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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Intriga, #Ciencia Ficción, #Bélico

Kolonie Waldner 555 (16 page)

BOOK: Kolonie Waldner 555
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—Eso será difícil. —Schelling puso cara de comprensión, pero sin ceder un ápice.

—Ellos serán los que me informarán de todo y tras el éxito, su mujer será libre de nuevo, mientras usted regresa con ellos desde Natal. Trabajaremos rápido, no se preocupe.

—De acuerdo. Lo hago por mi mujer y por acabar con esto lo más rápido posible. —Schelling se mostraba exultante, pero contenido.

—Entonces hablemos de los detalles económicos y qué llevará usted hasta Natal para cumplir con su misión. —Se levantó y se dirigió hasta la puerta, la medio abrió e indicó algo a los guardianes que esperaban fuera. Cerró de nuevo y regresó con Burton—. Quiero presentarle a los dos médicos que irán con usted. Véalo así. Le serán de mucha ayuda si llega el caso. —Burton puso cara indiferente ante las palabras de Schelling, añadiendo.

—Yo suelo trabajar con mi gente un tiempo antes, les conozco y los elijo en función de sus habilidades técnicas y de capacidad de pertenencia a un equipo. A estos no los conozco de nada. Habrá que hacer una simulación…

Unos golpes suaves en la puerta indicaban la presencia de los recién llegados. Schelling dio permiso y la puerta se abrió. Dos personas entraron en la sala. Aparentemente eran de una edad similar, sobre los treinta y cinco años y con ropa de lino claro por el asfixiante calor.

—Doctor Burton, quisiera presentarle a sus acompañantes en este viaje a Natal. —Burton se puso en pie. Schelling introdujo al primero de ellos, algo más alto y con una incipiente calvicie—. El doctor Theodor Wulff, cirujano y especialista en abdomen. —El doctor Wolff ofreció su mano, que Burton estrechó.

—Será un placer trabajar con usted, doctor Burton. Mi especialidad es como la suya. Creo que podremos compartir conocimientos. —El acento era excelente. Schelling continuó.

—El doctor Horst Pöttering, cirujano y especialista en sistema nervioso. —También estrechó la mano de Burton.

—También es un placer para mí conocerle y trabajar con usted en esta misión. —De nuevo el acento era muy bueno, no sabría diferenciarlo de cualquier americano común que conocía.

—Evidentemente —dijo Schelling—, esos no son los nombres que hay que utilizar en la misión. El doctor Wolff será el doctor John Wallace de Houston, ya que él vivió allí durante su juventud. El doctor Pöttering será el doctor Irving Wilcox de Sacramento, por el mismo motivo. Le ruego que quede claro este punto al hablar entre ustedes y sobre todo cuando se hallen en la base. Los documentos que portan acreditan lo que he dicho, son ciudadanos norteamericanos a todos los efectos.

Con todo el grupo reunido, sólo quedaban algunos asuntos relacionados con el cobro del dinero y el material médico que había que llevar para realizar la misión con éxito. Los dos médicos alemanes aprobaron el uso de la insulina para acabar con Stukenbrok de forma discreta y sin dejar huellas. Llevarían un equipo de insulina y simularían que uno de ellos la necesitaba por su diabetes. No levantaría sospechas. Burton se sentía profundamente incómodo hablando y preparando todo aquello, pero había dado su palabra y pensaba continuamente en Rachel. De hecho, era el motivo verdadero para aceptar aquello. Con respecto al dinero y ante la posibilidad de rastreo, Schelling propuso la apertura de una cuenta en Chile a través de la empresa pantalla alemana S. A. Estrella con varias sedes en Sudamérica y central en Santiago de Chile. Luego sería transferido a la cuenta del doctor Burton a través de una intrincada red de intermediarios, para dificultar el origen y no levantar sospechas.

Capítulo 7
Caza sobre el río Negro

Inicios de 1944

En un momento tan delicado militarmente, como aquel inicio de año para comenzar las operaciones de los Estados Unidos en el frente europeo y la lucha contra los submarinos alemanes en el Atlántico, la base Aérea de Parnamirin en uno de los suburbios de Natal, era la más importante de las establecidas en Brasil por los norteamericanos, como las situadas en Recife, Bahia, Sâo Louis y Belém. Su gran cometido era la ayuda para que barcos, aviones, material y tropas pudiesen alcanzar las costas africanas en Dákar bajo su influencia y llegar desde el sur al frente africano y europeo. La base era denominada The Springboard for Victory. Todo ello se desarrolló bajo el nombre de Operación Rainbow. Esto respondía al plan estratégico del presidente Roosevelt ya que hemos de tener en cuenta que mientras se negociaba con Brasil las instalaciones militares en su territorio, también se negociaba con otros países del Caribe la instalación de bases militares. Eran las preparaciones diplómaticas de defensa del hemisferio, lo que demuestra el alcance de las intenciones de Roosevelt en el nuevo conflicto que se avecinaba.

El gobierno de los Estados Unidos se interesó por Natal cuando Francia perdió la guerra en 1940 y abandonó Brasil. También los Estados Unidos necesitaban una base como la de Natal para poder suministrar a los ingleses el material de guerra que necesitaban en el norte de África. Por ello, desde 1940 hasta enero de 1942 el ejército norteamericano puso todo su esfuerzo en atraer a Brasil para los aliados y sacar a las empresas alemanas o de intereses alemanes de allí. En ese mes de enero, Brasil cortó sus relaciones diplomáticas con el Eje, estando los Estados Unidos ya en guerra oficial desde diciembre de 1941 tras el ataque japonés a Pearl Harbour en Hawái. A partir de ese momento, Natal empezó el ciclo de desarrollo como base militar americana.

Desde 1939 hasta 1941, el llamado «período de neutralidad hemisférica», hubo una intensa rivalidad entre Alemania y los Estados Unidos en Brasil y otras zonas de Sudamérica. Esta situación creó la clásica oportunidad para un político maquiavélico como Getúlio Vargas. El interés de los Estados Unidos Unidos por Brasil era claro ya que los planificadores americanos, mucho antes del inicio de la guerra en Europa, consideraban que el noreste del país debía ser incluido en la esfera de la defensa de Norteamérica y por ello vital para su seguridad, la instalación de bases militares operativas en toda la zona. La materia prima estratégica que producía Brasil en abundancia (hierro, manganeso, cuarzo, caucho, algodón, etc.) contribuyó a esa prioridad y sobre todo para evitar que la enorme colonia alemana pudiese causar problemas de suministro o sabotajes. A finales de 1940, los Estados Unidos, como prueba de buena voluntad ayudaron económicamente a Brasil para construir una fábrica de acero en Volta Redonda. También negociaron de forma preferencial programas de compra y suministro de productos brasileños, incluso un acuerdo de ayuda de precios para el café. Además y mientras tanto, se abrían las negociaciones secretas para el uso de las bases costeras en el noreste y se invitaba a Getúlio Vargas a Estados Unidos en viajes de «buena voluntad», pero sobretodo por la propaganda que ello tenía.

Uno de los muchos dibujos amenazantes preguerra aparecidos en revistas americanas.

Roosevelt inició una potente campaña de propaganda de guerra contra Alemania, inidcando con descaro la amenaza nazi que se cernía sobre el hemisferio norte y sur, incrementándolo a medida que el período de neutralidad brasileño iba terminándose. Roosevelt declaró públicamente a finales de mayo de 1941 que «los alemanes planeaban tratar América del Sur, como trataban en aquel momento los Balcanes» y luego atacar a los Estados Unidos. En Octubre de ese año y de forma dramática, repitió esas mismas acusaciones y anunció que disponía de unos mapas alemanes secretos que indicaban cómo Hitler planeaba dividir el mundo y Sudamérica, tras conquistarlo. Los mapas, por supuesto, eran falsos y habían sido creados por el propio entorno de Roosevelt y por los servicios secretos británicos. Un mapa decía que Sudamérica sería convertida en cinco estados satélites nazis y que la religión sería abolida a favor de una Iglesia nazi. De forma privada, las conversaciones entre el embajador Jefferson Caffery y miembros diplomáticos brasileños sobre esta supuesta amenaza, fueron constantes. Los mapas también ayudaron a Roosevelt a convencer al Senado de la necesidad de entrar en guerra. Desde Berlín y a nivel oficial se aseguraba a los brasileños sobre las intenciones de Alemania en un intento de contrarestar la influencia americana. A mediados de 1940, el embajador Prüfer prometió un caudal de ayudas a Brasil una vez que la guerra hubiese terminado y garantizó al gobierno de Vargas que las entregas de armamento, según contratos con Krupp de 1938 y 1939, seguirían su curso sin problemas. El presidente Vargas y a la vista de los éxitos iniciales alemanes, siguió una política estudiadamente difusa ya que no quería perder las oportunidades que le brindaban ambos contendientes. Fue tremendamente pragmático y oportunista y esto quedó claro en su discurso del once de junio de 1940.

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