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Authors: Jude Watson

El Rival Oscuro

 

El pasado de Qui-Gon Jinn no descansa. ¿Cómo puede crear un vínculo con el joven Obi-Wan Kenobi, mientras que él es perseguido por la traición de su primer aprendiz Xánatos? Xánatos fue también un prometedor estudiante hasta que el lado oscuro de la Fuerza intervino. Qui-Gon pensaba que había desaparecido para siempre.

Pero ahora Xánatos esta de regreso.

Y busca venganza.

Jude Watson

El Rival Oscuro

Aprendiz de Jedi 2

ePUB v1.0

LittleAngel
26.10.11

Título original:
Jedi Apprentice: The Dark Rival

Año de publicación: 2001

Editorial: Alberto Santos Editor

Traducción: Lorenzo F. Díaz

ISBN: 84-95070-02-2

Capítulo 1

K-7, Núcleo 8. Núcleo 7. Núcleo 6. Núcleo 5. Es estrecho. Presión. Atrapado. —Sí, Qui-Gon. Puedo hacerlo. Y lo haré. Sabe que está mal. Que debe detenerlo. Pero no puede combatir contra esto. Ve el círculo roto. El círculo que une el pasado con el futuro, pero sin llegar a cerrarse. Debe cerrar el círculo. Debe...

***

Qui-Gon Jinn despertó con un sobresalto. Como siempre, supo exactamente dónde se hallaba nada más despertarse. Los sueños nunca seguían presentes en su despertar, nublándole la mente. Ni siquiera esa pesadilla, que sólo había servido para ponerlo más alerta aún.

El cuarto estaba oscuro, pero distinguía los bordes de la ventana en la oscuridad. El alba estaba cercana. En el lecho contiguo podía oír la tranquila respiración de Obi-Wan Kenobi. Estaban acuartelados en el aposento de invitados de la residencia oficial del Gobernador de Bandomeer. Habían acudido a ese planeta en una misión de rutina que había dejado de serlo bruscamente, por culpa de una sola frase escrita en un trozo de papel.

El mensaje había sido el causante de la pesadilla. Llevaba tres noches seguidas soñándola.

Su mano rozó el sable láser, situado a su alcance por si aparecían intrusos. Podía estar en pie, preparado para el combate, en un abrir y cerrar de ojos.

Sin embargo, ¿cómo se puede combatir un sueño?

K-7, Núcleo 5
. ¿Qué podían significar esos números y palabras? K-7 podía ser un planeta localizado pero no explorado, o un sistema estelar. Pero, ¿y la sensación de estar atrapado? ¿Quién había dicho "puedo hacerlo"? ¿A qué se debía su ira contra esas palabras? ¿Por qué sentía esa desesperación e impotencia al oírlas?

Lo único que le era familiar era la imagen del círculo roto. Le llenaba de temor.

Qui-Gon creyó que todo pertenecía al pasado. Todo. Entonces al llegar a Bandomeer le entregaron la nota. Le daba la bienvenida al planeta, y la firmaba Xánatos.

Los Jedi aprendían a valorar los sueños, pero sin confiar en ellos. Los sueños pueden confundir tanto como iluminar. El Jedi debe explorar esas visiones como quien camina por un terreno inseguro. Sólo debe continuar si está seguro de que el terreno es firme. Los sueños pueden ser sólo energía dispersa. Algunos Jedi pueden ver significados ocultos en los sueños, pero otros no.

Qui-Gon rara vez manifestaba ese don y prefería no preocuparse por esas visiones. La luz del día le ayudaba a dejarlas al margen. Pero le era más difícil por la noche.

Si pudiera olvidar sus pesadillas y recuerdos, dejarían de preocuparle entonces.

Había recorrido toda la galaxia, desde el Core Galáctico hasta los territorios del Borde Interior. Había visto muchas cosas dolorosas, y muchas que desearía poder olvidar.

Y su mayor dolor, su mayor pesar, por fin había conseguido darle alcance.

Capítulo 2

Fue Qui-Gon quien descubrió a Xánatos, quien le midió los midiclorianos y quien llevó al niño al Templo Jedi.

Recordaba la mirada de Crion cuando se llevaron a su único hijo de su planeta natal, Telos. Crion era el hombre más rico de Telos, pero sabía que, pese a todas sus riquezas, no sería capaz de dar a Xánatos lo que el Jedi le ofrecía. No podía negarle eso a su hijo. Qui-Gon vio en el rostro del hombre que la separación le partía el corazón, y dudó. Preguntó una última vez si Crion estaba seguro de su decisión. Este asintió lentamente. Su decisión era definitiva. Xánatos sería entrenado como Jedi.

Si Qui-Gon hubiera prestado más atención a sus propios titubeos, su decisión de llevarse al niño habría sido otra, y la vida de todos habría sido muy diferente...

***

Qui-Gon desplazó las piernas hasta el borde de su lecho. Se acercó a la ventana y corrió la pesada cortina.

Podía distinguir las torres mineras en la luz grisácea. El Gran Mar de Bandomeer era un vacío negro en la distancia.

Bandomeer era una gran masa de tierra en medio de un enorme mar que dividía al planeta en dos. Y todo ello era propiedad de compañías mineras. La única ciudad era Bandor, y era allí donde se encontraba la vivienda del Gobernador. Pero, incluso en la ciudad, se realizaban extracciones de minerales. El aire era un manto gris apagado, lleno de revoloteantes manchas negras.

Estaba en un mundo desolado. La mayoría de las minas de Bandomeer eran propiedad de empresas de fuera del planeta. Ninguna de las enormes riquezas obtenidas revertían a los meerianos nativos, y hasta la residencia oficial del gobernador resultaba miserable y estaba mal amueblada. Los dedos de Qui-Gon se deslizaron por el borde de la cortina. La tela empezaba a deshilacharse.

Obi-Wan se removió en su sueño. El Jedi se volvió para mirar al muchacho, pero éste continuó durmiendo. Le dejó estar. Ese día empezarían sus misiones separadas en Bandomeer. Aunque la misión del chico lo pondría a prueba, no era peligrosa. Todas las misiones probaban el entrenamiento Jedi, incluso las que parecían sencillas. Hacía mucho tiempo que el Caballero había aprendido eso.

El chico y él habían hecho juntos un viaje inesperadamente peligroso. Habían luchado codo con codo y habían visto de cerca la cara de la muerte. Pero, aun así, seguía sin sentir una cercanía con él, porque había una parte de su ser que deseaba que Yoda reclamase al chico de vuelta al Templo para encomendarle otra tarea.

Debía ser honesto. El motivo por el que no podía sentir esa cercanía con Obi-Wan era porque él mismo no se la permitía. El muchacho le había impresionado en el viaje hasta allí, desde luego. Fue un recorrido accidentado, lleno de tensión, y el chico había aprendido a contener su lengua y su temperamento en situaciones donde el Jedi esperaba que perdiese la calma.

Pero Qui-Gon también sabía que el joven Kenobi seguía dejándose dominar por la ambición y la ira; las dos cosas que causaron la perdición de Xánatos. No podía volver a verse en una situación así; sabía lo traicionera que podía ser la dependencia de un aprendiz.

Por lo tanto, mantendría las distancias con el muchacho, y lo enviaría a observar el trabajo de los Cuerpos Agrícolas en el planeta. La minería había despojado a Bandomeer de muchos de sus recursos naturales. Las grandes minas ocupaban demasiados kilómetros cuadrados, y sólo se cerraban una vez que habían esquilmado la tierra, dejando el terreno desértico e inútil para el cultivo. Todos los alimentos se importaban desde otros mundos.

Era una situación difícil que el Gobierno local intentaba corregir, restaurando y reclamando la tierra y el océano. Los Cuerpos Agrícolas contribuían a esta empresa replantando grandes zonas y cercándolas para formar lo que el Gobierno llamaba "Zonas de Enriquecimiento". Obi-Wan sería enviado a examinar la más grande de estas zonas.

La misión de Qui-Gon estaba menos clara. El Consejo Jedi le había enviado para actuar como Guardián de la Paz a petición del Gobierno local, pero seguía sin estar muy seguro de cuál sería su papel. La mayoría de los habitantes de Bandomeer eran gentes venidas de fuera para trabajar en las minas. Los trabajadores ahorraban todo lo que podían para poder dejar el planeta lo antes posible. Esto dificultaba el esfuerzo del Gobierno para conseguir algún cambio. Todo el mundo, nativos incluidos, quería dejar el planeta en cuanto le fuera posible. A nadie le preocupaba lo que pudiera pasarle a Bandomeer.

Pero eso había empezado a cambiar. Los meerianos se habían asociado con los inmigrantes arconas para formar una cooperativa minera, repartiéndose los beneficios a partes iguales.

Algunos mineros ya empezaban a dejar los grandes yacimientos propiedad de la poderosa Compañía Minera de Offworld. Qui-Gon tenía la sospecha de que éste era el motivo por el que le habían llamado. Offworld nunca supo tolerar a quienes invadían su terreno.

Fuera el paisaje se había iluminado. Rayos de sol de un naranja oscuro lamían como lenguas de fuego las altas torres mineras. Combatiendo todavía la aprensión producida por la pesadilla, Qui-Gon contempló cómo Bandor cobraba vida. Las estrechas calles se iluminaron. Los trabajadores del turno de día se dirigían a las minas, mientras los mineros de la noche volvían cansados a casa. Pensó otra vez sobre el mensaje sorpresa de Xánatos.

He esperado mucho este día.

En el mensaje, junto al nombre de Xánatos, había un pequeño dibujo de un círculo roto; un círculo con una abertura donde debían encontrarse los extremos.

Era un recordatorio. Una burla. Xánatos tenía en la mejilla una cicatriz con esa forma. Qui-Gon volvió a meditar en el mensaje, dejando que fluyeran hacia él todas sus posibles implicaciones. Parecía una trampa. Xánatos podía estar jugando con él, mientras las galaxias les separaban, sonriendo ante la idea de haber conseguido que su antiguo Maestro temblase de miedo al ver su nombre.

Eso sería muy propio de Xánatos: confundirle, retrasarle y demorarle para que interpretara mal una situación; y tan sólo por haber insinuado su presencia. Era astuto, y a veces usaba esa argucia para concebir juegos crueles.

Qui-Gon deseó que el mensaje sólo fuera un juego. Una burla infantil.

No quería volver a enfrentarse con Xánatos.

Capítulo 3

Obi-Wan Kenobi se despertó, pero permaneció sin moverse. Mantuvo los párpados casi cerrados y captó un atisbo de Qui-Gon. El Maestro Jedi estaba parado ante la ventana, dándole la espalda, pero el muchacho notó, en la tensión muscular, en su actitud, que volvía a estar preocupado.

Deseaba preguntarle en qué pensaba. Las preguntas llenaban su mente desde que aterrizaron en Bandomeer. ¿Qué había convertido la serenidad de Qui-Gon en agitación? ¿Iba a incluirle en su misión Jedi como Guardián de la Paz? ¿Había conseguido demostrarle que era digno candidato para ser su aprendiz?

Desde que dejó el Templo, pocos días antes, Obi-Wan había sido tiroteado con una pistola láser y estrangulado por un hutt. Había luchado con piratas togorianos, combatido con dragones voladores y pilotado una enorme nave de transporte en medio de un nutrido fuego de cañones láser. Pero eso no había bastado para impresionar a Qui-Gon.

Si tan sólo pudiera aferrarse a la serenidad que le enseñaron en el Templo. Como aprendiz Jedi, sabía que debía aceptar con calma lo que la vida le deparase. ¡Pero su posición era enervante! Había completado su entrenamiento en el Templo sin que ningún Caballero Jedi le eligiese como aprendiz. Cuando llegase su décimo tercer cumpleaños sería tarde para ello. ¡Y sólo faltaban tres semanas!

Parecía que su destino era ser granjero, no guerrero o pacificador. Creía estar empezando a aceptarlo, pero seguía resultándole muy duro. No podía dejar de pensar que su destino debía de ser muy diferente.

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