—Vale.
—Te lo juro, Valeria.
—Vale, vale.
—No quisiera disgustarte.
—Papá, lo absurdo sería que por no disgustarme renunciaras a vivir. —Iba a decir que «ojalá mamá encontrara a alguien» pero comprendió que no era el momento de las ocurrencias.
En el fondo con solo imaginarlo…
Su padre tenía otra vida, aquel nuevo piso.
—¿Quién es?
—Se llama Gladys y es ecuatoriana.
—¿En serio? —No reprimió el desconcierto que la noticia le producía.
—Tiene veintinueve años, es soltera y no se trata de una inmigrante clandestina ni nada parecido. Vive y trabaja aquí, es licenciada.
—Da lo mismo. Mamá se subirá por las paredes.
—Lo imagino. Pero no la he buscado más joven solo por… No sé. Sucedió así,
¿entiendes? Ni siquiera pensé que pudiera pasar.
Padre e hija se miraron unos segundos.
En los ojos de él no había amor, solo tristeza.
—¿Odias a mamá?
—¡No!
—Todo lo que os dijisteis…
—Nos peleamos, estallamos. ¿Sabes lo amargo que es que la persona a la que amas, a la que has consagrado tu vida, pierda el interés por ti y deje de quererte?
—¿Fue eso lo que os separó?
El hombre bajó los ojos al suelo.
—Yo quería envejecer a su lado. Tampoco pedía mucho. Pero me sentí tan apartado…
No quería escuchar los secretos de cama de sus padres.
—¿Sigues enamorado de mamá a pesar de todo?
—Sí.
No supo qué decir. Amor, odio, amor… Las relaciones eran extrañas, surgían de la química entre dos personas. Si una amaba más que la otra…
—¿Por eso has encontrado a alguien lo más opuesto posible a ella?
—Dicen que siempre nos enamoramos de la misma persona —reflexionó él.
Valeria pensó de nuevo en Juanjo.
Y de pronto supo por qué le gustaba.
Se parecía a su padre.
Un poco.
Lester hizo unos ridículos pasos de baile antes de sentarse frente a ellos.
—¡Ah, el twist! —exclamó—. Ya veis, tenía su gracia.
—Pero era un baile, no un género musical —dijo Juanjo.
—Género, estilo, subgénero, baile… Olvídate de las definiciones. Ésas las ponen los críticos, que han de bautizarlo todo. Si partimos de la base de que la Era Rock, con mayúsculas, engloba todo lo que deriva del nacimiento del rock and roll desde mediados de los años cincuenta hasta hoy, lo demás no son más que chorradas. Al empezar los sesenta, el twist por lo menos hizo que la gente se moviera. Musicalmente hablando, hasta la aparición de los Beatles y ese período fue francamente horrible, con poco, muy poco de bueno. Pero los jóvenes ya habían conseguido una cuota de libertad que antes no existía y se lo pasaron bien. La palabra clave era
party
, fiesta. En España se llamó «guateque». Un tocadiscos barato, los discos de moda, algunos bocadillitos y refrescos… y cuando se iban los padres, un pañuelo rojo cubriendo las bombillas y, el que podía, a morrearse a la pareja. Allá no sé, pero aquí, en plena dictadura, eso fue glorioso. Cómico pero glorioso.
—¿Por qué cómico?
—Chicos con corbata y cara de pardillos, chicas con unos peinados que te cagas; ellos intentando apretarse y ellas con los codos por delante para evitarlo. Los guateques eran peleas de lucha libre.
—¿Por qué dicen que los sesenta fue la década prodigiosa? —preguntó Valeria.
—Fue la primera globalización, la televisión llegó a casi todas partes. Los sesenta comenzaron con la elección de Kennedy como presidente de Estados Unidos, la guerra fría, el muro de Berlín, y acabaron con el mayo del 68 en Francia, el hombre en la Luna y la guerra de Vietnam, para que os situéis. Pero sigamos con la música. ¿Tú sabes quién inventó el twist?
—No —dijo Juanjo.
—Hank Ballard en 1958. Su canción «The twist» era la cara B de un single que lanzó aquel año. No pasó nada hasta que dos años más tarde Chubby Checker hizo una versión, apareció en el
American Bandstand
, el programa estrella de la televisión musical, y entonces fue la locura. Del rey del rock, Elvis, se pasó al rey del twist, Chubby. Pronto nacieron ritmos bailables como setas, el madison, el limbo rock… Lo más hermoso de esta historia es que Chubby Checker fue el primer negro que le hizo un
cover
a un blanco y le robó el éxito.
—Entonces, hasta que aparecen los Beatles, ¿no hay nada en esos años?
—Poco. El California Sound, Beach Boys y compañía. En California las fiestas se celebraban en las playas, y los chicos guapos y rubios practicaban surf mientras las chicas guapas y con los primeros bikinis lucían sus encantos.
—Los Beach Boys con su líder, Brian Wilson, tienen discos geniales.
—A mediados de los sesenta crearon una verdadera obra de arte,
Pet Sounds
, el rival del
Sgt. Pepper’s
de los Beatles, y editaron media docena de canciones soberbias. Pero en sus comienzos eran cinco «chicos de la playa» con cancioncillas llenas de ritmo y poco más.
—¿Qué otros cantantes hubo en esos años?
—Lo mejor lo aportaron las chicas. Hubo un alud de grupos vocales femeninos: Ronettes, Crystals, Shirelles, Marvelettes… Y Roy Orbison, The Four Seasons y Phil Spector, condenado en 2009 por asesinato después de volverse loco perdido, pero que en aquel tiempo creó el «muro de sonido»,
wall of sound
, un efecto sónico impresionante como base instrumental de las canciones. Los productores empezaban a cobrar tanto o más relieve que los propios artistas, y éstos ya escribían sus propias canciones, aunque aún funcionaba el sistema de los compositores de oficio, por encargo. Imaginaos que los Beatles hicieron poco más de doscientos temas en ocho años.
—Hablas mucho de los Beatles.
—Tendrías que ponerte en pie para pronunciar ese nombre, chaval. —Lester adoptó un aire solemne—. Sin ellos estaríamos en la Prehistoria. Y ya que los citas, volvamos a Inglaterra. Nos habíamos quedado con el skiffle, justo antes de que aparecieran Cliff Richard y los Shadows. —Sonrió inesperadamente—. Cliff fue la releche. Una vez se presentó en Barcelona y tocó en Sants ante no más de doscientas o trescientas personas, ya no me acuerdo. Canción religiosa, espiritual, y arenga mística, otra canción, otra arenga. Era majo. Fue el Elvis británico. En seis años tuvo ocho números uno y dos docenas de Top—10. La proliferación de artistas se debió a la aparición de un sinfín de programas musicales juveniles, y viceversa; había tanta demanda por verlos en directo que se crearon esos programas. La música se hizo democrática. Hoy no hay verdaderos programas musicales en ninguna televisión.
—¿Todavía había censura, como cuando a Elvis no le enfocaron la pelvis?
—Sí. Los programas eran blancos, muy blancos. Chicos y chicas pulidos, bien vestidos, bien peinados; canciones de dos minutos, tres como mucho. Nada de transgresión. Atendían los éxitos y punto. Cliff Richard fue un precursor de los
mods
, de los que hablaré más adelante. Los Beatles en sus comienzos eran
rockers
. En poco tiempo, en 1962, en Liverpool había trescientos cincuenta grupos. Una pasada. Un verdadero germen de talento. La revolución de la guitarra eléctrica.
—¿Por qué en Liverpool?
—Te lo diré al hablar de los Beatles.
—¿Aún no hemos llegado a ellos?
—¿Tienes prisa?
—No, no —se apresuró a decir Valeria.
—Y en España, ¿qué pasaba? —preguntó Juanjo.
—Aquí las primeras estrellas fueron el Dúo Dinámico. Arrasaron. No existía una tradición musical que no fuera la folclórica, ni una industria fuerte. ¡Una guitarra era un lujo!
—Mi padre dice que los músicos siempre estaban bajo sospecha.
—La música era libertad, y la libertad, peligrosa. Inspirados por la
nouvelle chanson
francesa aparecieron movimientos tan fuertes como la
nova cançó
catalana, y eso al régimen no le convenía. No eran tontos. Cuando la palabra «protesta» se unió a las canciones… Era evidente que la música ya era el primer vehículo de expansión de ideas, por encima de libros o películas.
Asintieron con la cabeza.
—Y ahora sí, ya aparecen los Beatles —dijo Lester.
La pregunta de antes: ¿por qué Liverpool? Porque era el primer puerto de mar que enlazaba las islas británicas con Estados Unidos y esos marineros traían discos desconocidos para los chicos británicos, discos de rock and roll, rhythm & blues… John Lennon era uno de los que esperaba en los muelles a que descendieran a tierra los marineros para comprarles discos.
—¿Por qué se la llamó música beat?
— Beat
significa «golpe», «latido», «pulsación», «toque de tambor». El beat tenía su base en el ritmo de la batería. ¿Sabéis quién fue Brian Epstein?
—El mánager de los Beatles —respondió Juanjo.
—Los Beatles no eran más que cuatro gamberretes llenos de música. John Lennon formó su primer grupo, The Quarrymen, en la escuela a la que iba: Quarry. En 1957
conoció a Paul McCartney, hijo de un músico, y luego Paul llevó a un crío llamado George Harrison al que John no le hizo ni caso. Pero sabía tocar la guitarra mejor que él.
Como batería acabaron con Pete Best, y el quinto fue un estudiante de arte amigo de John llamado Stu Sutcliffe. Durante un tiempo se llamaron Long John & The Silver Beatles, Beat Brothers, Johnny & The Moondogs y otras lindezas. Tocaban donde podían hasta que aterrizaron en Hamburgo y allí se modelaron como rockeros. La primera vez los deportaron porque las autoridades descubrieron que George era menor de edad. A la siguiente se quedaron un tiempo. Una fotógrafa, de nombre Astrid Kirshner, les hizo el famoso peinado Beatle y se enrolló con Stu, que acabaría dejando el grupo por ella y para seguir pintando antes de morir en 1962. Después de grabar un disco como músicos de un tal Tony Sheridan, apareció Brian Epstein.
—Esa parte sí la sé —dijo Juanjo.
—Pero ella no —le recordó Lester. Y la miró pasando de él—. Los Beatles actuaban en un club llamado The Cavern, de Liverpool. Brian se puso a trabajar, a buscarles una discográfica para lanzar un disco, que era la clave. El 1 de enero de 1962 los Beatles grabaron en Londres un puñado de canciones para el sello Decca, a modo de prueba, pero los rechazaron. Volvieron a Hamburgo y entonces los llamó Epstein. Iban a grabar para la todopoderosa EMI Records, aunque, como no se fiaban mucho, los meterían en un pequeño sello llamado Parlophone. Su productor: George Martin.
—El quinto Beatle —dijo Juanjo.
—El quinto, el sexto… Qué más da. Martin era un veterano, pero también un tipo con ideas claras. La música de John y Paul era nueva, necesitaba tan solo unos retoques. Y él se los dio. De entrada tuvo claro que el batería era malo. Adiós Pete Best, hola Ringo Starr. El 5 de octubre de 1962 se considera el primer día de la era pop porque en él apareció «Love Me Do». No pasó gran cosa, pero con el siguiente, «Please, Please Me», ya fueron número uno en su país.
—Y arrasaron.
—Fue más que eso. Dominaron la música de su tiempo, pero también crearon modas, tendencias, estilos, innovaciones sonoras. Batieron todos los récords habidos y por haber. Para cuando aterrizaron en Nueva York en febrero de 1964, tras una campaña
hyper
perfecta a cargo de Brian Epstein…
—¿Qué es eso? —quiso saber Valeria.
—Se crea una ansiedad, se anuncia algo que, si no tienes, te hará quedar al margen, perder puntos. O estás o no estás. Epstein gritó: «¡Que vienen los Beatles!». Y Estados Unidos sucumbió. Aquel día pudieron verse pancartas en Nueva York diciendo que Elvis había muerto. Crueldad pura. Pero ya en su debut en el
Ed Sullivan Show
batieron el récord del Rey. Los vieron setenta y tres millones de personas. En un mes tenían los cinco primero puestos del
ranking
copados por ellos, ocho en el Top—10 y todas sus canciones en el Top—100 de singles o álbumes. Por primera vez se vendieron muñecos, objetos, pelucas… Ahí nació el
merchandising
.
—¿Por qué dejaron de tocar en directo?
—No se los oía. Salían ellos, las fans se ponían a chillar, y era imposible. Faltaban medios… Aquello era un circo, y se dieron cuenta. Los Beatles tienen dos vidas musicalmente hablando, una de 1962 a 1966 y otra de 1966 a 1970.
—¿Por qué? —siguió haciendo las preguntas Valeria.
—Sus primeras canciones eran pop puro. «Te amo, me amas, du-du-a.» Grababan dos elepés y cuatro singles por año. Una enorme cantidad de música. En 1966 el mundo volvió a cambiar, el movimiento hippy, Vietnam, una nueva concienciación social… Los Beatles hicieron el álbum
Revolver
, con letras mucho más serias y profundas, o cortes radicales como
Revolution
. Al dejar las giras pudieron concentrarse en grabar mejor, y de ahí salió la joya de la corona, el disco que define los años sesenta:
Sgt. Pepper’s Lonely
Hearts Club Band
. La muerte de Brian Epstein en 1967 también los dejó huérfanos. Y
desde 1969 prácticamente ya no existieron como grupo a causa de las diferencias personales, sobre todo entre John y Paul, principalemnte a causa de Yoko Ono, la nueva mujer de John.
—Pero todo eso fue el nacimiento del fenómeno pop, ¿no?
—Verás… Como expresión artística y cultural, el pop art es de 1955. Cuando Andy Warhol pinta una lata de sopa, a Elvis o a Marilyn, y los multiplica en distintos colores, está dándole a la sociedad y la cultura de masas una fotocopia de sí mismas. El pop art recrea lo cotidiano y lo hace aún más natural. Los Beatles, que venían de Liverpool, dieron alas a la imaginación de miles de adolescentes que pensaron que ellos «también podían». La música nos enloqueció en los sesenta, querida. Fue una pasada.
—Y en 1964…
—Espera, espera, no corras. Hay que ir adelante y atrás a cada momento. ¿Cómo vais de tiempo?
—Bien. —Juanjo miró la hora.
—Entonces sigo —dijo Lester.
En 1963 y 1964, mientras los Beatles dominaban el cotarro, la mayoría de los grandes músicos ingleses del futuro se forjaban en el rhythm & blues —comenzó Lester—. Para cuando los Beatles dejaron de tocar en vivo, la primera oleada de grupos pop estaba dando sus últimos coletazos. Es entonces cuando los músicos de verdad, los líderes de muchos grupos pop, cambian, se unen entre sí o crean las bandas que revolucionarán la música a partir de 1969, como Led Zeppelin.