Haplo, el patryn liberado del Laberinto, es enviado por el Señor del Nexo a Pryan, el reino del fuego. A bordo del "Ala de Dragón", Haplo cruza la Puerta de la Muerte y se dirige a ese sofocante reino donde la permanente luz solar y la abudancia de lluvias ha dado lugar a una jungla exuberante, tan inmensa que los humanos y los elfos viven en las copas de los árboles y sólo los enanos residen en las proximidades del suelo. El mandato que lleva Haplo es sembrar el caos entre los habitantes de Pryan y preparar así el terreno para que los patryn puedan dominarlo. Sin embargo, las constantes guerras ya han conseguido este objetivo. Los enfrentamiento y el odio racial, mantenidos durante generaciones, no cesarán ni siquiera bajo la amenaza de aniquilación a manos de los legendarios titanes. Al grito de "¡Muerte!" y armado con una magia lo bastante poderosa como para rivalizar con la del propio Haplo, un sacerdote humano y su dragón cabalgan a la vanguardia de la destrucción. La salvación de Haplo depende de su capacidad para vencer a los titanes..., pero todavía no conoce la manera de arrasar a ésos.
Margaret Weis & Tracy Hickman
La Estrella de los Elfos
El Ciclo de la Puerta de la Muerte
Volumen 2
ePUB v1.0
geromar28.06.11
Título original: Elven Star (Volumen 2 The Death Gate Cycle)
Traducción: Hernán Sabaté
© 1990 by Margaret Weis and Tracy Hickman
Published by arrangement with Bantam Books, a división of
Bantam Doubleday Dell Publishing Group, Inc., New York.
© Grupo Editorial Ceac, S.A. 1991
Para la presente versión y edición en lengua castellana.
Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S.A.
ISBN: 84-7722-644-X (Obra completa)
ISBN: 84-7722-646-6 (volumen II)
Depósito legal: B. 28.637-1995
Printed in Spain
«Su estandarte
sobre mí era el amo».
Cántico de Salomón
«... que teníamos a nuestro alcance el dominio del mundo. Nuestros antiguos enemigos, los sartán, asistían impotentes a nuestro auge. La certeza de que se verían obligados a vivir bajo nuestro mando les resultaba mortificante, amarga como el ajenjo, y, decididos a tomar medidas drásticas, cometieron un acto de desesperación casi imposible de concebir. Antes que permitir que nos adueñáramos del mundo, los sartán lo destruyeron.
»En su lugar, crearon cuatro nuevos mundos, formados con los elementos del viejo: Aire, Fuego, Piedra y Agua. Los pueblos del mundo que sobrevivieron al holocausto fueron transportados a estos mundos para que los habitaran. Nosotros, el antiguo enemigo, fuimos arrojados a una prisión mágica conocida como el Laberinto.
»Según los registros que descubrí en el Nexo, los sartán esperaban que la vida en la prisión nos "rehabilitaría", que saldríamos del Laberinto, con nuestra naturaleza —dominante y lo que ellos denominaban cruel— apaciguada. Pero algo salió mal en sus planes. Nuestros carceleros sartán, los que debían controlar el Laberinto, desaparecieron. Y el Laberinto mismo tomó su lugar, y, de prisión, se convirtió en verdugo.
»Son incontables los hijos de nuestro pueblo que han muerto en ese lugar espantoso. Generaciones enteras han sido aniquiladas. Pero, antes de ser destruida, cada una de ellas consiguió ganarle terreno al Laberinto y dejar a sus descendientes un poco más cerca de la libertad. Por fin, gracias a mis extraordinarios poderes mágicos, logré derrotar al Laberinto y fui el primero en escapar de sus trampas. Atravesé la Puerta Final y emergí a este mundo, conocido como el Nexo. Aquí, vi lo que los sartán habían hecho con nosotros y descubrí la existencia de cuatro nuevos mundos así y relaciones entre ellos. Pero lo que es más importante: descubrí la Puerta de la Muerte.
»Regresé al Laberinto —sigo haciéndolo con frecuencia— y utilicé mi magia para combatir y estabilizar diversas partes del mismo, proporcionando así refugios seguros para el resto de mi gente, que todavía lucha por liberarse de su cautiverio.
Quienes lo logran, llegan al Nexo y trabajan para mí, levantando la ciudad y preparándose para el día en que de nuevo ocuparemos al lugar que nos corresponde como dueños del universo. Con este fin, decidí mandar exploradores a cada uno de los cuatro mundos, a través de la Puerta de la Muerte.»
{1}
«(...) Escogí a Haplo entre el gran número de patryn a mi servicio por diversas razones: su sensatez, su rapidez de pensamiento, su capacidad para hablar con fluidez diversos idiomas y su dominio de la magia. Haplo demostró su capacidad en su primer viaje a Ariano, el mundo del aire. No sólo hizo cuanto pudo para perturbar el orden de ese mundo y para precipitarlo a una guerra devastadora, sino que me proporcionó abundantes y valiosas informaciones, así como un joven discípulo, un niño extraordinario llamado Bane.
»Estoy muy satisfecho de Haplo y su talento. Si lo vigilo con cierta severidad es debido a esa desafortunada tendencia suya a pensar por su cuenta. Yo no le digo nada, pues en el momento presente ese rasgo de su carácter me resulta de incalculable valor. En realidad, no creo que ni él mismo se dé cuenta de su defecto. Haplo imagina estar dedicado a mí, sacrificaría su vida por mí sin dudarlo. Pero una cosa es ofrecer la propia vida, y otra distinta ofrecer el alma.
»Reunificar los cuatro mundos y derrotar a los sartán..., ¡qué dulces serán tales victorias! Pero mucho más dulce será el espectáculo de Haplo y sus congéneres, hincados de rodillas ante mí, reconociéndome en sus corazones y en sus mentes como su amo y señor absoluto».
{2}
«Haplo, mi querido hijo.
»Espero que me permitas llamarte así. Eres tan querido para mí como los hijos que he engendrado, tal vez porque creo haber desempeñado un papel fundamental en tu nacimiento..., o renacimiento. No cabe duda de que te arranqué de las fauces de la muerte y te devolví a la vida. Al fin y al cabo, ¿qué hace un padre natural para tener un descendiente, salvo compartir unos breves momentos de placer con una mujer?.
»Tenía la esperanza de ayudarte a ganar tiempo en tu viaje a Pryan, el reino del Fuego. Por desgracia, los observadores me han mandado aviso de que el campo mágico se está desmoronando en las cercanías de la puerta cuatrocientas sesenta y tres. El Laberinto ha desencadenado una plaga de hormigas carnívoras que ha matado a centenares de los nuestros. Debo acudir a presentar batalla y, por tanto, estaré ausente cuando te marches. No es preciso decir que me gustaría tenerte a mi lado como en tantísimo combates, pero tu misión es urgente y no quiero apartarte de tu deber.