo había cambiado con el descubrimiento del búnker en Marte…, una línea de pensamiento que, dados los inquietantes informes que llegaban de Shanxi, no resultaba sorprendente.

La revelación de que la Humanidad no estaba sola en el universo no conmocionó únicamente a las religiones de la Tierra, sino que tuvo también efectos de largo alcance en todo el espectro político. Pero ahí donde la religión había caído en el caos de los cismas y el radicalismo de los grupos disidentes, políticamente, el descubrimiento logró estrechar las relaciones entre todos los seres humanos. Básicamente unió a los habitantes de la tierra. Fue la rápida y repentina culminación de la identidad cultural planetaria que, lenta pero ininterrumpidamente, se había desarrollado a lo largo del siglo anterior.

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